Capitulo 19.1 Ella

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Ferin...
Su elemento desapareció al instante, desconcentrado por la sorpresa.

- Beril... – dijo ella a modo de saludo. Y le pareció que arrastraba un poco las letras.

Beril miró a Auris enfrentada a la que había considerado desde siempre la mujer de su vida, notando cómo se le despedazaba el corazón. La situación era irónica.

Ferin pareció notar su desconcierto y se acercó dulcemente a él. Pasó sus manos sobre sus brazos y apoyándose en sus hombros lo besó en los labios, con los ojos atentos fijos en Auris, que los observaba con el latido ralentizado. En la mano, y enroscándose en su brazo, la cadena que se estrechaba en el cuello del Namak.

- Pero ¿cómo? – balbuceaba él.

- Lo sé, sé que ha debido ser un golpe horrible para ti. Siento mucho lo de tu madre... lo que ella le hizo... – dijo, refiriéndose a Auris. – Lo que os hizo.

Beril se giró levemente para mirar a Auris.

- Ellos mataron a tu madre, te hirieron y te trajeron aquí sin darte ninguna opción. Te han engañado para aprovecharse de tu talento.

Auris empezaba a notar su nerviosismo. No sabía qué decir, qué hacer.

- Beril, no la escuches. – le dijo – Nadie te ha engañado, a parte de ella.

Ferin se volvió de nuevo hacia ella.

- Auris... ¿Por qué no debería escucharme? Él me quiere, me ha querido siempre.

Beril se giró entonces de nuevo hacia Ferin y la observó desde su cercanía.

- Estaba diciendo a Eilean que debe entregar el control de Alasdain a mi madre, quizá a ti te escuche. Una vez lo haya hecho, podremos seguir juntos la vida aquí, o en casa. Tú y yo, en paz. Tenemos el poder de cambiar el mundo, de hacerlo mejor. Somos mejores que todos ellos. Acabaremos con quien se nos oponga. Tú y yo, juntos, seremos invencibles. Lo supe desde que te vi la primera vez.

No recordaba tan oscuros los ojos de Ferin. Sus gestos, mientras hablaba, parecían impacientes y llenos de agitación.

El Namak observaba atentamente la escena, intentando descifrar la reacción de Beril. Pero había una cosa de la que él estaba seguro en ese momento. No tenía intención de traicionarle.

- No lo haré nunca Ferin...no te ayudaré a imponer un mundo dirigido con la fuerza y el miedo. No me uniré a alguien que piensa que una muerte puede estar justificada.

- Solamente la muerte de quien hace el mal Beril.

- Todo el mundo puede cometer errores. Incluso tú.

- Hay quien se dedica al bien, Beril. Recuerda nuestra vida en Mulg. Tú y yo nunca hemos dañado a nadie. Mucha gente es buena. Debemos proteger a esa gente, por poca que sea, acabando con todos aquellos que viven sin respeto y sin consciencia del mundo.

- Si los mataras, ¿qué te diferenciaría de ellos?

- Nosotros somos los jueces necesarios para hacer del mundo un lugar mejor. Un lugar puro.

- Cualquiera que aceptara ese papel estaría ya corrompido. Sediento de muerte. Tendrás que pasar antes por encima de mi cadáver.

Ferin tembló visiblemente de pies a cabeza. Por un momento su expresión fue desamparada, casi como una niña aterrorizada, y Auris vio cómo Beril dio un paso decidido hacia ella. Pero entonces ella se irguió y se giró hacia el Namak sin prestarle mas atención.

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