Capitulo 18

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Hoy fue un día menos caluroso. Letizia se sintió mucho mejor; el medicamento que la doctora le recetó para las náuseas había surtido efecto. Por suerte, no se encontró con Felipe. Desayunó con su abuelo Francesco, a quien le dio la noticia de que tendría gemelos, y luego salió a la alberca a nadar un poco. La doctora le había aconsejado que se cuidara mucho durante los primeros meses, pero le dijo que un poco de ejercicio no le haría daño.

Después de nadar, se tomó una ducha y se puso algo cómodo: un vestido verde que hacía juego con sus ojos. Estaba bellísima y, poco a poco, su vientre comenzaba a notarse más. No iba a poder esconderlo por mucho tiempo más de su esposo.

Hoy vendría Isabella a tomar el té con ella, como se lo había prometido. Una de las chicas del servicio les preparó una mesa en el jardín con una merienda completa, para que pudieran conversar a gusto y disfrutar de la tarde.

Cuando la joven llegó a la casa, se saludaron con cariño y se sentaron en el jardín, esperando el té que Marian, la joven del servicio, de origen latino y que trabajaba para el señor Francesco desde hacía años, estaba por traer.

—Señora Leti, cada día está más bella. Tiene un semblante tan radiante y unos ojos luminosos — comentó Isabella, elogiándola. Dicen que durante el embarazo la mujer se pone más hermosa, y Letizia no era la excepción.

—Por favor, solo dime Leti. Nada de formalismos.

—Está bien, Leti — respondió Isabella, sonriéndole.

—Señora, aquí tienen el té — dijo Marian, acomodando las tazas en la mesa.

—Otra más que me llama señora. Chicas, tengo 25 años; dejen de decirme señora y díganme Leti. Me hacen sentir una anciana — dijo, divertida.

—Está bien... Leti, me retiro, con su permiso. Cualquier cosa que necesite, llámeme, estaré en la cocina.

—Así me gusta, Marian — Letizia le sonrió y la joven le devolvió la sonrisa.

—Cuéntame, ¿qué tal la cena de negocios, Leti? Estabas tan linda esa noche — recordó Isabella.

—Estaba hermosa porque tú hiciste un gran trabajo; toda la noche elogiaron tu peinado.

—Gracias. Sin embargo, cada día estás más bella. Estás feliz, se te nota en la cara. El señor Borbón debe ser un buen esposo para ti — pensó Isabella, sin saber que Letizia estaba feliz por sus bebés y no por su esposo.

—Debo confesarte algo, Isabella; aún nadie lo sabe, así que debes guardar silencio porque es una sorpresa para Felipe

—Dime con toda confianza, soy una tumba.

—Estoy embarazada de gemelos, por eso estoy tan contenta.

—Con razón estás radiante. Te felicito, Leti. Gemelos, el señor Borbón saltará de la felicidad.

—No te creas, él quería solo un hijo. No sé qué pensará cuando se entere de que serán dos.

—Mira... no conozco mucho al señor, pero mi marido, que trabaja para la empresa, me dijo que no es tan malo como aparenta. El jefe nos ayudó a progresar, a tener nuestra casa — Letizia no podía creer lo que estaba escuchando; ese no es su marido, Felipe no es así. —Pero se pondrá feliz, ya verás. En este momento necesitas mimos y muchos cuidados; su matrimonio se afianzará mucho más con la llegada de los niños—  matrimonio, pensaba Letizia, el matrimonio más falso del mundo

—Leti, ¿estás bien? — preguntó al verla pensativa. Debía decirle la verdad a alguien o podría explotar en cualquier momento, y no quería hacerle daño a sus bebés.

—Isa, en realidad... este matrimonio no es real-no podía creer que finalmente lo había dicho; se sentía tan aliviada de que alguien conociera su secreto.

—¿Cómo que no es real, Leti ? ¿A qué te refieres? — preguntó sorprendida.

—Felipe  y yo estamos casados por un contrato; es un matrimonio por conveniencia — explicó, al borde de las lágrimas. Necesitaba tener una amiga a la que pudiera contarle sus sentimientos y dolores frente a este maldito matrimonio.

—¡Dios mío! Pensé que en esta época esos matrimonios ya no existían. ¿Pero por qué, Leti?

—Mi padre le pidió un préstamo muy importante a Felipe para invertir en un negocio norteamericano y puso nuestra empresa como garantía. El negocio salió mal y nos quedamos en la ruina. Mi esposo se quedó con todo lo que era nuestro.

—El señor Felipe es implacable con la competencia — acotó la joven.

—Y lo comprobé, Isabella. Soy la prueba de que lo que dicen de él es cierto.

—Cuéntame, ¿cómo llegaron a casarse?

—Es una larga historia, pero Felipe necesitaba una esposa para quedarse con las concesionarias Borbón y le propuso a mi padre un matrimonio de conveniencia por un año; así perdonaría todas nuestras deudas.

—¡Oh Dios mío! Eso es muy cruel.

—Tuve que aceptar, Isa; no tenía otra alternativa. No podía perder todo lo que le pertenece a la familia y, sobre todo, despedir a cientos de empleados, empleados de toda la vida.

—Te entiendo, Leti, pero creo que tú te has enamorado de él, ¿verdad? —preguntó Isabella mientras Leti comenzaba a llorar, ya que el embarazo la tenía muy sensible.

—Perdón, son las hormonas. En realidad, sí lo amo y no te das una idea de cuánto, pero también lo odio.

—Hay algo más, ¿verdad? — preguntó Isabella, con curiosidad.

—Sí, hay algo más. Antes de casarnos, vine de vacaciones a Italia para despejar mi mente de todos los problemas, y en el avión lo conocí. Se hizo pasar por su abuelo, Francesco Capelli. Yo no conocía la imagen de Felipe, así que fue fácil engañarme. Él se comportó tan gentil, tan engañarme. Él se comportó tan gentil, tan dulce toda la semana, que me enamoré de él perdidamente y él también se enamoró de mí. Fue tan dolorosa la despedida, al saber que yo debía casarme con otro hombre y que estaba perdiendo al amor de mi vida. Siento que Felipe es eso para mí. Pero imagínate cuando se presentó en mi casa como Felipe de Borbón, yo pensando que Francesco había ido por mí y enterarme de que era mi futuro marido, casi muero de la angustia. Ese día mi corazón se rompió en pedazos y todavía está sanando.

—Amiga querida, no puedo creerlo. Pero si él también te ama, ¿por qué este matrimonio no puede ser real?

—Porque Felipe ama más el dinero que a mí. Necesita tener un hijo para heredar todo y debe quedarse con el niño. Cuando nos divorciemos dentro de un año, desapareceré con mis hijos y no podrá encontrarme.

—Es Felipe de Borbón, puede hacerlo. Es uno de los hombres más ricos del mundo y tiene influencias.

—Lo sé, pero tengo un año para planear muy bien mi desaparición — en ese momento el teléfono de Letizia comenzó a sonar y en la pantalla apareció un número italiano desconocido, así que decidió atender la llamada — Hola, ¿quién habla?

—Hola Letizia, soy Eva. Seguro sabes quién soy; soy la amante de tu marido —confesó la noruega con mucha seguridad.

—Hola Eva, sé quién eres. ¿Por qué me llamas? — preguntó Letizia, desconcertada. El maldito de su esposo seguía tomándola por estúpida, nunca terminó con ella.

—Necesito hablar contigo. ¿Puede ser mañana? — Eva  le pasó la dirección de un bar.

—Muy bien, allí te veré..

Un Matrimonio Por Conveniencia (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora