Capitulo 6

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Letizia abrió los ojos, cegada por la luz del sol que entraba por la ventana. Aún confundida y con un terrible dolor de cabeza, se sentó en la cama y miró a su alrededor, sin entender dónde estaba. Esa no era la habitación de su hotel.

Se levantó y, en ese momento, oyó que alguien golpeaba la puerta del cuarto. Dio permiso para entrar y se sorprendió al ver a Francesco con una bandeja de desayuno y una caja de regalo que colocó sobre la cama.

—Buenos días, bella Leti. ¿Cómo te has despertado? —preguntó Francesco, admirando su belleza, quien sin maquillaje, al natural y recién despierta, lucía envidiablemente hermosa.

—¡Hola, Francesco, buenos días! ¿Qué hago aquí? —preguntó, confundida.

—Anoche te quedaste dormida en el auto y no sabía en qué hotel estabas, así que te traje a casa.

—Gracias. No sé cómo agradecerte todo lo que estás haciendo por mí.

—No tienes que agradecerme, Leti. Me caes bien y, por alguna razón, tengo unas ganas tremendas de protegerte. Además, quiero llevarte a practicar paracaidismo. ¿Qué dices? —Felipe vio cómo sus ojos se iluminaban y una preciosa sonrisa aparecía en sus labios.

—¿De verdad harías eso por mí? —preguntó Letizia, y, llevada por un impulso, lo abrazó. Sin embargo, enseguida se sintió incómoda y se disculpó. Lo siento, es que soy muy impulsiva.

—Me he dado cuenta de que eres una persona que siempre muestra lo que siente.

—Así soy yo.

—Te dejaré desayunar tranquila. Allí tienes el baño, y en esta caja hay un regalo para ti.

—¿Un regalo? ¿No es suficiente con todo lo que estás haciendo por mí?

—Algún día me devolverás el favor. Dentro hay ropa que compré para ti, así podrás lavar la que llevas puesta.

—Eres muy bueno conmigo-manifestó, emocionada.

—Te esperaré abajo. Tómate todo el tiempo que necesites —dijo, acercándose para darle un tierno beso en la frente antes de salir de la habitación sin decir más.

Letizia tomó el desayuno y una píldora para el dolor de cabeza que Francesco había dejado, anticipando las consecuencias del exceso de alcohol de la noche anterior. Ella no solía beber tanto, pero se había sentido tan cómoda conversando con él que no se dio cuenta de la cantidad de vino que ingirió.

En ese momento, comenzó a observar la habitación con más detenimiento. Había dormido en una cama de dos plazas, realmente cómoda, con un inmenso armario de algarrobo y mesitas de luz a juego. El cuarto era lujoso, como seguramente lo sería toda la casa, confirmando que Francesco debía tener mucho dinero, probablemente más que ella.

Después de terminar el desayuno, se encerró en el baño, tan lujoso como la habitación, con bañera y jacuzzi. No tenía mucho tiempo, así que se duchó rápidamente, aunque le encantaría probar el jacuzzi algún día. Al salir, se acercó a la cama y abrió el regalo de Francesco: un precioso vestido floreado y unas sandalias muy cómodas, perfectas para el caluroso día de verano.

No pudo evitar sentirse feliz. Francesco la llevaría a practicar paracaidismo. Tenían tantas cosas en común que, si no tuviera que casarse con el demonio de Felipe de Borbón... Sentía que se estaba enamorando de él, y demasiado rápido para su gusto.

Terminó de vestirse, arreglarse el cabello, y salió de la habitación. Encontró a Francesco preparando todo para pasar el día fuera de casa, con una canasta de picnic y una cámara de fotos.

—Estás bellísima, Leti. No me equivoqué al elegir ese vestido para ti —la halagó, sin poder apartar los ojos de ella.

—¿Lo elegiste tú? —preguntó, sorprendida Tienes muy buen gusto. Es muy bonito.

—¿Estás preparada para pasar un gran día?

—¡Sí! ¿Haremos un picnic en la montaña?

—¿No te parece algo muy romántico? —exclamó Francesco, haciendo que ella se sonrojara-. Lo siento, Leti, no quise incomodarte.

—Está bien. La vergonzosa soy yo, tú no has hecho nada —se excusó con una hermosa sonrisa.

—Leti... —Felipe tenía unas terribles ganas de besarla, pero intentó contenerse.

—Sí, dime...

—Olvídalo. Vamos, el día está espectacular para hacer paracaidismo.

—¿Tú lo harás conmigo?.

—¿Acaso crees que te dejaré disfrutar sola? Por supuesto que lo haré —respondió Francesco, sonriendo. Disfrutaría de  estos días, porque una vez que estuvieran casados, no le demostraría lo que sentía; no iba a ser débil por amor.

Ambos colocaron sus pertenencias en el auto y se dirigieron al lugar de práctica de paracaidismo. Allí, se encontraron con Phillip, primo de Felipe y encargado del establecimiento. Este se acercó para hablar con él a solas mientras Letizia se cambiaba:

—Hola, Phillip. ¿Cómo estás?

—Hola, Felipe. ¿Has venido a practicar paracaidismo?  — preguntó su primo, extrañado.

—Sí, Phillip, pero necesito pedirte un favor.

—Dime... -respondió algo confundido.

—Necesito que no digas quién soy. No me llames por mi nombre. Estoy acompañado y mi compañía no sabe que soy Felipe de Borbón

—¿Qué? ¿Hay alguien en toda Italia que no sepa quién eres?

—Por lo visto, sí. Solo te pido que me llames Francesco y que no menciones mi apellido

—¿Usas el nombre del abuelo? ¿Por qué tanto misterio?

—Es una larga historia. Luego te la contaré. Solo que mi compañía no puede saber quién soy.

—Está bien, no te preocupes, no diré nada.

—Nos vemos esta noche en casa para cenar —saludó, dirigiéndose al vestuario a ponerse el equipo especial. Luego, se reunió con Letizia y varias personas que murmuraban entre ellas, seguramente reconociéndolo. "Espero que ella no se dé cuenta", pensó para sí mismo.

—Hola, Francesco. Ya te extrañaba, ¿dónde te habías metido?  —preguntó Letizia, observando el ajustado traje, que revelaba su impresionante físico, lo que la hizo sonrojarse, llamando la atención del joven.

—¿Estás bien, Leti? —preguntó preocupado.

—¡Sí! No te preocupes. Ya está todo listo, en minutos subimos al avión —exclamó, cambiando de tema, emocionada.

—Estás muy feliz, realmente disfrutas esto.

—No te imaginas cuánto —respondió, con una bella sonrisa.

A los pocos minutos subieron al avión y se prepararon para disfrutar del aire, del viento, de volar. Letizia nunca olvidaría los hermosos días que estaba pasando con Francesco, y mucho menos podría olvidarse de él.

Un Matrimonio Por Conveniencia (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora