22. Narrador

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La princesa Stone se quedó con mil miedos dentro, a pesar de que esa era su prueba para Reese para probar su confianza. El macho mientras se iba con los nervios a mil de ver la escena de antes.

«Confía en ella» repetía su cabeza para que no olvidara lo de antes. Otra vez estaba siendo difícil pero está vez, tenía la experiencia pasada como enseñanza.

Aunque la palabra confianza ya él la tenía dominaba, la molestia de ver la mano de ese crío en lo suyo le molestaba enormemente.

—Suéltame Melo —demanda una vez avanzaron algunos pasos—. Ve con Julen, que lleva mucho tiempo esperándote en su auto.

— ¿Qué? —expresa sin poder contenerse esta.

No podía creerse que este haya ido hasta su escuela a buscarla. Así que sin atender más a Reese camina hasta el auto de Julen y se sube de prisa.

Mientras tanto Justin y Erika llevaban una bronca brutal en el parqueo y Kimberly se mantenía ahí, riéndose a posta de Erika.

—Justin cariño, si todo se calma aquí podemos continuar nuestra conversación —dice melosa Kimberly. Se acerca, atrevida a su ex novio y le planta un beso en la comisura de sus labios.

Cuando se sube a su auto, el móvil suena con la llegada de un mensaje.

Te espero en el último almacén.

La chica de los negocios de Reese, sonríe tonta a leer su mensaje. Está claro que había una conversación de por medio, pero al menos, él no repetía su actuar de la última vez.

Mira la pequeña caja roja, sabiendo perfectamente que a partir de ese momento no será necesario cargar con ella a todos los sitios.

El motor rugía de prisa mientras Kimberly ansiaba llegar a aquel almacén. Si todo salía bien, ella tendría su confianza, su seguridad y quién dice que no, su sobredosis de sexo.

Él mientras había llegado al almacén y caminaba de un sitio a otro impaciente. Cualquiera que lo conociera aseguraría que ese no era Reese. Era increíble como Kimberly podía ponerlo con cada actuar.

Ella por fin llega y tras bajarse del auto, con la cajita roja en manos, se acerca veloz a la puerta. La cruza con impaciencia a pesar de que cuando quedó frente a frente a él trató de mantener la calma.

— ¿Qué hago contigo Kimberly Stone? —pregunta Reese detallando a su chica—. Cuéntame por qué tú ex novio tenía su mano en ese sitio que ni siquiera te pertenece a ti.

Ella se agacha y coloca la pequeña caja en el suelo. De pie nuevamente, se deshace de su ropa sin contención, sin preocuparse de las palabras de Reese sobre lo de demorarse para enloquecer. No necesitaba de eso ahora. Ni de movimientos planeados, ni de actos procurados a enloquecer. Necesitaba dejarse llevar y no pensar en nada más. Ni lo que se vivió antes, ni lo que se vive ahora. Solo dejarse llevar sin nada y ese nada incluía más que sin ropa.

Agarra la mano de él y la lleva justo ahí, a su sexo. Él, tan imponente y dominante se arrebataba por ella a tal punto de querer explotar en el mismo sitio.

Rodeó con su mano la cintura de ella y camino veloz hasta pegarla a la pared. La presionó con su cuerpo y acercó sus labios a la boca de ella deseoso de devorarla.

Pero se detuvo.

Dejó las palmas de las manos contra la pared, cubriéndola a ella, que se veía más pequeña que él.

—Dime una razón para que otro haya tocado lo que es mío y de esta forma no te dejaré sin correrte por un mes —demanda con esa voz que desborda masculinidad.

Siénteme [Primera parte de la Trilogía Irresistible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora