ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 5

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Alastor no entendía cómo había pasado eso, pues su capacidad de espionaje y sigilo nunca le habían fallado hasta ahora. Cuando llegó al infierno y empezó a cazar a los antiguos overlords solía espiarlos antes de un ataque, siempre imperceptible, prácticamente invisible. Sin embargo, el rey del infierno había notado su presencia en segundos, y no entendía exactamente cómo: ¡incluso descubrió su ubicación exacta y le arrojó una daga!

Hablando de dicha daga, esta le había arrancado un buen pedazo de tela de la mejilla, dejando un hueco que, si bien era grande, era ocultable hasta que se regenerara sólo, cómo solía hacerlo. Debió haberse ido en cuanto Lucifer preguntó por él.

Gruñó mientras Niffty cubría su reciente herida con un parche blanco y lo ajustaba a su jugar con cinta médica. Al terminar, acomodó su pelo de forma que cubriera gran parte de este parche. Si alguien lo notaba, simplemente dirían que tuvo un pequeño accidente hasta que su mejilla se repare por sí sola. Si lo siguen cuestionando, simplemente evitará la pregunta. Ahora debía preocuparse de otra cosa: ¿Cómo le iba a explicar a Lucifer qué entró a su habitación para espiarlo? No importa la explicación que pensara, todas se escuchaban igual de mal que el espionaje o eran directamente ridículas.

— ¿Alguna idea, Niffty? — Alastor le preguntó a la pequeña, quién estaba sentada en su regazo.

— Bueno, podrías decirle que estabas preocupado por él. Ya sabes, con eso de que se encerró en su habitación sin decir nada, "querías asegurarte de que estuviera bien" — Hizo una pausa y luego añadió con una sonrisa traviesa — O podrías decirle que escuchaste un ruido extraño viniendo de su habitación y pensaste que algo malo estaba pasando. Así que fuiste a "investigar" —

Alastor consideró las opciones, sabiendo que ninguna era perfecta, pero al menos eran un comienzo. Con un suspiro resignado, se levantó, decidido a enfrentar la situación con la misma confianza con la que enfrentaba cualquier otro desafío.

— ¡Gracias, Niffty! Eres encantadora — le agradeció acariciando su cabeza.

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Finalmente había bajado de su habitación. Su hija se acercó a preguntar por qué se había encerrado, y habría expuesto a Alastor, claro que lo habría hecho, pero en ese momento decidió no decir nada, por alguna razón.

— Oh, no te preocupes manzanita — Lucifer la vio con cariño — Es que estaba ocupado haciendo... ¡Esto! — entonces, le mostró el patito en el que había estado trabajando, sólo para ella.

Los ojos de Charlie se iluminaron de emoción al verlo, por lo que lo tomó en sus manos con emoción.

— ¡Muchas gracias! — con eso le dio un abrazo a su padre, uno cariñoso y apretado.

Entonces volvió a sentir esa mirada acosadora, por lo que se giró para ver la fuente. Alastor estaba caminando por el pasillo junto a Niffty, quién mataba a los insectos que se le cruzaban. Cuando ambos estuvieron cerca, pudo ver algo en la cara de Alastor, cubierto con su cabello: un parche. Alastor saludó a Charlie, quién le regresó el saludo, y simplemente continuó su camino, Ignorándolo a él. ¿Estaba enojado? Si era así, no tenía justificación real. Sí, le lanzó una daga, pero Alastor se metió a su habitación a acosarlo, él es quién debería estar enojado.

— Ya vengo, Manzanita — le dijo a Charlie antes de ir tras el demonio radio.

— Está bien. ¡Te espero para cenar! — se despidió Charlie.

✷ᴅᴏʟʟ✷ (ᴀᴘᴘʟᴇʀᴀᴅɪᴏ/ʀᴀᴅɪᴏᴀᴘᴘʟᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora