16

535 40 6
                                    




Responsabilidad
___________________

Había muchas cosas que Emma recordaba de su infancia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Había muchas cosas que Emma recordaba de su infancia.
Recordaba como cada vez que encontraba la cartera de su madre no podía evitar ponerse su labial preferido, como se ponía la ropa de ella y se miraba atentamente en el espejo. También recordaba leer las cartas que guardaba de su padre, cartas que le escribía cuando la engañaba.

Emma recordaba como desde chica ella con desesperación quería ser como su madre intentando imitar su maquillaje y personalidad, queriendo tener la belleza que esta poseía.
Ella siempre iba a el baño para que nadie la viera y se ponía aquel labial rojo vino en sus labios, siempre notaba que no le quedaba de la misma manera y no podía evitar angustiarse. Emma no se daba cuenta que el toque de su madre en aquel rostro era la decepción y traición, si quería verse como ella tendría que aprender a aplicar esas cosas en su cara.

Ahora la chica no podía evitar pensar en cómo pasó de no verse como su madre, a ser el fantasma del pasado de esta.
La decepción y traición adornaban su rostro de la misma manera en la cual su madre solía verse, pensaba que hasta en cierto punto era un tanto cómico como lentamente cometía los mismos errores que su madre y ahora entendía más que nunca el dolor de ella. Emma empezaba a entender el porqué nunca dejó a su padre luego de sus milésimas infidelidades.
Su madre era una mujer perdidamente enamorada y las mujeres enamoradas no pueden ser contenidas.

Ella solo quería estar en los brazos de su madre y reclamarle haber heredado esa condición, quería saber cómo podría hacer para que Manuel le rogara para volver a la casa tal y como su padre lo hacía, necesitaba saber el truco para poder recompensar a ellas mismas por todos el tiempo que tuvo que esperar para que su papá le pidiera de rodillas volver a la casa. Si ella sabía la manera para hacerlo regresar, que se lo dijera.

Emma tenía muchas preguntas que hacerle a su mamá  ¿Su papá también había distorsionado su propio reflejo?
¿También la había hecho olvidar su propio nombre?
¿La había convencido de qué era como un dios?
¿Se arrodillaba constantemente por él para hacerlo olvidar de otras mujeres?
¿Sus ojos se cerraban como puertas cada vez que mentía?
¿Ella también era una esclava emocional de él?

Pero las dos preguntas que más le sacaba el sueño era...
¿Estoy hablando de mi padre o de mi abuelo?
¿Tendría que hablar de esto con ella o con la abuela?

Parecía que las mujeres en su familia tenían una maldición, una maldición que seguiría por generaciones en la cual todas iban a cometer el mismo error una y otra vez.
Su abuela solía contarle cómo durante una época su abuelo la engañaba constantemente mientras ella se quedaba cuidando a sus hijos.

Una vez Emma creció, entendió más las acciones de su padre y abuelo. Ella siempre había sido la "nena de papá" pero no podía evitar sentir como la versión que tenía de su padre había muerto delante de sus ojos. Había visto sufrir a su madre tantos años, recordaba las anécdotas dolorosas de su abuela y el resentimiento la volvía a invadir. Al fin y al cabo ellas eran las mujeres más importantes de su vida.



Lemonade | Manuel Ugarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora