ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 14

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El olor del café inundaba el acogedor lugar, llenándolo con una extraña tranquilidad. Preparó dos tazas y las acomodó en una mesa redonda y algo baja, rodeada de sillones. Una sonrisa sincera adornaba su rostro, una que rara vez mostraba al mundo. No podía dejar pasar la oportunidad que se le había abierto. Sería un imbécil si lo hiciera.

Se sentó en uno de los sillones, viendo expectante la puerta. Cada segundo que pasaba, su corazón latía con más fuerza, como si intentara escapar de su pecho. La espera se hacía eterna, cada tic-tac del reloj resonaba en sus oídos como un tambor lejano.

Cuando escuchó que se abrió la puerta, rápidamente se puso erguido. Una figura borrosa entró por la puerta, moviéndose con gracia entre los rayos de luz que se colaban por las ventanas. Su silueta era familiar, pero sus detalles se perdían en la distancia.

De repente, sintió algo húmedo en su cara. Tocó su mejilla con sus manos y sintió algo inesperado: ¿Lágrimas? ¿Por qué lloraba? No estaba triste, ¿verdad? Pero el calor de las lágrimas se sentía real, tan real como el aire que respiraba.

La sala se volvía oscura, como si las sombras consumieran cada rincón, devorando la luz que una vez lo llenó de esperanza. Lo último que sintió fueron unas manos tocando sus mejillas y levantando su cabeza con delicadeza. Unos ojos lilas lo recibieron, viéndolo con una falsedad que cortaba más profundo que cualquier cuchillo.

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Alastor abrió los ojos, descubriendo que aquello no era más que un sueño. Se sentó en la cama que había conseguido recientemente, tocando su cara. Parece que las lágrimas fueron lo único real. La sensación de tristeza lo inundó, sintiendo un nudo en la garganta. Rápidamente sacudió los pensamientos y se levantó, intentando olvidar ese sueño y limpiar su cara.

Recordó los acontecimientos del día anterior y se sintió peor. Ya ni quería salir de la habitación, tenía tanta vergüenza... Respiró hondo y soltó el aire de forma lenta. No importaba, sólo era un pequeño error y ya. Todos cometían errores, ¿verdad? Los errores eran algo humano.

Oh, genial. Ahora se considera a sí mismo un humano. ¿Qué sigue? ¿Qué su tela se convierta en piel? La humanidad es algo que ya no merece. Es el Demonio Radio, el que acabó con los overlords más poderosos de su tiempo y transmitió sus gritos en la radio. Definitivamente dejo de ser humano hace años.

Alastor se levantó de la cama y se miró en un espejo, sus ojos reflejando la confusión y el conflicto interno que sentía. No podía negar que las emociones humanas estaban aflorando dentro de él, emociones que pensó haber dejado atrás hace mucho tiempo.

Con un suspiro, decidió que era hora de enfrentar el día, independientemente de sus luchas internas. El mundo no se iba a detener por él. Se arregló el cabello y ajustó su traje, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar. No quería dar ninguna señal de debilidad o desorden, no cometería el mismo error dos veces.

Salió con paso firme, reluciendo su sonrisa falsa. No iba a dejar que nadie se enterara de nada, pues no planeaba dejar que la semilla del caos se sembrara y mucho menos floreciera. No importaba si implicaba dejar su juego con Lucifer, debía protegerse a sí mismo.

Llegó al salón principal, donde el bullicio de la conversacion y las risas llenaban el aire. Se dirigió al bar, donde Husk estaba limpiando un vaso con un paño viejo.

— Un whisky, por favor — pidió Alastor, su voz tan animada como siempre.

Husk asintió, comenzando a servir la bebida sin decir una palabra. Sabía que algo andaba mal con Alastor, pero también sabía que era mejor no preguntar. No era una buena idea hacer enojar al infame Demonio Radio, y eso lo tenía bastante claro.

Mientras esperaba su bebida, Alastor escuchó una voz familiar detrás de él.

— ¿Puedo unirme? — era Lucifer, su tono era casual, pero había una pizca de preocupación.

Alastor se giró, pero rápidamente desvió la mirada al ver la cara del otro. Sintió sus mejillas arder de vergüenza. Carajo, pensó Alastor. Giró su cabeza hacia la ventana, agachando su cabeza para que su cabello cubriera su rostro, esperando que nadie hubiera visto aquello.

— Por supuesto, Su majestad. No veo por qué no — respondió.

Lucifer se sentó, pidiendo también una bebida antes de dirigirse a Alastor — Anoche estabas... diferente — comenzó Lucifer, eligiendo sus palabras con cuidado.

— Todos tenemos nuestras noches, ¿no es así? — Alastor desvió la conversación, no queriendo profundizar en los eventos de la noche anterior.

— Sí, supongo que sí — Lucifer accedió, aunque claramente no estaba convencido.

Hubo un breve silencio entre ellos, lleno de palabras no dichas y preguntas no formuladas. Finalmente, Lucifer habló de nuevo.— Alastor, si alguna vez necesitas hablar... o cualquier cosa... estoy aquí — ofreció, su mirada era seria.

Alastor lo miró, sorprendido por la sinceridad en los ojos de Lucifer. Por un momento, la fachada se desmoronó, y una verdadera sonrisa tocó sus labios.

— Gracias, Lucifer. Lo tendré en cuenta — dijo.

Juntos, en silencio, compartieron sus bebidas, cada uno perdido en sus pensamientos, pero conscientes de la presencia del otro.

Husk veía la escena con curiosidad. ¿Qué fue lo que pasó anoche? Se preguntó. Resistió las ganas de preguntar, pues sabía que no era el mejor momento. Simplemente tomó una botella de alcohol y se la empinó, cado bebiéndola de un trago. Otra persona, igual de curiosa que él, se giró al escuchar la conversación. Angel, sentado en el sillón, vio a Husk con unos ojos interrogativos. El otro levantó los hombros, dejando la botella de lado por un momento.

Angel, con su habitual desenfado, decidió que era hora de romper el hielo — Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? — dijo con una sonrisa burlona — ¿Una reunión de caballeros o una terapia de grupo? —

Lucifer le lanzó una mirada que habría hecho retroceder a cualquiera, pero Angel solo sonrió más ampliamente.

— Solo estamos tomando una copa, Angel — respondió Alastor, su tono era ligero, pero había una nota de advertencia en su voz.

— Oh, claro, claro — Angel se rió — No pude evitar escucharlos. Y lo que dijeron unido a la extraña tensión entre ustedes... ¿Tuvieron sexo? —

La estática de radio resonó por todo el lugar, seguido por el ruido del vaso de cristal rompiéndose en la mano de Alastor. ¿Por qué dijo eso de la nada? Y ¿Por qué mierda creería eso? Alastor se preguntó mientras apretaba los dientes. Incluso si era la situación más probable, no se lo esperaba para nada.

— ¿Disculpa? — Alastor se giró lentamente.

— Oh, carajo — Husk dio varios pasos hacia atrás, empezando a buscar donde esconderse.

— ¿Por qué creerías eso? — Alastor le cuestionó — no hubo nada de doble sentido en nuestra conversación, Angel. Conversación en la que no debiste meterte en primer lugar — las astas en la cabeza de Alastor comenzaban a crecer con un crujido.

— Alastor, tranquilo. Estaba bromeando — Angel se levantó del sillón. No entendía porque de repente Alastor estaba tan enojado, pues siempre hacia chistes sobre eso frente a él y nunca le había dicho nada.

— A ver, vamos a calmarnos — Lucifer se levantó — Em... ¡Salgamos por aire! — Lucifer arrastró a Alastor fuera del hotel bajo la mirada de los otros dos.

— ¡Suéltame! — Alastor exigió mientras pasaban por la puerta.

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NOTAS DEL AUTOR: Se acabaron mis vacaciones 😞.

Pero, en fin. ¿Recuerdan que Husk quería hablar con Niffty? Bueno, adivinen a quién se le olvidó de qué iban a hablar 😶. Me acuerdo que lo anoté en algún lugar, pero no encuentro la hojita 🥲. Dejaré eso de lado en lo que me acuerdo 😅.

Gracias por leer ❤️.

✷ᴅᴏʟʟ✷ (ᴀᴘᴘʟᴇʀᴀᴅɪᴏ/ʀᴀᴅɪᴏᴀᴘᴘʟᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora