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Como una neblina lejana Emma se veía a sí misma sentada en la vereda del barrio de su niñez, ella podía notar como era una versión más joven de sí misma. La calle era cubierta por sombras mientras que los árboles sonaban gracias a el constante golpe de esa ventosa noche, la Emma del pasado se aferraba a sí misma intentando darse un poco de calor mientras que todo a su alrededor parecía completamente invisible y no lograba notar como la versión de su futuro la miraba a través de la leve luz de los faroles.
La respiración de Emma se detuvo una vez que Manuel apareció al lado de su versión joven. Emma se aferraba a el farol mientras que veía a su versión antigua mirar a Manuel fijamente a los ojos mientras que el chico le brindaba una sonrisa y limpiaba lágrimas rebeldes que salían de ella.
—Llévame a casa manu..
Fueron las palabras que dijo su versión del pasado. Emma abrió sus ojos abruptamente y notó como todo era un sueño.
Una presión en su pecho la hizo correr hacia la cocina a tomar un vaso de agua. Una foto de Manuel y ella cuando estaban viviendo en Portugal la distrajo por unos minutos, se veían tan felices y inocentes. Recordó su sueño en donde las versiones adolescentes de ellos eran totalmente ajenos a aquel terremoto de emociones que iban a sentir años mas tarde. El dedo índice de Emma recorría la foto, especialmente en la cara de él quien tenía una de sus más grandes sonrisas mientras la abrazaba.
¿Porqué manuel se negaba a sí mismo la entrada al cielo?
¿Porqué Manuel se consideraba a sí mismo no digno?
¿Porqué Manuel le temía tanto a el amor?
siempre solía decir "irónicamente" como eso no era algo posible para sí mismo y que Emma era demasiado para él pero Manuel siempre fue el amor de su vida, intentar imaginar una vida sin su presencia le resultaba imposible. Tal vez un perdón siempre fue la única opción viable,
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—¿Vas a ir conmigo a la copa? — Manuel preguntó sentándose en el sillón.
Emma solo hizo una mueca extraña sin saber que responder exactamente. El chico estaba tomando mates en la casa de Emma, por un momento parecía que nada había cambiado entre ellos.
—No se Manu siento que ya no corto ni pincho ahí, voy a quedar como tremenda desubicada entre toda tu familia — dijo ella.
—Ahora estás diciendo pelotudeces Emma— Manuel respondió serio— ¿desde cuando vos no cortas ni pinchas en mi vida?
