Capitulo 9

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Letizia regresó al país después de varias horas de vuelo. En su casa, la esperaba su madre, paloma, para darle la bienvenida tras una semana sin verla. Su padre no estaba en casa; seguramente se encontraba en la empresa. La mujer la abrazó con fuerza y Letizia le devolvió el gesto. María les preparó una merienda, y juntas se sentaron en el comedor. Su madre quería saber qué había hecho en Italia durante esos días.

—Dime, mi amor... ¿Qué hiciste en tu viaje? ¿Te divertiste?

—Mamá, no vas a creer todo lo que pasó. Podría escribir una novela — comenzó a relatarle todo lo sucedido a su madre, quien la escuchaba con asombro.

—Francesco Capelli... ¿por qué me suena ese nombre? — se preguntó Paloma, tomando un sorbo de su café.

—Me enamoré, mamá. Me enamoré de él en solo una semana. ¿Puedes creerlo? confesó, con tristeza en su voz.

—No te preocupes, hija — manifestó, tomando la mano de Letizia— Si su amor tiene que ser, será. El destino se encargará de juntarlos.

—Sí, mamá. Hicimos una promesa: nos encontraremos dentro de un año en la Toscana.

—Abi... sabes que nadie te obliga a casarte

—Lo sé, mamá, pero quiero hacerlo. No voy a permitir que ese hombre se quede con todo lo que es nuestro.

—Está bien, hija. Sé que una vez que te separes de él, serás feliz con Francesco Capelli, y eso será suficiente para nosotros.

—Así será, mamá.

Los días de la semana pasaron volando. No podía creer cuánto extrañaba a Francesco. Por suerte, tenía mucho trabajo en la empresa, lo que mantenía su mente ocupada. En dos semanas debían presentar los últimos modelos de autos en una exposición internacional en Italia. "¿Estará allí Francesco?", se preguntaba Letizia

Desde la última llamada no había vuelto a saber de Felipe. ¿Qué estaría tramando ese hombre? Seguramente no pasarían muchos días hasta que tuviera noticias de él.

Finalmente, Letizia terminó su trabajo de la mañana y quiso almorzar con su padre. Juntos fueron a la cafetería del edificio, donde otros empleados también estaban comiendo.

—Gracias por almorzar conmigo, papá — le agradeció con una hermosa sonrisa.

—Gracias a ti, hija, por acompañarme. Tengo mucho trabajo, al igual que tú. No puedo volver a casa a almorzar con tu madre.

—Lo sé, papá. La exposición en Italia nos tiene bastante ocupados, pero saldrá todo bien, ya verás. Es una oportunidad única para captar inversores.

—Eso mismo pensé, Leti, Tienes mucho trabajo. ¿Quieres que ponga a alguien que te ayude? — preguntó Jesús al ver lo agotada que estaba su hija.

—Claro que no, papá. Déjamelo a mí. Yo me haré cargo.

—Está bien. Serías una gran CEO. Deberías estar ocupando mi lugar. Se te dan los negocios mejor que a mí.

—Sabes que no quiero serlo, papá. Sin embargo, siempre estaré apoyándote en todo — En ese momento, el teléfono celular de Jesús comenzó a sonar, interrumpiendo la charla entre padre e hija. Cuando vio la pantalla, notó que aparecía el nombre de Felipe de Borbón y su cara se puso pálida, llamando la atención de su hija.

—Papá, ¿qué sucede? ¿Quién es? — preguntó Letizia, preocupada.

—Es Felipe, hija

—Atiende, papá. — Jesús atendió la llamada y del otro lado del teléfono escuchó la voz de ese hombre, comunicándole que esa misma noche quería cenar con ellos para firmar el contrato matrimonial y poner fecha para el casamiento. Letizia estuvo de acuerdo y Jesús cortó la llamada. Al fin conocería cara a cara a ese hombre. Esa noche comenzaría su tortura durante un año, todo sea por la empresa y su familia.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer, Leti? Aún estás a tiempo de rechazar la propuesta.

—No, papá. Me casaré con él. Ya está decidido.

—Quizás te enamoras, mi amor.

—Nunca, papá. Ya estoy enamorada de otra persona, y Felipe de Borbón no se merece ni un poquito de mi amor.

Letizia terminó de almorzar con su padre y siguió trabajando en la exposición. Al terminar el día, se retiró a su casa.

Después de hacer un poco de ejercicio, se tomó una ducha refrescante y se puso un vestido de los que le regaló Francesco. Al menos quería tenerlo presente en ese momento en que conocería a ese demonio de  Felipe

María le preparó una merienda en el jardín y Letizia se sentó a disfrutar en soledad. Entonces, su teléfono comenzó a sonar y notó que era un número desconocido, aunque tenía característica de Italia. Sin pensarlo, atendió la llamada. ¿Sería Francesco?

—¿Hola? — saludó la joven.

Hola, mi querida Leti — Letizia enseguida reconoció la voz de Francesco del otro lado del teléfono. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

—Francesco, no sabes cuánto te extraño — le confesó Letizia

—Yo también te extraño, mi amor, pero deja de llorar. No quiero que sufras por mi culpa — Francesco se sentía la peor basura del mundo; sin embargo, no pudo evitarlo.

—¿Sabes qué? Esta misma noche salgo para Italia y que la empresa y Felipe de Borbón se vayan al infierno. Quiero estar contigo, quiero casarme contigo.

—Leti sabes que jamás te lo perdonarás. No te preocupes, mi amor. Muy pronto nos volveremos a ver.

—¿Lo dices en serio, Francesco? ¿Estarás presente en la exposición? — preguntó ansiosa.

—Sí, Debo estar, representando a mi empresa.

—No veo la hora de que llegue ese momento. — Francesco sabía que estaba cometiendo un terrible error; sin embargo, no soportaba más sin escuchar su voz. En unas horas, Letizia sería solamente un negocio y no podría demostrar sentimientos hacia ella.

—Leti, solo quiero decirte algo.

—Dime, Francesco.

—Pase lo que pase, quiero que sepas que te amo — confesó Francesco, cortando la llamada y dejando a Letizia desolada y con el corazón en la mano. No podía creer que estaba dejando ir al amor de su vida por salvar el patrimonio de su familia.

La noche llegó finalmente. Ella estaba muy nerviosa ya que en unos minutos conocería a Felipe de Borbón. Estaba sentada en el living de la casa con su madre, contándole la llamada que recibió de Francesco.

—¿Cómo habrá conseguido tu número, hija?— preguntó paloma, algo que ella también se preguntó.

—No lo sé, mamá, Cortó antes de que pudiera preguntarle.

—Ese hombre te ama con locura

—Y yo a él, mamá—  De repente, la puerta principal se abrió y Jesús ingresó a la casa acompañado de una persona. Al principio, Letizia pensó que sería Felipe de Borbón; sin embargo, cuando vio a la persona que tenía frente a sus ojos, no lo pudo creer. Comenzó a llorar desconsoladamente y, sin pensarlo, corrió a abrazarlo. Francesco estaba allí. Francesco había venido por ella.

—Francesco, eres tú. No lo puedo creer...

—¿Francesco? ... Hija, te presento a Felipe de Borbón — dijo Jesús, viendo cómo la cara de su hija se ponía pálida y las palabras no salían de su boca, mientras las lágrimas no dejaban de caer.

—¿Felipe de Borbón? ¡No puedo creer que me hayas engañado de esta manera! No eres un demonio, ¡eres el mismísimo diablo!

Un Matrimonio Por Conveniencia (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora