Capitulo 11.La aleación. Mil sentimientos cambiantes.

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Se despertó con unos golpes en su ventana. Se levantó y se acercó para abrir las contraventanas. Cuando lo hizo encontró a Auris sujeta al exterior del balcón de hierro, pendiendo hacia fuera de espaldas a la casa. Cuando abrió la ventana se volvió hacia él.

- Tienes el sueño profundo, ¿eh? – le dijo.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó con una voz brusca.

Ella saltó la barandilla en un solo movimiento y pasó por el hueco que quedaba entre él y la puerta del balcón. Empujándolo ligeramente.

- Buenos días. Paso un momento, gracias. – se autoinvitó sarcásticamente.

Él dio media vuelta para repetir su pregunta, entonces ella fue hacia el baúl sin mirarlo.

- Hoy se entrena, Beril. No podemos perder más tiempo, ya vamos con retraso.

No sabía si se refería al nivel o a la lección. Sacaba ropa sin mirarla siquiera y se la lanzaba a Beril.

- Venga, vístete.

Se irguió y lo miró de frente. Luego se giró sobre sus talones y dijo.

- Te espero abajo...pero no tardes.

Y diciendo esto bajó las escaleras con dos grandes saltos, apoyando solo las puntas de los pies ligeramente en un par de escalones.

Se vistió rápidamente, cuando bajó ella tenía una taza de café y una pasta en la mano.

- ¿Has venido a desayunar? – dijo algo molesto por la intromisión y por las órdenes que ella le daba.

- Es...para ti. Me he tomado la libertad de prepararte el desayuno.

Se sintió avergonzado. La miró con gesto de disculpa y aceptó la taza que le ofrecía. Cuando se dispuso a sentarse bebiendo el primer sorbo de café amargo ella lo agarró inesperadamente por el brazo.

- No, no, prohibido sentarse, te estoy diciendo que llegamos tarde. Vamos, ¿es que no oyes que suena la señal?

- ¿La señal? ¿qué señal?

Ella lo miró como si estuviera bromeando.

Mientras caminaban y bajaban la pendiente no cruzaron una sola palabra. Beril de tanto en tanto bebía un sorbo de café o comía la pasta. Ahora conocía el camino y estaba acostumbrado a recorrerlo.

Cuando llegaron al campo de entrenamiento vieron a una gran multitud.

En torno se había acumulado la gente esperando que ellos llegaran. Beril se sintió tímido de repente.

Miró al maestro Caolín que sonreía tranquilamente. Cualquiera diría que no notaba la diferencia con un día normal.

- Bien, - dijo con calma. – hoy contamos entre nosotros con la vuelta de Beril y una nueva presencia, aunque ya la conocemos todos. Quiero advertiros de que Auris tiene mucho talento y no os lo pondrá fácil.

La aludida miró a su alrededor fingiendo no oír lo que Caolín decía.

- Auris, te puedo asegurar que aun estando en un primer nivel no notarás mucho la diferencia con el tercer nivel, y yo tampoco te lo voy a poner fácil.

Auris lo miró seriamente y asintió.

- Bien, ahora que ya hemos dejado las cosas claras dejadme ver esta conexión que habéis constituido vosotros dos. No es nada del otro mundo una unión entre dos niveles diferentes... no es común, pero lo hemos visto ya antes y no entiendo por qué los que lo han visto dicen que es algo fuera de lo normal.

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