CAPÍTULO-13

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Y un día sin más,
Anael dejándose llevar por lo que sus instintos le decían,
decidió bajar de los cielos para ir en busca de ese ser de mirada siniestra. Por otro lado,
legión Asmodeo salió de su oscuridad para su encuentro.

Sus mundos chocaron al unir sus miradas y en silencio la mujer de melena dorada y cuerpo de ensueño caminó hacia un encuentro más cercano.
El hombre sin camisa soltó su tridente, embelesado e hipnotizado por la belleza de esa mujer y con pasos firmes caminó hacia ella,
su presencia estaba frente a él,
al fin.

Ambos frente uno al otro,
sin articular una palabra,
se veían como si contemplarán algo de otro mundo,
y lo eran,
ella era una diosa de los cielos que bajó a su infierno en busca de su demonio que sin saberlo la esperaba con desvelo.

El hombre de mirada tormentosa en silencio la rodeó,
mirando a tal majestuosa belleza.
La tomó del cuello posesivamente llevando su cabeza hacia su hombro, su nariz se escondió en el hueco de su cuello y rozó su piel aspirando ese aroma que despertaba sus deseos más íntimos,
más profundos, perversos y lujuriosos.
Su aroma despertaba cosas en él que no sabía que existían.

-¿Qué hace una mujer aquí en este lugar tan oscuro,
tan malo y tan infernal?-Le preguntó el hombre con voz gélida dejando besos por su piel.

-Vine en busca de ese ser que invade mis pensamientos.
Quien cada noche me posee y me hace suya en lo más profundo de mis sueños y deja su olor en mis sábanas.

-Tú,
siendo tan inocente,
¿Estás dispuesta a caer ante la tentación?

-La tentación me llevará al pecado, pero el infierno no es tan malo cuando se peca con el demonio correcto.

La mujer se gira y el hombre llevando una mano a su nuca acerca su cara a la suya para tomar posesión de sus labios.
Sus lenguas se vuelven una cuando ambos se elevan por los aires.
Tan dulce y tan pasional.
Tan diosa y tan demonio,
siendo ambos tan distintos,
pero a su vez encajando en perfecta armonía.

Sus ropas salen a volar con el viento y ese ser tenebroso y malo toma posesión de esos montículos que alivianan su saliva.
Los cabellos dorados como el sol de Anael se mueven con la brisa cuando lleva su cabeza hacia atrás arqueando su espalda dándole así más acceso al demonio de que sus labios arremetan sin ningún tipo de delicadeza sobre sus senos.

Ella,
está incrédula ante lo que está pasando,
no puede creer aún que se está dejando llevar por ese deseo culposo, saciando su cuerpo en el pecado más doloroso,
dejando que sus sentidos copulen a un nivel mucho más alto al recibir el estímulo que le ofrece la boca y la lengua de ese ser oscuro.

Ambos se entregan al placer,
porque solo son dos seres sedientos, que en silencio calman sus tempestades que sus cuerpos desprenden.

Las grandes manos del ser tenebroso descienden por el abdomen de esa bella mujer para enterrar dos de sus dedos en su canal,
que está húmedo,
supurando ese líquido que se volverá su perdición,
su vicio y su enfermedad.

Sin dejar de mirarla sube sus dedos a su boca deleitándose con tan divino sabor que hace destellar muchas cosas en su cabeza.
Sus ojos ahora ennegrecidos de deseos la miran con lascivia pura.
Y ella le devuelve la mirada,
tan mujer,
tan hembra,
siendo tan ángel pero con perversión reflejada en su mirada.

YO TU DIOSA, TÚ MI INFIERNO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora