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Alastor no podía evitar estar preocupado. Habían pasado días desde que vio a Lucifer, quién se había encerrado en su habitación, aislado de todos. Algunas veces intentó tocar la puerta, pero nadie respondió a su llamado, haciéndolo sentir un nudo en su estómago. Era totalmente ridículo que se encontrara allí de nuevo. Lucifer puede cuidarse sólo. Es un adulto responsable, no necesita que alguien esté detrás de él.
¿Por qué le importaba, en primer lugar? Si bien Lucifer lo había ayudado, no estaba obligado a devolver el favor, ¿verdad? Y aún así, estaba en frente de esa puerta, debatiendo internamente sus opciones. ¿Debería entrar a la fuerza? Lo había hecho muchas veces antes, no sería un problema.
Su atención se dirigió a la ranura debajo de la puerta, un lugar para acceder fácilmente gracias a sus sombras. Se quedó estático unos segundos, pensando en qué hacer a continuación. Giró hacia los lados, buscando confirmar que nadie estuviera observando. Cuando encontró el pasillo vacío, se desvaneció en las sombras.
Reapareció en el interior de la habitación desordenada, con patos de goma esparcidos por todas partes. Había botes de helado alrededor, totalmente vacíos, acompañados por ropa sucia esparcida incluso sobre los muebles. Finalmente, había un bulto escondido bajo las cobijas de la cama, totalmente inmóvil.
Se acercó con sigilo, sus manos un tanto temblorosas detrás de su espalda. Se inclinó levemente hacia adelante, viendo una brillante cabellera rubia sobre la almohada. Entonces, una voz conocida se escuchó:
— Creí haberte dicho que no entraras aquí— Lucifer dijo, sin siquiera voltear. Su voz sonaba ronca, cómo si hubiera estado llorando. Los músculos de la cara de Alastor se tensaron, pero rápidamente recuperó la compostura.
— Me disculpo — Alastor dijo, poniéndose erguido — sólo me llamó la atención su repentino aislamiento — aseguró, sin querer admitir su preocupación.
— lárgate.
— Dios, este lugar es un desastre — Alastor ignoró el comentario, agachándose y tomando uno de los botes de helado del suelo — permítame ayudarlo.
— Deja mis cosas, yo limpio después — Lucifer aseguró, sin moverse.
— no se preocupe. No es como si fuera a cobrarle — Alastor se alzó de hombros, chasqueando los dedos.
En segundos, sus sirvientes sombras empezaron a recoger la basura, acomodar la ropa sucia en su lugar, y ordenar los patitos de goma sobre las estanterías. Cuando Lucifer alzó la cabeza, frotándose un ojo, encontró su habitación completamente ordenada.
Lucifer soltó un carraspeo— no necesito tu lástima — dijo, dejándose caer sobre la cama nuevamente.
— ¿Lástima? — Alastor repitió, ladeando la cabeza — no lo es, sólo estoy ayudando.
— ¿Por qué? Te dije que dejaras todo como estaba.
Alastor se tomó un momento para considerar su respuesta. Había muchas razones, pero ninguna parecía adecuada para expresar lo que realmente sentía.
— No estoy seguro — Alastor se alzó de hombros, sentándose en la cama mientras observaba a Lucifer con una mezcla de preocupación y curiosidad. Alastor se quedó en silencio por un momento, buscando las palabras adecuadas. Finalmente, decidió mantener su fachada — Simplemente no puedo soportar ver este desastre. — Dijo con un tono despreocupado, encogiéndose de hombros — Además, Charlie se preocuparía mucho si supiera que se ha dejado caer así.
Lucifer se giró lentamente, sus ojos rojos encontrándose con los de Alastor. Había una mezcla de sorpresa y algo más, algo que Alastor no podía identificar del todo.
— ¿Charlie? — repitió Lucifer, como si la palabra fuera extraña para él — Oh, cierto — dijo, sentándose en la cama — luego pasaré más tiempo con ella.
Alastor se inclinó levemente hacia Lucifer — ¿Por qué no ahora? — preguntó con un tono ligero, intentando aliviar la tensión.
— no me siento bien...
Alastor observó el cuarto ahora limpio, pero no sintió el alivio que esperaba. Su mirada se detuvo en Lucifer, quien seguía acostado, perdido en pensamientos que no compartía. Sabía que algo estaba mal, pero las palabras no salían. Quería decirle que no estaba solo, que no importaba cuánto tratara de aislarse, él estaría allí. Pero eso sería admitir demasiado.
— Está bien, no tiene que hacer nada ahora — dijo Alastor con suavidad — pero no voy a dejarlo solo. Al menos, déjeme estar con usted.
Lucifer suspiró, pero no protestó. Se dejó caer nuevamente sobre la cama, mirando al techo con una expresión vacía. Alastor se quedó en silencio, respetando el espacio de Lucifer, pero sin apartarse de su lado.
Lucifer suspira profundamente, sin decir nada, pero no protesta por la presencia de Alastor. Alastor, sin querer incomodarlo, se queda quieto, observando las sombras moverse suavemente por la habitación. El silencio entre ellos ya no es tenso, sino casi... cómodo.
— Tómese su tiempo — dice Alastor finalmente, en un susurro. Lentamente movió su mano al hombro de Lucifer — Estoy aquí — Lucifer no respondió, pero algo en la tensión de su cuerpo se suavizó.
Alastor se quedó sentado en silencio, observando a Lucifer mientras este miraba al techo. El tiempo parecía detenerse en esa habitación, donde las sombras danzaban suavemente en las paredes. Alastor no sabía cuánto tiempo había pasado, pero por alguna razón no le importaba.
Lucifer finalmente cerró los ojos, no para dormir, sino como si buscara escapar momentáneamente de la realidad. Alastor no movió un músculo, respetando el espacio que Lucifer parecía necesitar, pero en el fondo no podía evitar sentir que algo estaba terriblemente mal.
— Sabes, nunca imaginé verte así — comentó Alastor, rompiendo el silencio con un tono casual, como si comentara sobre el clima.
Lucifer no respondió, pero la ligera inclinación de su rostro indicaba que lo había escuchado. Alastor continuó, esta vez con una voz más baja y reflexiva.
— Siempre tan fuerte, tan seguro de ti mismo... — hizo una pausa, como si evaluara sus palabras — Pero me pregunto, ¿a quién le muestra Lucifer sus debilidades?
Lucifer entreabrió un ojo y lo miró de reojo — no soy tan diferente a ti — dijo, recordando el momento de pánico que Alastor había tenido. La vergüenza golpeó a Alastor con dureza. Casi había olvidado ese momento. Lucifer notó la tensión en sus hombros y continuó — no te preocupes, no es malo. Yo llegué a pasar por lo mismo. Nadie es invulnerable, por mucho que lo intentes.
Alastor asintió lentamente, procesando las palabras de Lucifer. Había algo reconfortante en saber que incluso alguien tan poderoso como Lucifer tenía sus momentos de debilidad — Gracias por decir eso — respondió Alastor en un susurro.
— Alastor... gracias por quedarte.
Alastor sonrió suavemente, aunque sabía que Lucifer no podía verlo.
— no necesitas agradecer.
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✷NOTAS DEL AUTOR✷
Sé que me tardé un poco en publicar. La explicación es que estoy trabajando en mi otro fanfic, The Night Walkers, y estoy empezando otro, pero se me ocurrió que sea sólo una parte, como un One-shot. El problema es que la historia es demasiado extensa y no voy ni a la mitad 😅 (12840 palabras hasta ahora). Creo que mejor la voy a escribir en partes, así que me toca dividir lo que tengo.
Para terminar. Gracias por leer, como siempre. Y un saludito a Kimberly si está leyendo esto 👋. Nos vemos en el siguiente capítulo ☺️.
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✷ᴅᴏʟʟ✷ (ᴀᴘᴘʟᴇʀᴀᴅɪᴏ/ʀᴀᴅɪᴏᴀᴘᴘʟᴇ)
Fanfiction✷ᴅᴏʟʟ✷ Tras la pelea con Adán, Alastor terminó muy herido, con su cuerpo de tela realmente dañado. Debido al poder angelical que permaneció en su herida, fue incapaz de cerrarla. Ahora, Alastor debe buscar una forma de repararse antes de que alguien...