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La mañana siguiente fue maravillosa para Emma. Enseguida se levantó pudo ver a Manuel al lado suyo sin remera y con el pelo desordenado, sus facciones reflejaban el cansancio gracias a la noche anterior. Ni recordaba cuando había sido la última vez en la que ambos habían compartido una noche de esa manera, una sonrisa sincera se apoderó de sus labios.
Tomó su celular que se encontraba en la mesa de luz al lado de su cabecera y pudo ver que hace unas horas Manuel había publicado una historia, seguramente la había publicado en cuanto ella se durmió.
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Una parte de su cerebro le gritaba que era una estúpida por olvidar todo al mínimo detalle que tenía con ella pero... ¿ la podrían culpar ? Cuando él la miraba directo a los ojos y le juraba amor eterno sentía que todo podía ser como antes, que nada había ocurrido porque a pesar de todo Manuel quería pasar el resto de su vida junto a ella ¿ Cómo podría dudar de ese amor ?
Observó como su ahora prometido se estiraba y lentamente comenzaba a abrir sus ojos.
—Buenos días mi amor—le dijo él con la voz ronca.
Ella se estiró a darle un pico en sus labios.
—Buenos días gordo ¿ dormiste bien ?
Manuel sonrío mirándola fijamente.
—Con la noche de ayer ¿ cómo no iba a dormir bien ?
Los cachetes de Emma se pusieron rojos, aunque llevaban años juntos no podría evitar sentir un poco de vergüenza. Su momento de paz terminó cuando el celular de él empezó a sonar y el solo lo silenció, sin molestarse de fijarse quién era.
— ¿ No queres atender ?—preguntó ella y él negó—capaz que es algo importante.
Manuel se levantó dirigiéndose al baño.
—Que no molesten gorda.
Fue lo último que escuchó de él antes de que prendiera la ducha.
