29. Kimberly

109 19 4
                                    

Lo miré a los ojos por segundos y hasta minutos. Tenía la mente hecha un lío, un completo lío. Su mirada no mostraba nada más que veracidad en sus palabras.

Qué estúpido estar celosa de mi misma y aunque soy plenamente consciente de eso, no es un punto que me limite a no estarlo.

Me siento en la cama, separándome de él. Sabiendo que esto se resolvería con un «soy la misma». Sin embargo, no sé si pueda tener solo a una, no sé si tendría que seguir bailando en el antro para poder tenerlo. No sé siquiera, que pretende.

— ¿Qué quieres ahora? —cuestiono mirándolo a los ojos.

—Las quiero a las dos —dice con seguridad.

—Eso quisieran todos, tener a dos mujeres ¿no? El sueño más erótico de todo hombre —suelto bajándome de la cama y situándome de pie, de frente a él. Mientras él está tranquilamente, boca arriba, apoyado de los codos—. Pero, yo amor, paso de cumplirte la fantasía.

— ¿Estás segura que no puedes hacerlo nena? —pregunta—. Podemos seguir siendo tres.

— ¿Dónde está el hombre que solo tendría ojos para mí? —interrogo cruzándome de brazos. Él me mira las tetas y luego, pasa a mi cara.

—También lo tiene ella —responde con seguridad.

— ¿Has hecho lo mismo con ambas? —pregunto y sé que hay cosas que la hemos vivido doble.

—Sí —contesta.

— ¿Tampoco puedes vivir sin ella? —interrogo.

—Digamos que desde que las tengo, a las dos, no hay espacio en mi vida, para nadie más —asegura.

El juego de Kimberly y Ly me está jodiendo ahora. No quiero que estando conmigo desee a otra, aunque sea yo misma. Porque el piensa que somos dos chicas distintas.

—No me gusta que necesites a otra chica cuando estás conmigo, Reese —comento mientras busco una de sus camisas.

—También te necesito a ti, teniéndola a ella —apunta y yo me siento jodidamente perdida.

—No quiero ser tu opción A o B, Reese. Me iré con Lia —comento antes de girar sobre mis talones para salir de la habitación.

—No eres una opción, tampoco lo es ella. Son todo lo que yo quiero y necesito —dice antes de que cruzara el umbral de la puerta.

Entro a la habitación de Lia y justo tenía una pesadilla pues emitió un sonido de horror y se removió inquieta.

—Peque... Peque —la toco despacio y da un brinco—. No pasa nada peque. Todo está bien.

Ella se lanza a abrazarme y yo la recibo en mis brazos.

—Soñé que Janeth regresaba. No quiero que regrese —dice con notable miedo en su voz.

—No regresará peque. No lo hará. Así que no tengas miedo. Ven —pido mientras me acuesto en su cama—. Te acompañaré.
...
Me despierta un beso en los labios. Es él, tan grande, tan guapo, tan imponente, tan mío. Huele tan delicioso, luce tan exquisito que se me quiere olvidar incluso que estoy celosa de que necesite a dos chicas.

Me toma en brazos y me saca de la cama.

¿Dónde está la chica que se levantaba sola a las siete?

—Vamos a desayunar —expresa y me lleva de la mano hasta la mesa.

—Buenos días peque —digo y le doy un beso.

—Esta niña ha recibido muchos besos hoy —comenta, quién aún no había visto, la mamá de Reese—. Buenos días linda.

Siénteme [Primera parte de la Trilogía Irresistible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora