ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9

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El dolor volvió, ahora mucho peor que antes. Recostado en el césped en una posición fetal, se encontraba Alastor, arrepintiéndose de haberse despedido de Lucifer tan pronto. Ni siquiera estando cerrada dejaba de sentir dolor, incluso si la había llenado de hilo y capas de cinta de tapicero, el dolor seguía presente. Quizá necesitaba algo de ayuda, pero no estaba dispuesto a pedirla. Él podía con eso sólo, no necesitaba a nadie.

Con dificultad se arrastró por el suelo de la habitación y se recargó en uno de los arboles, respirando pesadamente. Miró hacia arriba y cerró los ojos, buscando relajarse y pensar claramente. Sentía que se asfixiaba, incluso si no debería ser capaz de sentir algo así. Sentía cómo si la herida estuviera estrujando sus pulmones.

Necesitaba esa sangre de Serafín, pero, ¿Cómo la conseguiría? Aunque su relación con Lucifer había mejorado considerablemente, dudaba que el rey estuviera dispuesto a ayudarlo. Necesitaba una nueva alternativa temporal para calmar el dolor en su pecho. Por ello, recapituló todo lo que había leído en el libro: pegamento para tela, fusible para tela, tela termofusionable, zurcido... Sin embargo, no tenía los materiales para hacer ninguno de ellos, ¿Cómo los iba a conseguir estando así?

Quizá si se acercaba secretamente a Lucifer podría calmar el dolor. Pero, ahora sabe que puede detectarlo fácilmente. Además, ya estaba amenazado: "La próxima vez que te descubra espiándome te voy a arrancar la cabeza de una". No podía arriesgarse a algo así. Aunque, ¿quizá el riesgo valía la pena? Con cualquiera de las dos opciones sentía que iba a morir, pero la diferencia era clara: morir sin dolor o morir en agonía. Sin duda, la primera opción era más atrayente.

Con ayuda de sus sombras, desapareció en la oscuridad de su pantano.

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Recostado en su cama, en la oscuridad casi absoluta, sólo siendo iluminado por la luz de una ventana y viendo una vieja foto familiar, se encontraba Lucifer, siendo "patético", cómo él mismo se consideraba en esos momentos. Viendo la cara de su esposa en la fotografía, cerró los ojos y se enterró en las cobijas, como si quisiera desaparecer de la existencia. Extrañaba cómo era su familia antes y, sobre todo, extrañaba a Lilith.

No sabía por qué ella lo había abandonado, no entendía qué había hecho mal. Sólo sabe que Lilith ya no está allí, durmiendo a su lado. Sabe que ya no desayunarán juntos, jugarán con Charlie ni saldrán a pasear. Esa bella familia simplemente había muerto en el pasado, como si fuera un sueño distante. Casi como si nunca hubiera ocurrido o como si lo hubiera alucinado. Y se sentía tan, tan solo.

O bueno, se sentía sólo hasta que esa presencia apareció en la habitación. Decidió simplemente no prestarle atención; no estoy de humor para las estupideces de Alastor, pensaba. Claro que luego lo haría pagar de alguna forma, pero no tenía nada de energía en esos momentos. Sólo quería dejar de existir. Se quedó allí, llorándole al cuadro familiar, cómo si eso fuera a regresarlo todo lo que había perdido.

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Estaba debajo de la cama del rey del infierno, sorprendentemente vivo. El dolor había empezado a disiparse gracias a la presencia de Lucifer, dejándolo respirar correctamente, sin sentir una presión que lo asfixiaba en su pecho. Tocó la zona afectada, sintiendo el hueco por encima de la ropa. A veces sentía que cada vez se hacía más y más grande, cómo si fuera un agujero negro que quería consumirlo.

De todas maneras, era posible que no lograra hacerlo, pues Lucifer se daría cuenta tarde o temprano de su presencia, y aún recordaba bien sus palabras: "La próxima vez que te descubra espiándome te voy a arrancar la cabeza de una". Realmente, no sabía si estaba hablando en serio. Quizá sólo estaba siendo dramático, no estaba seguro. Lo único de lo que estaba seguro era de que se quedaría allí un buen tiempo, si Lucifer no lo mataba antes.

El tiempo pasaba lentamente, y Alastor comenzó a reflexionar sobre sus opciones. Sabía que no podía depender eternamente de la presencia de Lucifer para calmar su dolor. Necesitaba encontrar una solución permanente, algo que no lo atara a alguien que claramente tenía sentimientos encontrados hacia él.

De repente, se sintió cansado. Era una sensación casi desconocida. Hacía años que no la sentía. Sí, dormía de vez en cuando, pero nunca era por cansancio. Sus ojos empezaron a arder levemente, cómo si tuviera sueño. ¿Por qué? Se preguntaba Alastor, ¿porque si no me había sentido así hace años, estoy empezando a sentirme así ahora? ¿Será culpa de Lucifer? Toda la situación de la herida y su relación con Lucifer... Lo tenían fatigado, de alguna forma.

El cansancio lo intentó arrastrar en contra de su voluntad, sintiendo aquella sensación casi olvidada apoderarse de el. Se obligó a si mismo a abrir los ojos, pues no podía permitirse dormir allí. Sin embargo, los sonidos se empezaban a sentir distantes, mientras sus párpados de tela se cerraban por sí solos.

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Mientras tanto, Lucifer permanecía inmóvil en su cama, la presencia de Alastor en su habitación era una molestia que no quería enfrentar. Sin embargo, algo en su interior le impedía expulsarlo. ¿Era curiosidad? ¿Compasión? No lo sabía. Lo único claro era que la soledad que lo consumía se sentía menos abrumadora con Alastor cerca, aunque no lo admitiría en voz alta.

Empezó a extrañarse cuando las horas pasaron y la presencia aún no se iba. ¿Tan determinado estaba en espiarlo? Con un quejido se levantó de la cama, escuchándola crujir levemente. Dejó aquella fotografía en la mesita de noche, viéndola con nostalgia por unos minutos más.

Tras un bostezo, se concentró en encontrar el escondite exacto del Demonio Radio, listo para echarlo a patadas. Para su sorpresa, estaba justo debajo de la misma cama en la que estaba sentado. Se levantó y luego se agachó, listo para encontrarse con la sonrisa burlona del Alastor.

Sin embargo, la vista lo sorprendió: Alastor, luciendo bastante cansado, estaba profundamente dormido justo debajo de su cama. ¿Acaso este imbécil vino aquí a dormir? Lucifer pensó con el ceño fruncido. Se quedó un momento en silencio, observando a Alastor dormir. La vista era inusual, casi desconcertante. El Demonio Radio, conocido por su energía inagotable y sonrisa constante, ahora yacía vulnerable y tranquilo. Una parte de Lucifer quería despertarlo y sacarlo a patadas. Pero otra parte, una que apenas reconocía, sentía una extraña compasión por su rival.

Sin embargo, luego de ver ese parche en la mejilla de Alastor, supo que no podía desaprovechar la oportunidad de oro que tenía. Movió su mano lentamente hacia el rostro del otro, listo para despegar el parche. Sin embargo, algo detuvo su mano...

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NOTAS DEL AUTOR: Hola 😃. Sé que no estuve publicando en unos días, pero me llegó un dolor de espalda horrendo que no me dejaba ni levantarme, se los juro. Pero no se preocupen, aparentemente es normal y genético, entonces estoy bien, creo 🤷. Igual voy a ir al doctor por si acaso.

En fin. Como siempre, gracias por leer 😊.

✷ᴅᴏʟʟ✷ (ᴀᴘᴘʟᴇʀᴀᴅɪᴏ/ʀᴀᴅɪᴏᴀᴘᴘʟᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora