A veces me gusta despertarme e imaginar que aún estas al lado izquierdo de la cama.
Durmiendo.
O soñando.
Y me gusta pensar que soñabas, que soñabas conmigo.
O con nosotros.
Y de repente me doy de bruces con la realidad.
Y veo que no. Que no estás. Que no sigues.
Que te has ido.
Y por mucho que intente imaginarme un mundo en el que estemos juntos de nuevo,
no puedo.
Simplemente, no puedo.
(Nunca fui bueno en eso de imaginar, creer o soñar, soy más de esos que se quedan atrapados en un sentimiento,
o pensamiento.
En este caso, sentimiento.
La culpa.)
Te echo de menos.
Vuelve.
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Cartas a Karoline
RomanceTan fría que quemaba. Tan rota, que cortaba. Sí, Karol, hablo de ti.