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Apatía
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Emma se sentía completamente indiferente a su dolor, parecía entumecida o que le habían dado un analgésico para evitar su sufrimiento

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Emma se sentía completamente indiferente a su dolor, parecía entumecida o que le habían dado un analgésico para evitar su sufrimiento. Parecía que había muerto pero la naturaleza no había querido que se vaya, le faltaba una parte de sí misma y aunque sonara dramático se preguntaba constantemente que pasaría si ella de verdad muriera.
No es que planeaba o soñaba con eso pero ella era el tipo de personas las cuales pensaban en que dirían en su funeral la gente que la ama, que diría Manuel especialmente.

Ella sentía que Sería algo como "Estanos reunidos para despedir a el amor de mi vida, quien destruí su corazón sin ninguna arma apuntándome a la cabeza. Aquí yace la mujer que iba a ser la madre de mis hijos tantos vivos como muertos, descansa en paz mi amor, quien di su amor por sentado. Ella era la mejor de todas pero por culpa mía evadió noches de sueño, su único acompañante en la cama fue la soledad. Ahora descansará en un paraíso sin traiciones, sus cenizas se convertirán en polvo para mis amantes"
Emma vivía por el dramatismo pero no podía evitar hacerlo, Manuel había matado a su mejor versión.

La chica se encontraba en la casa de su madre tomando mates sin prestarle mucha atención a la conversación mientras que Toulouse dormía plácidamente en el medio de ambas.

—Emma— la llamó— ¿ Me estás escuchando ?

Salió de su cabeza y volvió a prestar atención.

— Perdóname má, vos sabes que aveces quedo en un trance— mintió— ¿ Qué decías ?

Su madre solo dejó salir un suspiro.

— Te preguntaba cuando iba a llegar Manuel para el cumpleaños de tu padre.

Ante la mención de su ex no pudo evitar tensarse.

— Fa má me mataste, no se—tomó un sorbo de mate— viste que él tiene la agenda complicada y no se si este año va a poder venir.

Su madre frunció el ceño.

— Pero no entiendo mi amor— dijo — Manu siempre puede estar en los cumples porque es al final de la temporada así que si o si siempre viene a Uruguay.

Lo único que se le pasaba por la cabeza eran maldiciones a Manuel y la temporada futbolística de mierda que le arruinaban la mentira.

— Después le pregunto mejor— dejó el mate en la mesada y abrazó a su madre— me voy a casa que voy a cocinar— tomó a su perro dormido en brazos— decile a papá que mañana vengo a saludarlo, además tengo que ir a la casa de Mabel y Miguel.

Lemonade | Manuel Ugarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora