Capitulo 27.

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La mañana fue mucho más calmada que el día anterior, está vez no me desperté con un lloro Jacaerys a mi lado, más bien me desperté con un Jace tomado de mi mano, algo dormido.

- Pensé que los herederos al trono no eran holgazanes.- Jace abrió sus ojos y me observo con atención.

-Aegon, que alegría me da verte mejor.-Su abrazo me dolió bastante.

-Gane la guerra por tí, te lo debía.-Lo sujete de el cabello de manera sutil para acariciarlo con mis labios.

-Principe.-Un guardia entro y Jace se separó de mi casi enseguida.

-Diga.-Hablo.

-Lord Cregan está fuera de esta habitación, pregunta si puede ingresar por qué le comunicaron qué está aquí, o si usted pretende acompañarlo el día de hoy a recorrer lo demás de la fortaleza.

-Lord Cregan no puede entrar a mi habitación Sir Ryan.-Me quejé.-Pero su prometido el príncipe Jacaerys irá enseguida.

-Bien príncipe.-El guardia se fue y yo solté la mano de Jacaerys que aún me sujetaba.

-Tu futuro esposo te espera fuera.

-Aegon, yo no.-Lo estuve haciendo una mueca de silenció.

-Ve, Jacaerys.- Señalé hacía fuera del cuarto.

Cuando el se fue y Adria se quedó mirándome en una esquina yo la mire, sentandome solo está vez, el dolor había disminuído luego de mi propia manera de curarme, aún me dolía mucho Pero me sentía mejor.- Qué pasá Adria ya dime.-La anime a hablar.

-Si ignoro el hecho de que el príncipe Jacaerys no se dió cuenta que todo el tiempo estuve tras la cortina del balcón.-Se sentó a mi lado.-Yo diría qué ustedes parecen una vieja pareja de amantes.

-No parecemos.- Me quejé acomodandome.-Lo somos, llevamos juntos desde hace unos cuatro años.

-¿En verdad?, y usted va a dejar que se case con otro.-Me reí.

-Si, yo lo he lastimado mucho, Adria, entonces  si, lo voy a dejar casarse con quién el que elija, sin quejas ni dramas.

-El príncipe no quiere a Lord Cregan, lo quiere a usted o no lo besaría de tal forma.

-No lo sé Adria, es costumbre, Jace siempre lo ha dicho.-Me levanté suavemente con su ayuda.-Cierto o falso, sus sentimientos por mi no importan del todo ahora, no cuando planeó irme cuando me recupere, para ya no molestarlos.

-Usted no molesta mi señor.-Me susurró.-¿Además a donde irá?.

-No lo sé aún  tienes alguna sugerencia, de un lugar donde nadie me encuentre jamás.

-Yo soy de Mérida, un pueblito fuera de Westeros, le apuesto que no usted sabe dónde es.-Negue caminando lentamente al mapa y se lo mostré.

-Dime dónde es.-Ella tomo la pluma y dibujo una isla fuera del límite al norte.

- Aquí, es una pequeña isla costera qué el reinado de su hermana no tiene, mi hermano aún vive allí y he mandado unas cuantas cartas con su cuervo desde que estoy aquí.-Sonrio.-Espero no le moleste.

-No me molesta.- Añadí revisando el mapa.-Serian cuatro días de viaje en dragón, está lejos, ¿Cómo llegaste aquí Adria?.

-En un barco mercante señor.- Suspiró.-Extraño mi hogar.- Adria era una joven bastante bella, de cabellos ondulados rubios, no blancos como los de un Targaryen, más bien eran dorados como el sol, los ojos azules como el zafiro de Aemond y delgada cuál doncella de la corte.

Pase todo el tiempo bajo sus atenciones observándola, era torpe en cosas que una muchacha de la servidumbre no lo sería jamás, y era muy hábil en otras cosas como en borde, tocar el arpa o leer largos textos sin travarse.

Del Odio Al Amor Y Del Amor Al Odio- JacegonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora