20. Kimberly

145 17 0
                                    

Ya no podía llorar más. Ya podía hacer un río privado en mi casa. Me arreglé como siempre lo hago, ajustando mi cuerpo en un caro vestido, me maquillé y calcé mis pies con unas Jimmy.

Mi mamá y mi madrina estaban en la cocina. Me despedí de ellas veloz, de lo contrario me harían muchas preguntas, y salí de casa.

Voy a retomar mi trabajo en la empresa de papá y mañana retomo la escuela. Al antro me prohíbo ir, aunque me gusta lo que hago, no quiero martillarme el alma viéndolo ahí.

Una vez en la empresa de mi padre, me ocupé de mi trabajo, sin pasar por su oficina. No quería conversar de mi situación o como estaba, porque aunque intentara parecer la chica de siempre, todavía me sentía mal. Y ya bastante tengo a todos preocupados.

Iba a salir al almorzar cuando me encuentro frente a frente a Reese y Lia. Debido a la cantidad de cosas que tenía pendiente no pude salir a comer antes. La vida es una locura y a veces te tortura.

Me quedo de pie, observándolos. Reese sigue en su posición de hombre orgulloso. No me gusta verlo así, pero quién soy yo para decirle que venga a abrazarme, cuando hace días yo también me hice la chica importante.

Lia le hace algo y él da los pasos que faltan para llegar a mí.

—Lia quería conversar contigo —dice con sequedad—. Peque, estaré por aquí. Si terminas antes puedes mandar a buscarme.

Reese se aleja y a mí, el pecho me lo martillan. Aún así, intento no llorar y atender a la niña.

—Vamos peque a sentarnos en ese sofá —le digo señalando los muebles de recepción.

Una vez nos sentamos ahí, Lia me observa en silencio. O no sabe lo que quiere decir o le da vergüenza.

—Peque ¿estás bien? —indago—. Puedo ayudarte en lo que necesites. Si quieres otro cachorrito o está vez un vestido rojo o que te lea un cuento, ¿otro pastel? Puedo ver muñes contigo hasta que te quedes dormida...

—Lo siento —suelta interumpiéndome.

— ¿Por qué me pides disculpas hermosa? —cuestiono.

—Porque fui mala contigo —responde y se mira sus pequeñitas manos que no las deja quieta—. Si te quiero, papá también y no me gusta ver triste a papá.

—Peque, papá y yo somos adultos y mucha veces podemos molestarnos por algo. Tú no puedes molestarte con ninguno de los dos, porque nuestro amor y el que cada uno siente por ti son separados.

— ¿Por qué son separados? —indaga.

—Mira, si tú te molestas con papá por algo, yo no tengo que estar molesta con él. Si papá se molesta conmigo, tú no tienes que estar molesta conmigo. Si tú y yo nos molestamos, papá no tiene que estar molesto. ¿Entiendes?

Ella mueve su cabeza en afirmación.

—Papá le ordenó a Victoria que se marchara —comenta—. Sé que a papá no le gusta, pero ella me leía cuentos, me acompañaba hasta que me quedase dormida, me acompañó en el desayuno cuando papá no estuvo. No me gusta estar sola en el desayuno porque me siento triste.

Esa parte es culpa de los dos. Por estar conmigo Reese no desayunó con su hija.

—Peque, lo siento ahora yo, porque estaba con papá ese día que no pudo desayunar contigo —le digo.

— ¿Tú lo quieres mucho Kim? —cuestiona y la pregunta me pasa en todo el cuerpo.

—Mucho pequeña —respondo mientras una lágrima cae por mi mejilla al recordar como ya le dije Te amo.

Siénteme [Primera parte de la Trilogía Irresistible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora