Capitulo 5. Unos ojos de profundo gris.

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Le habían limpiado los cristales, lavado la camisa y cubierto las heridas. Aun así, Caolín no había necesitado ni siquiera mirarlos para saber lo que había pasado. 

Beril no supo cómo, pero lo sabía.

Los había hecho formar en una hilera y pasaba frente a ellos como un general ante su ejército.

- Os he confiado una misión. El más débil entre vosotros, aparentemente, debía ser protegido y ayudado, instruido... Esta primera misión no la habéis cumplido en ninguno de sus aspectos. Quiero que uno por uno deis un paso al frente y asumáis vuestra responsabilidad.

Quarzo fue el primero. Dio un paso al frente sin dudarlo. Lo que ocurrió después dejó a Beril sin respiración. Caolín saltó sobre sus pies moviendo su bastón con fuerza. Sobre Quarzo apareció un enorme bloque oscuro que él sostuvo sin moverse, en equilibrio sobre su cabeza.

Acto seguido Aramen dio un paso al frente también. También él se convirtió en una figura inmóvil, concentrado en mantener el equilibrio bajo la pesada carga del Maestro. La siguiente en dar un paso al frente fue Argentis, pero Beril se anticipó situándose al frente de todos.

- Maestro Caolín, me gustaría asumir toda la responsabilidad de lo sucedido por cada uno de ellos. La culpa de que discutieran entre ellos es únicamente mía.

Caolín lo observó con tranquilidad. Beril miraba al maestro con intensidad y su cuerpo estaba lleno de adrenalina porque sabía lo que se le avecinaba.

- ¿Estás dispuesto a asumir la responsabilidad por todos ellos?

- Si. – respondió Beril, casi arrepintiéndose.

- ¿Por todos?

- Si.

- ¿Incluido Quarzo? – Beril lo miró. ¿Cómo podía saber que había sido él?

- Incluido.

- ¿Por qué?

- Porque no creo que antes de mi llegada hayan tenido un motivo de discusión como el que tienen ahora...ni una carga como la que tienen... – respondió Beril, mirando de reojo a Quarzo, que casi dejó caer el peso que sostenía sobre su cabeza para mirarlo de reojo.

El maestro del grupo pasó delante de ellos nuevamente.

- Vuestra carga se ha convertido en vuestra fuerza como grupo. Gracias Beril, creo que serás muy útil en este grupo. – miró a los demás cuando añadió – Yo me sentiría afortunado de tener al lado a un compañero así...

Y volviéndose de nuevo hacia él.

- Arrodíllate y extiende los brazos en cruz.

Tras el discurso había esperado que todo se hubiera quedado en una advertencia, pero aceptó las consecuencias de su decisión hasta el final.

El primer bloque le pareció más pesado de lo que esperaba y sobre todo complicado de mantener en equilibrio sobre su cabeza. Cerró los ojos. Sonó el bastón contra el suelo de nuevo y con la aparición del segundo bloque notó la tirantez de las heridas apenas curadas. Algunas de ellas empezaron a sangrar de nuevo con los músculos tensionándose. La tercera y la cuarta sobre sus manos le desequilibraron momentáneamente. Notó que alguien le ayudaba a retomar el equilibrio arrodillándose frente a él y sosteniéndole las manos. Abrió los ojos para encontrarse con otros de un profundo gris a pocos centímetros de los suyos.

- Respira despacio y siente la fuerza que se mueve ligeramente. Síguela. – dijo la voz de Argentis a pocos centimetros de él.

El quinto bloque lo dejó un segundo sin aliento. Un sexto y séptimo aparecieron casi simultáneamente y el peso le produjo un dolor sordo. Tras el octavo, seis pares de manos sostenían ya el peso de todos aquellos bloques. 

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