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Un día había pasado desde aquella llamada con Sara la cual había prometido visitarla pronto. Eran altas horas de la madrugada y Emma se encontraba mirando películas, la exorcista para ser más específicos. Su concentración en la película había acabado en el momento que se escuchó un ruido en el piso de abajo, Toulouse quien antes estaba durmiendo se levantó en alerta. ¿ Alguien había entrado a la casa ?
— No ligo ni una pero la puta madre.
Se dijo a sí misma con miedo.
Con pasos temblorosos salió de su cuarto, se acercó hacia la escalera e intentó ver si había alguien entre los escalones fallando en el intento y tropezándose haciendo ruido
— La concha de la lora — dijo la castaña en voz baja mientras se enderezaba y empezaba a bajar las escaleras rezándole a Dios que sea un ratón y no la niña de la película.
Una vez que había bajado de las escaleras Agarró un palo de escoba que había dejado limpiando hace unas horas, con el corazón en la garganta empezó a investigar su casa con Toulouse persiguiéndola atrás asegurándose que nadie la hiriera. Otro ruido hizo que saltara en su lugar solo que esta vez en la cocina, ella podría jurar que ya se había rezado cinco padre nuestro.
Cuando entró en la cocina y vio una silueta en la oscuridad cerca de la heladera le tiró el palo de escoba a el causante de los sonidos raros para luego prender la luz y agarrar una sartén.
— ¡ La puta madre ! — gritó Manuel agarrándose la cabeza.
Emma lo veía sin creer que en realidad estaba ahí y no era el bicho de la película, en su defensa era el bicho de su ex tomando un vaso de su jugo.
— ¿ Qué haces acá Manuel ? ¿ Cómo entraste ?
Preguntó agitada dejando la sartén otra vez en donde estaba.
— Yo también tengo llave— dijo dejando el vaso en la mesada— Te dije que iba a venir para arreglar las cosas.
Toda la situación parecía sacada de una película, al escuchar esas palabras hubiera deseado que la exorcista estuviera en lugar de él. Emma no pudo evitar enfocar su vista en el living al ver como había dejado sus maletas ahi como si irse no fuera una opción, él simplemente la miraba fijamente esperando su verdadera reacción. No podía negar que Manuel estaba más lindo que nunca.
— Vos sabes muy bien que no te quiero ni ver.
Habló ella cayendo en cuenta que Manuel estaba enfrente suyo queriendo reparar la relación.
