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Alastor se encontraba nuevamente en el balcón del hotel. La brisa fresca jugaba con su cabello, y en su mano sostenía una copa de vino, una rareza que se permitía en momentos de reflexión. El alcohol ni siquiera tenía efecto en él, cómo si bebiera simple agua. A veces extrañaba la sensación de ebriedad, recordando las veces que se había divertido en vida gracias a sustancias de ese estilo.
Aunque no podía sentir del todo el sabor, había algo en tomar que le aclaraba la mente. Giró lentamente la copa, moviendo el líquido en forma circular bajo su atenta mirada. Recargó su mejilla sobre su otra mano, dejando su libro en la mesa momentánea. La cinta de tapicero duraba bastante, pero no era suficiente. Por esa razón, seguía leyendo ese libro de tecnología textil con atención, buscando algo más efectivo.
La puerta del balcón se abrió y, sin necesidad de mirar, supo que era Lucifer.
— ¿Puedo? — preguntó Lucifer, su voz más suave de lo habitual.
— Por supuesto, su majestad — respondió Alastor, sin girarse.
Lucifer se acercó, apoyándose en la barandilla al lado de Alastor. Ambos miraron la ciudad infernal, sus luces parpadeantes y sus sombras danzantes.
— Es... Curiosa, ¿no es así? — comentó Alastor, su tono contemplativo.
— Lo es... aunque rara vez me detengo a apreciarla — admitió Lucifer — de hecho, hace décadas que no le prestaba atención a mi reino... Ha crecido mucho, supongo —
Un silencio cómodo se instaló entre ellos, compartiendo la vista y la compañía sin necesidad de palabras. Alastor finalmente se giró hacia Lucifer, sus ojos encontrando los del otro en la penumbra.
— ¿Por qué está aquí, su majestad? — preguntó Alastor, su curiosidad genuina.
— Quería entender... — comenzó Lucifer, buscando las palabras correctas. Por alguna razón, decidió cambiar la frase — Quería pasar tiempo contigo —
Alastor sonrió, un destello de sorpresa y algo más en su mirada.
— ¿Pasar tiempo conmigo? ¿Por qué querría eso? Creía que me odiaba — cuestionó Alastor, aunque su corazón latía un poco más rápido.
Aunque, siempre que lo buscaban era porque querían algo de él. Nunca lo habían buscado para ser su amigo o algo por el estilo, por lo que supuso que Lucifer buscaba algo, todos lo hacen. De hecho, no le sorprendería tal actitud de parte del mismísimo rey del infierno.
— Es lo que Charlie quería, que nos lleváramos bien — dijo Lucifer, permitiéndose una sonrisa. — Pero no te confundas, aún tienes mucho que explicar —
— Sí es lo que quieres... — replicó Alastor, llevando la copa a sus labios — sólo no seas tan irritante — dio un sorbo.
Los dos se quedaron así, cerca pero distantes al mismo tiempo. La brisa nocturna continuaba acariciando el balcón, llevando consigo los susurros de la ciudad infernal. Alastor y Lucifer permanecían allí, compartiendo el silencio y la vista, cada uno perdido en sus pensamientos.
Lucifer había visto la copa y la botella de vino, pero no planeaba tomar nada. Quería estar completamente sobrio durante ese tiempo. Aunque intentaba acercarse, realmente no sabía cuáles eran las intenciones del Demonio Radio ni qué haría si estuviera ebrio frente a él.
— ¿Sabes? — Alastor rompió el silencio, su voz baja pero clara. — Siempre he creído que la noche tiene su propia melodía, una que solo aquellos que se toman el tiempo de escuchar pueden apreciar —
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✷ᴅᴏʟʟ✷ (ᴀᴘᴘʟᴇʀᴀᴅɪᴏ/ʀᴀᴅɪᴏᴀᴘᴘʟᴇ)
Fanfiction✷ᴅᴏʟʟ✷ Tras la pelea con Adán, Alastor terminó muy herido, con su cuerpo de tela realmente dañado. Debido al poder angelical que permaneció en su herida, fue incapaz de cerrarla. Ahora, Alastor debe buscar una forma de repararse antes de que alguien...