0.1 "𝐶𝑎𝑜𝑠"

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" 𝑁𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑎𝑠 𝑐𝑎𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑑𝑎𝑟 𝑙𝑢𝑧 𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑑𝑎𝑛𝑧𝑎𝑛𝑡𝑒".

" 𝑁𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑎𝑠 𝑐𝑎𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑑𝑎𝑟 𝑙𝑢𝑧 𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑑𝑎𝑛𝑧𝑎𝑛𝑡𝑒"

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ɴᴀʀʀᴀᴅᴏʀ ᴏᴍɴɪsᴄɪᴇɴᴛᴇ

─────⊹⊱❆⊰⊹─────

— Y bendecidos sean los cielos que me empañan y la divinidad que nos acompaña.

— ¿Mizuki? , hija es muy temprano.

— ¡Buenos días Eminencia! — saludo ella con una sonrisa mientras mantenía sus manos unidas y entre ellas un Rosario de plata con sus dedos aferrados a la cruz— Estaba practicando el juramento.

   Mizuki sonrio nerviosa mientras miraba al  arzobispo frente a ella, el hombre mayor solo asintió mirándola a ella, Mizuki Mori era la estrella de la catedral , un lugar sin nombre que solo se a remitido a quienes nacen ahi, el culto era pequeño contando con una iglesia de paredes rocosas con decoraciones básicas sin embargo para ellos lo era todo.

  Y ahí Mizuki estaba, como la cúspide de la corona, sin importar los errores de su pasado esa noche ella recitaria el juramento que la convertiría en una Dama divina por siempre y para siempre y eso era suficiente para pagar por sus pecados.

— Es muy temprano hija, vuelve a tu habitación por ahora.

— Entiendo, con permiso su eminencia.

— Oh y Mizuki, se que lo harás increíble.

— ¡Muchisimas gracias señor! — exclamó con emoción mirándolo partir.

  Suspiro rendida y siguió su camino, se colocó el Rosario alrededor del cuello y luego arreglo su cabello, un cabello blanco como la nieve, que caía y se regaba por su espalda de manera divina y agraciada, era sumamente largo a tal grado donde cubría toda su espalda, sus pestañas y cejas eran del mismo hermoso color y sus ojos eran grises, tan claros que en ocasiones parecían reflejar  los colores a su alrededor.

— ¡Buenos días Lady Mori y que la bendición este con usted! — saludo una de las damas divinas pasando por su lado con las Santas escrituras en sus manos.

   Aquella bella mujer tenía ojos verdes encantadores y un cabello negro que caía con gracia debido a que al ser una dama  divina no podía cortarlo.

— Buenos días Dama Divina y que la bendición me acompañe siempre. — le regaló una sonrisa tímida y luego desapareció por el pasillo.

  Aquellas palabras significaban que ella Mizuki una simple Lady pedía la bendición de el ser Supremo y para ello las damas divinas debían darlas a ellas las chicas en preparación.

Finalmente paso el resto del día en su hábitacion leyendo su juramento mientras caminaba de un lado a otro hasta que al fin había llegado la hora e inevitablemente debían bajar para encontrarse en el gran salón.

   Busco su nuevo uniforme y con una sonrisa de orgullo lo Porto, consistía en una camisa de botones de cuello alto con mangas largas, una falda de plices larga que llegaba hasta sus rodillas y un kimono largo que cubría el resto de sus piernas, todo de un pulcro color blanco.

— ¡Tu puedes Mizuki! — dijo a si misma mirándose en el espejo.

Luego sus manos se enredaron en el rosario y sonrió de manera nostalgica.

— Lo haré por ambos cariño, seré una Dama divina y verás que haré del mundo un lugar mejor.

   Sonrió segura y acabó de peinar sus cabellos y se marchó entre los pasillos oscuros practicando el juramento en su mente.

— Yo puedo yo puedo— se repetía varias veces a si misma.

   Ella con sus ojos de cristal podía con cualquier cosa en ese mundo, lo había demostrado en muchas ocasiones que en su débil pecho había un corazón que latía y sentía pero que era más fuerte que todo , pero no espero que al abrir la puerta la recibiera un río carmesí, uno que avanzó como ser piense venenosa hasta cubrir sus pulcros zapatos blancos  manchando a su vez las orillas del kimono, su corazón se detuvo en su pecho como si el mundo fuese falso su respiracion fue errática y tortuosa causándole una terrible sensación de asfixia tanto que llevó sus manos a su pecho apretando las telas del uniforme intentando respirar.

— Vete Mizuki— el arzobispo le hablo , estaba sentado en el suelo carmesí con la espalda pegada a el muro.

— No, no es justo por favor no de nuevo.

— Vete, rápido Mizuki.

  Mizuki negó con la cabeza sintiendo sus ojos empañarse como cristales llamando a la lluvia, con desespero miro a todas partes pero sólo la recibía lo mismo, solamente estaba ella en medio de una montaña de sus compañeras asesinadas.

   Entre ellas miro a la dama que le otorgó su bendición hace a penas unas horas y sintió su corazón revólverse, cuando la detalló, su rostro estaba deforme en un rasguño.

  No podía detallar demasiado de su rostro de hecho, sus cabellos oscuros estaban enmarañados y cubiertos del espeso líquido, una de sus piernas había sido arrancada y ahora estaba a unos pasos de ella dejando ver la carne ensangrentada y el hueso expuesto, tenía el pecho perforado de manera grotesca, sus órganos estaban regados por el suelo y su rostro, a parte de la deformación no tenía ojos.

  Se apartó sintiendo su mundo girar luego miro al suelo y dejó caer de su boca todo lo que había comido sintiendo un terrible asco, giro luego a mirar al arzobispo y este a penas y podía respirar.

— Fueron demonios— indicó cansado dejándose ir— Se que sabrás que hacer.

  El silencio de apoderó del lugar una vez el corazón del hombre dejó de latir, ella soltó sus lágrimas y camino como una sombra hasta la capilla mixta, la más importante de la catedral.

  Luego de que son nombradas Damas divinas cada una portara un arma bendita jurando así proteger la reliquia y a toda persona inocente a su alcance, ella podi jugarlo, iba repitiendo lo en su mente mientras avanzaba hasta el lugar y abría la puerta de madera.

   Avanzó ensuciando el pulcro suelo de rojo y miro los nombres en cada arma distinta, hasta que llegó a la suya, aunque no la miro de hecho cerro los ojos y junto sus manos,

— Bendito sea el cielo que vio mis ojos, bien agraciada yo que respiro y cargo conmigo la divinidad de este prestigio, aunque no me consideró digna servire y aunque falle no desistire y bendecidos sean los cielos que me empañan y la divinidad que nos acompaña. — abrió los ojos y miro la reliquia— Yo Mizuki Mori juro proteger y honrar a quienes lo merecen y yo...

Hizo una pausa mirandola, era una espada más grande de lo estandar, incluso pensó en cuanto le costaría llevarla, era de aquel pulcro color blanco con un mango de mármol, realmente hermosa.

— Yo Mizuki Mori juro que voy a cazar a Muzan, juro que lo mataré y traere su cabeza a este templo como sacrificio.

  Separó sus manos y tomó la espada, el tomarla  apretó el mango entre sus manos y luego la blandio hacia un lado, la espada se separó en millones de pedazos aún conectados y luego con otro accionar de muñeca volvió a unirse.

— Los voy a vengar— sostuvo la Cruz en su mano y cerrando sus ojos las lágrimas calleron— Te voy a vengar amor mio, y vengare a los inocentes e impuros.

Entonces ella abandono su refugio con pasos firmes y la mirada cargada de rencor, pero en su corazón llevaba impreso con acero su promesa y no descansaria hasta cumplirla.

  Ella Mizuki Mori iba a matar a Muzan  costará lo que costará.

 

𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝𝐲 𝐌𝐚𝐫𝐲→𝙼𝚞𝚣𝚊𝚗 𝚡 𝙾𝙲 𝚐𝚒𝚛𝚕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora