15. Reese

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Entro al bar y Aiden ya bebía whisky, aunque es temprano, me pido uno. Me ubico a su lado en la barra y él, aunque sabe que aquí estoy no se gira a mirarme. Más que su protección como padre, su posesividad hacia ella o que intuya lo que ha pasado, es una forma de dejarme hablar todo lo que pretendo contarle.

―No voy a explicarte lo que ha pasado porque tú lo sabes perfectamente. Pensé que solo podía mostrarle lo que ella aún no conocía y seguir en la misma posición en la que empezamos. Primera vez en la vida que me equivoco en mis pensamientos. Aunque te aseguré cuidarla, las intensiones desde el principio solo fueron con respecto al sexo o encuentros. No sé en qué minuto exactamente, en qué instante que coincidimos, todo cambió. Aunque me gustó desde la primera vez que la vi, no le haría tratar conmigo, pudiendo tener otro tipo de relación con cualquier chico de su edad. Ha elegido, ha querido una relación y yo he aceptado entregársela. No por cuidarla, no porque ya se entregó a mí, no por un maldito compromiso, sino porque yo también quiero estar ahí y porque el simple hecho de pensar que otro puede tener todo lo que observo y tengo yo me vuelve jodidamente loco.

―Estás claro de todo lo que tienes que lidiar ¿verdad? Ella tiene diecinueve aunque estar rodeada de adultos desde pequeña la hace lucir como mayor, puede tener actitudes o deseos de su edad. También tiene aficiones, que no sé si las conoces todas, pero es otra cosa con la que tendrás que tratar y aunque, tu papel en su vida y el mío sean distintos, como padre soy un jodido posesivo igualmente, pero me tocó aceptar ciertas cosas que ella disfruta hacer. No quiero limitarla a vivir, Reese, porque todos hemos vivido más, incluso tú, a ella le toca vivir también a su forma y como desee.

―Estoy consciente de muchas cosas Aiden y créeme que si alguien no va a limitarla, ese soy yo.

―Lo hablamos cuando se conozcan más, Reese.

―No es necesario Aiden, conozco a Kimberly más de lo que crees y todo lo que te he dicho antes, no cambia.

―De ti a partir de ahora me interesan dos cosas: que la cuides y la hagas feliz.

― ¿El negocio de las maquinarias para mini industrias? ―cuestiono y solo es una forma de recordarle que hay más en lo que tendremos que lidiar él y yo.

―Mi hija es más importante que el trabajo. Así que enfócate más en ella que en los negocios ―apunta―. ¿No tienes más nada que agregar?

―No, aparte de que es mía ahora ―comento.

―Tranquilo, te lo recordaré dentro de diez años cuando tu hija o el tipo que se la folle te diga lo mismo ―responde y mi actitud, que no ha sido nunca contraída, aparece con su respuesta. Sí, ahora estoy serio. Me ha lanzado la misma bala―. Bienvenido a la familia ―concluye.

Asiento.

Manejo de vuelta a mi casa. Siguen las conversaciones y esta vez, será más difícil que la de Aiden, al tener que explicarle a mi hija, sobre Kimberly. Aunque, le tiene tanto cariño a mi terremoto, que esto no será un problema.

Al llegar a casa, escucho a la maestra conversando. No hago ningún ruido, voy directamente hacia ella y la beso. Su actitud no me la esperaba. Está molesta y lo demuestra separándose. Cómo semejante enana puede contener tanto genio dentro.

― ¿Qué sucede princesa? ―cuestiono en su oído. Me importa poco interrumpir la clase.

―No quiero hablar contigo, papá ―comenta.

―Pues toma tu clase pequeña y ya hablaremos cuando se te pase el genio ―aseguro.

Ni siquiera saludo a la maestra, salgo de ahí directo a mi habitación.

Siénteme [Primera parte de la Trilogía Irresistible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora