El plan de reclutar jinetes para los dragones, fue el siguiente tema en la corte luego de que Luke propusiera reclutar hombres, armas y fuerzas.
-¿Aceptás ir al norte entonces?.-Me sonrió Luke.
Era su plan y el de Aemond y me parecía bueno.
-Estare allí, espero Lord Stark me reciba de buena forma.- Luke asintió.
-De eso no te preocupes, tú solo di que eres mi hermano.
Tome a Vermax esa tarde y sobre las nubes me di mi última escapada a la fortaleza roja.
El cuarto de mi abuelo y ahora de Aegon siempre me pareció encantador, por la gran piedra esculpida en forma del pueblo en ella, o por la gran chimenea y su gran balcón.
- Aegon.-Lo moví, como era posible que el solo durmiera y durmiera.
-Jace.-Me miró entrecerrando sus ojos ante la luz.-Buenos días.
-Hola.- Me senté en su cama.- Buen día solecito.- Le sonreí y me acerqué a darle un beso en la frente, acción que seguía justificandolo como costumbre.- ¿Cómo dormiste?, ¿Por qué sigues dormido mejor dicho?,¿Un rey no tiene obligaciones en este lugar?.
-Estoy un poco enfermo.- Susurró serrando los ojos de nuevo.
-Enfermo con qué.- Me acosté a su lado.
-Me duele un poco el pecho.- Susurró.- O quizás solo estoy cansado de todo esto.
-Bueno,Pero quedándote en cama no vas a solucionar nada.- Acaricié su cabello.- Eres el rey, eres un usurpador, Pero eres el rey a la final, debes levantarte y hacer lo que se espera de tí.
-Estoy cansado de hacer lo que se espera de mí, por qué lo que se espera de mí es que peleé una guerra que no quiero, y creo que ya te estoy cansando con mis explicaciones idiotas, lo siento Jace.- Bese su frente nuevamente.
-Quiza solo un poco.- Me senté.- Tengo que irme Aegon, tengo cosas que hacer.- Le quite la cobija.- Pero ya levántate solecito.- El me sonrió.
- No esperaba volver a escuchar ese apodo de tu parte.- Levanté los hombros.
-Estoy de buen humor.
Salí de su cuarto dejándolo solo, cada escalón de aquel pasadizo a mi dragón me quitaba un poco de el cariño que iba dejando atrás cada que me escabullia por ver a Aegon, cada despedida, cada acto de supuesto cariño o humor era solo un rastro de lo que alguna vez fue, que jamas sera nuevamente igual.
El vuelo al norte tenía el peor clima, no veía bien entre tanto viento y sin duda empezó a ser difícil para Vermax volar.
-Debemos bajar, Vermax.- Le grité.
Vermax empezó a depender, Pero perdí el control sobre el, y sentí un golpe, otro y otro, antes de realmente no ver ni sentir nada, solo frío, de esos que te calaban hasta los huesos, de esos que te hacian desear no seguir vivo, ni respirando.
-Ah...-La angustia se apoderó de mi pecho y me senté en un cama gritando.
- Mi príncipe.- Una puerta se abrió.- ¿Se encuentra bien?.
Respiré entrecortado y mis ojos tardaron en acostumbrarse a las antorchas encendidas en ese momento.
La cama de madera y la manta color azul, aquella sirvienta y la habitación me eran familiares.- ¿La fortaleza roja?.-Susurre.
-Si, mi príncipe, solo fue un sueño está en casa, desea que le avisé a su madre de su pesadilla.- ¿Mi pesadilla?.
Me levanté de la cama y me miré frente al espejo, mi cabello estaba más cortó, y hasta estaba un poco más pequeño.
-No, no molesten a mi madre.- Cuando decidí acostarme las antorchas se apagaron.
-¿Un sueño?.-Susurre dando la vuelta en la cama varias veces, hasta que me levanté y salí del lugar a otro que conocía perfectamente.
Empuje la puerta del cuarto de Aegon y entré, sorprendiendolo como era de costumbre en antaño, entre las piernas de una jovencita.- Veo qué a tu invitada le gusta montar dragones, tío.- Cuando hablé Aegon se alejo de la joven y se sento lejos.
-Jace.- Me miró con vergüenza fingida.
-Largo de aquí.-Le dije a la joven que me miraba apenada.- Vete.- La señalé, ella salió apenas colocándose el vestido y se fue.
- Eres un asqueroso, idiota.- Le hablé a Aegon.
-Vamos Jace, no seas aburrido.- Camino hasta mi.- No seas celoso, tengo mucha energía como para compensar tus ganas de venir a buscarme a está hora.
Aparté sus manos de mi cadera.- Eso ni lo sueñes principito, yo no me acuesto con putos.
Siempre había querido decirle eso a Aegon.- En todos los momentos de mi vida incluso cuando ya no espero nada de ti, siempre logras decepcionarme.- Me alejé de él.- Acuéstate con quién desees, no me interesa.
-Vamos Jace no te enojes.- Cerré la puerta de la habitación y caminé molesto por toda la fortaleza roja.
-Mi príncipe, despierte.-Cuando abrí los ojos la luz entro directo.
-Mi cabeza, dónde estoy.-Susurre al desconocer la voz de quien me hablaba.
-En el norte.-Mi vista se agudizó un poco y Vi a un joven apuesto de cabello largo y lindo rostro.- Soy Cregan Stark, señor de estas tierras.
Aquel evento con Aegon y mi yo del pasado había sido solo un sueño.
- Un gustó.-Susurre sentandome.
-Rodo varios metros por la nieve, Pero lo encontramos a tiempo.- Aquella habitación tenía un gran ventanal y una gran chimenea de donde salía el calor.
-¿Y mi dragón?.-Me senté preocupado.
-Su dragón mi alteza, se encuentra en perfecto estado en una cueva preparada para el.
Cuando me ví la muñeca de mi brazo derecho y mi pierna estaban con vendas.-¿Es grave mi Lord?.-Le pregunté.
-No, la nieve fue amable con usted, solo deberá mantener reposó mi príncipe, será bien tratado aquí, no tenga duda de ello y luego de que se recupere podremos hablar sobre a que ha venido.-El se alejo.-Lo dejaré descansar.
Aquel sueño mientras estaba inconsciente me dejó pensando qué en verdad estaba lastimado por las acciones de Aegon.
Paso una semana y estuve recuperado, hablamos de guerra con el Lord Stark y el me ofreció ayuda y me pidió que me quedara una semana más.
-Vino mi príncipe.- Negué.
-No bebo, Lord Cregan, Pero se lo agradezco.
-Un príncipe de la corona que no bebe, que sorpresa.- Manifestó.
- He visto lo que eso le hace a la cabeza de un hombre y no deseo eso en mi.-Le fui honesto.
-¿Quien le dejó ese mal sabor de boca?.-Me cuestionó.
-Mi tío, el rey Aegon.
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Del Odio Al Amor Y Del Amor Al Odio- Jacegon
FanfictionEl odio era tan profundo y arraigado en los corazones de él reino entero que la única salida era morir. Por qué no había nadie capas de destruir un reino, que no fuera el reino mismo. O quizás había otra salida que no deseaban ver.