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Alastor emergió en otro rincón oscuro del hotel, donde las sombras se arremolinaban a su alrededor como si fueran parte de él. El malestar que había comenzado en la habitación de Lucifer seguía clavado en su pecho, incómodo e insoportable.
Se detuvo en seco, respirando profundamente para recuperar su habitual compostura. Sabía que algo dentro de él estaba cambiando, como una cuerda tensa que amenazaba con romperse. La sonrisa falsa que solía sostener sin esfuerzo empezaba a sentirse como una máscara agrietada.
- ¿Qué es lo que me pasa? - susurró, más para sí mismo que para las sombras.
No obtuvo respuesta, pero no la necesitaba. Sabía que todo había comenzado con la mirada de Lucifer, esa mirada que lo había atravesado más allá de sus burlas y juegos. Era irritante, insoportable, y, sin embargo, no podía dejar de pensar en ello. Ese "gracias" había sonado demasiado auténtico. ¿Cómo podía un ser como Lucifer agradecerle? ¿Y por qué eso lo había afectado tanto?
No podía permitirse ese tipo de debilidad. Había pasado demasiado tiempo perfeccionando su fachada, y no iba a dejar que un momento de vulnerabilidad lo hiciera tambalear. Y mucho menos ese extraño sentimiento de calidez en su estómago.
Sus pasos resonaban mientras esa persona rondaba su mente. Sacudió su cabeza, intentando sacarse la imagen de Lucifer de su cabeza. Sin embargo, no podía. ¿Era por la herida? Bueno, todos sus problemas actuales eran a raíz de ella, seguramente ese también. Tras atribuirle todo al poder angelical, continuó su camino acelerando un poco el paso.
La sensación de desgarre comenzaba a instalarse en su pecho, como una asquerosa infección. La cinta ya no resistiría mucho, lo sentía. Su corazón se aceleró, y sintió cómo si sus pulmones fueran estrujados, impidiendo el paso del aire. ¿Qué era esa sensación? Ya estaba harto de las nuevas sensaciones, quería dejar de sentir, aunque sea por un momento.
Entró por la puerta de su habitación de un golpe, tocándose el pecho. Podía escuchar ese maldito ruido "trikk... Trikk...". Cerró con un portazo y se dejó caer, sintiendo el piso frío y escuchando cómo la cinta cedía. "¡Trikkkk!"
- ¡Ghaaaa! - Gritó, sintiendo las lágrimas serpentear por sus mejillas.
El aire se rehusaba a entrar a sus pulmones, por más que lo intentaba obligar a hacerlo. Una repugnante sensación de pelusa se instaló en su garganta, haciéndolo toser. Cuando lo hizo, varios hilos y polvo salieron de su boca. ¿Desde cuándo estaba eso allí? ¿Cómo no lo notó? Se llevó las garras a la garganta en cuanto sintió un líquido subir por su garganta.
- Mmm... ¡Aaaaghhhmmn!
El líquido verde hizo un estruendo cuando salió de su ser, expandiéndose por el piso de madera con rapidez. Hizo unas arcadas más al ver el líquido moverse cual gusanos en el suelo. ¿Acaso había vomitado? ¿Aún podía hacer eso?
Se levantó mientras se llevaba la mano a la boca, sintiéndose asqueroso. Entonces, alguien tocó la puerta.
- ¿Al? - la voz de la princesa del infierno resonó desde el otro lado - ¿Estás bien? Escuché un ruido extraño.
- Eh, sí, claro - Alastor dijo, sintiendo su estómago comportarse raro.
- ¿Seguro? - ella insistió - lo dudaste.
Alastor chasqueó los dedos para que sus sombras comenzaran a limpiar los rastros de lo que acababa de pasar. El líquido verde se escurría lentamente en el suelo, mientras su propia respiración temblaba aún sin su permiso. Había pasado años escondiendo cualquier señal de debilidad, y no estaba dispuesto a romper esa costumbre frente a Charlie. Inspiró hondo, forzando su voz a recuperar su tono despreocupado.
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✷ᴅᴏʟʟ✷ (ᴀᴘᴘʟᴇʀᴀᴅɪᴏ/ʀᴀᴅɪᴏᴀᴘᴘʟᴇ)
Fanfiction✷ᴅᴏʟʟ✷ Tras la pelea con Adán, Alastor terminó muy herido, con su cuerpo de tela realmente dañado. Debido al poder angelical que permaneció en su herida, fue incapaz de cerrarla. Ahora, Alastor debe buscar una forma de repararse antes de que alguien...