21. Kimberly

88 13 0
                                    

Reese está demasiado grande para esto, pero logra sentarse en uno de los elementos del carrusel. Tenía forma de hexágono. En el medio había un hierro con algo plano encima. Es pequeño pero imposibilita que pueda estirar las piernas. Deja una caja pequeña roja encima de este. Me siento justo a su lado, sintiendo que quiero estar encima de algo más.

Reese me observa como si entendiese lo que quiero o quisiese lo que pienso. No lo sé bien. El caso es que separa sus manos y su orden sin palabras llega de inmediato.

No sé cómo lo logro, pero el intruso hierro que se eleva al medio de la figura, no es un impedimento para sentarme de lado sobre él.

El carrusel comienza a moverse y esta figura, además del movimiento del carrusel, va en círculos también.

Apoyo mi cabeza en el hombro de Reese mientras me permito sentirme jodidamente bien en sus brazos. Sus manos me sujetan con fuerza, la que no se requiere y siendo atrevida al pensarlo, aseguro que es una forma de creer que sí estoy aquí.

El aire se vuelve loco y arremete contra mi cuerpo. No tengo frío, todo lo contrario, es increíble sentir como choca contra mi cara.

Parece lo más ridículo y tonto del mundo, pero después de tantos días respiro.

— ¿Qué es lo que más odias en el mundo Reese? —cuestiono sin levantar la cabeza de su hombro.

—Odio muchas cosas, la mentira, los secretos y la traición podrían empezar la lista —asegura—. ¿Qué es lo que más odias tú?

Si no sabe lo de mis bailes en el antro, ahí va un secreto. Empezamos a anotar puntos que nos pueden destruir después.

—Traición —respondo—. Mentiras.

— ¿Tienes algún sueño que no le has contado a nadie? —indaga.

—Sí —digo, aún con la cabeza en su hombro, mientras el carrusel no se detiene.

—Quiero saberlo —informa moviendo la mano que había posado sobre mi muslo.

—No seas avaricioso —respondo y después de tanto tiempo sonrío de verdad—. Tienes mucho de mí.

—No me conformo, quiero más —demanda.

—Me imagino realizada profesionalmente en una de las cosas que me gustan, administración de empresas. En uno de los tantos días, al finalizar el trabajo, observo al final del pasillo a un hombre, que me espera con alguien más chiquito en brazos. Me veo realizada también familiarmente. Aunque el día sea difícil en el trabajo, al cruzar las puertas sudo felicidad porque tengo un hombre que vira al revés el mundo por mí y nuestros hijos. Aunque dicen que los hijos limitan a las salidas, los míos conocerían el mundo conmigo. Pretendo tener una hija que me saque canas como lo es Lia, como lo fui yo. Deseo tener también un hombre a mi lado como lo he visto mucho tiempo de mi vida, uno que a pesar de los años solo siga teniendo ojos para su chica, uno que no deja que la intensidad muera, uno que sepa entenderla cuando ni ella misma se entienda —cuento y esta vez levanto mi cabeza—. Te toca, cuéntame tu sueño.

—Hasta hace menos de cinco minutos no tenía ninguno.

— ¿Quiere decir que ahora lo tienes? —cuestiono curiosa.

—Sí, ser parte del tuyo —asegura con esa voz tan masculina y me quedo muda con el corazón latiendo de prisa.

Miro su boca y aunque lo deseo con locura, no sé que pasa conmigo que no soy capaz de pedirlo.

—Dime ¿qué necesitas para que no tengas miedo a pedir lo que quieras? —pregunta pasando su pulgar por mi labio.

—No tengo miedo. Solo me siento, contraída. No sé tampoco que me pasa Reese, si eres tú. Por qué no puedo ser la chica espontánea y hasta un poco atrevida que era.

Siénteme [Primera parte de la Trilogía Irresistible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora