6. Kimberly

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Al entrar en la mañana a la escuela, todo era diferente y lo notaba. He sido el centro de atención al caminar por los pasillos pero la mirada de los demás ahora era distinta. Los saludos no llegan y la sonrisa de algunos la noto de burla.

Yo esta mierda ya la conozco. Hay algo rondando sobre mí y no es precisamente bueno. Si fuese algún halago más todo fuese igual.

Tomo el iPhone y busco en las redes. No hay nada. Suspiro y sigo caminando por el medio de la escuela. Seguía los murmullos y la risa de burla.

«Puedo lidiar con esto»

Tecleo un mensaje para Melo:

¿Dónde estás?

Levanto la pantalla del iPhone y cuando lo hago desearía haberla dejado en el puto teléfono.

Les cuento algo que nadie sabe sobre Kimberly. Es una mojigata. Con dieciocho años aún conserva su virtuad. La popular chica de las fiestas aún conserva su virtud. ¿Qué dicen? Quiere llegar intacta al matrimonio.

Leo en voz alta y al final escucho la risa de —me imagino— mitad de la escuela.

No soy una chica cobarde. Los problemas de cargar con la popularidad son estos. No puedo correr...

Sin embargo, miro desesperada a todos buscando a Justin. Solo él es capaz de hacer esto y solo él me ha dicho exactamente esa palabra: mojigata.

No lo encuentro, así que camino apresuradamente hacia los baños del equipo de rugby. Al entrar al baño escucho el sonido del agua cayendo de la ducha, así que, creyendo que es él el único que usaría por manía el baño a estas horas sigo hasta la última división.

Los gemidos van aflojando mis pasos, pero la curiosidad va haciendo que no se detengan. El sonido cargado de placer tan característico de un hombre me detiene. Si tan solo supiera cómo lo hace mi chico ahora mismo no tendría que seguir y comprobar con mis propios ojos lo que ya presiento.

Aunque creo que nada me quitaría la voluntad de verlo con mis propios ojos.

Un último paso, una última voluntad de revivir en un período máximo permisible de cinco segundos lo que fue mi relación con él. Los pies avanzaron pero los ojos ya estaban antes.

Era él.

Era Justin.

Era mi novio.

Estaba follándose a una chica en el baño. Ella estaba entre los azulejos y él, por tanto no podía verla, no sabía quién demonios era. Pero, ¿qué mierda importaba? Quién me debía fidelidad era él, mi pareja era él. Ella podía hacer lo que le plazca.

Salgo corriendo de ahí mientras siento algo molestarme dentro. No lloro, es increíble pero no quiero hacerlo. No puedo salir derrotada por toda la escuela.

Llevo mi mochila y el saco en una mano; en la otra mi teléfono. Camino con la cabeza erguida y con una seguridad arrolladora aunque ahora mismo acabo de ver a mi ex novio follando.

Tomo el auto rumbo a A.S Enterprise. Me mantendré ocupada todo el puto día. No puedo llorar, no puedo pensar, no me lo permito.

Al caminar por el pasillo de A.S Enterprise y saludar a todo el que se me cruzó por el camino me encuentro con mi padre. Su mirada es de desconcierto al verme en las oficinas tan pronto.

—Princesa ¿qué haces aquí tan pronto? —indaga señalando su oficina.

Paso el umbral y me siento en el sofá de diseño que ocupa espacio en la oficina de mi padre.

—No puedo mentirte Aiden Stone. No me siento bien conmigo misma haciéndolo. He terminado con el imbécil de Justin —cuento.

Mi padre me analiza desde su posición, apoyado en el borde de su mesa.

Siénteme [Primera parte de la Trilogía Irresistible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora