Capitulo 13. Gotas doradas entre los cristales verdes.

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Le despertó un rumor. Una figura resaltaba con el resplandor de la noche al lado de la cama.

- Beril... – oyó que lo llamaba con voz ligeramente infantil.

La piel tenía un brillo frío a la luz de la luna.

- Argentis – dijo no dándose cuenta de que ya no estaba dormido. La figura calló un momento.

- Soy Auris.

Abrió los ojos, sobresaltado.

- ¡¡Auris!! Qué... – comenzó a decir.

Ella se sentó en el borde de la cama.

- Todo me recuerda a ella... – dijo con voz triste. – No quería venir porque todo me recuerda a ella.

No sabía qué decir. Sabía perfectamente de lo que estaba hablando.

- ¿Qué es lo que haces tú para seguir viviendo con el recuerdo de las personas que has perdido?

Comprendió lo que decía. No era fácil pensar que no volvería a ver a sus seres queridos...

- También los echo de menos...eso no cambia.

- No puedo soportarlo... – se le quebró la voz rompiendo en mil sollozos.

Estaba como paralizado oyendo a la persona más dura que había conocido nunca deshacerse en lágrimas.

De repente Auris se deslizó a su lado apoyándose contra él. La acarició la cabeza hasta que dejó de llorar y su respiración se hizo regular. Notaba su corazón agitado latiendo contra el suyo propio.


Se despertaron con un gran sobresalto uno junto al otro.

- ¡Beril! ¡Beril! ¿¿Estás ahí?? – Eilean llamaba a su puerta agitado.

Se miraron mutuamente, saltando de la cama como empujados por un muelle.

Auris tenía los ojos abiertos como platos. Fue corriendo hasta la ventana y la abrió.

- Auris, ¿qué haces? – la dijo en voz baja intentando impedirle que saltara por la ventana.

- ¡Lo he hecho un montón de veces!! – dijo.

- No sería mejor ...

Auris lo miró a los ojos.

- No quiero que piense lo que no es.

Sin decir nada más saltó al otro lado de la barandilla del balcón y en una décima de segundo había saltado al balcón de al lado. Con un solo movimiento voló de nuevo por encima de la barandilla entrando en la habitación contigua.

Eilean entró en ese momento sin esperar respuesta y encontró a Beril solo en la habitación, asomado a la ventana.

- Ah...tú estás aquí. – miró a su alrededor. – He entrado a despertar a Auris, pero no estaba en su habitación, ¿sabes...?

- No... no tengo idea de donde puede estar.

Eilean acercó despacio su cara a la de Beril, mirándolo a los ojos, con Beril cada vez más incómodo sin saber siquiera el por qué.

Auris apareció por detrás de su padre.

- Papá por favor, ¡tranquilízate! – dijo tranquilamente.

- Bien. Preparaos. Salís después de desayunar sin perder un minuto.

Auris bajó las escaleras, enfundada en el camisón corto con el cual había dormido.

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