CAPÍTULO 8 - INTERCAMBIO... ¿DE QUÉ? (HETERO)

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-¿Estás de acuerdo?

No, en absoluto. Me negaba a que un desconocido se metiera en mí casa, y mucho menos durante tanto tiempo. Dos meses eran demasiado. ¿Y si me robaba? ¿O me violaba? No me podía arriesgar. Pero no me quedaba otra, si yo quería ir a ese viaje de intercambio alguien tendría que venir antes a mi casa. La única diferencia es que yo iría a un hotel, pero él invadiría mi privacidad.

-Sí, adelante - sabía que iba a arrepentirme de esto.

-¡Perfecto! - dijo el director del centro - Muchas gracias, no te arrepentirás.

"Porque tú lo digas, pensé". Para disfrutar de ciertas cosas a veces había que arriesgarse. Obviamente lo consulté con mi familia antes de aceptar porque, aunque ya era mayor de edad, tenían que estar de acuerdo. Por eso me decidí también, estaría mi familia en casa casi siempre, ¿Qué podría pasar?

Pasaban los días y me iba llegando información sobre el viaje como el hotel en el que estaríamos, los planes, etc. Al cabo de un par de semanas me mandaron por correo el número de teléfono del chico que vendría a mi casa, se llamaba Raúl. Rápidamente lo añadí a WhatsApp para poder ponerme en contacto con él.

Me fijé en que en la foto de perfil no se le veía la cara, eso ya no era buena señal. Abrí su chat y le escribí:

Holaa!! Soy Sofía, la chica del intercambio.

Hola!! Encantado!!

Te escribo para saber si necesitabas algún cuidado en especial durante tu estancia en mi casa

Noo, no te preocupes, todo lo necesario ya lo llevaré yo mismo ;)

La conversación fue bastante normal, parecía un chico majo, estudiante y sencillo. Me había aliviado un poco haber hablado antes con él. No tenía asegurado que no fuese a pasar nada malo, pero al menos no me había dado una mala impresión de primeras.

Iban pasando los días y mis nervios aumentaban por segundos.

Finalmente, llegó el día. Me dirigí a buscarlo al aeropuerto junto con el resto de mis compañeros que iban a buscar a su estudiante de intercambio respectivo.

Cada uno teníamos nuestros miedos y nuestras incertezas, pero ahí estábamos. Yo tenía mi cartelito en el que ponía claramente el nombre de Raúl. Esperándolo.

Se acercó un chico muy guapo y me dijo:

-¿Eres Sofía?

No, no podía ser él. Yo tenía miedo de que me hiciese algo, pero después de ver su cara, esculpida por los ángeles; su cuello, sus brazos, que marcaban unas venas espectaculares; su cuerpo, que a pesar de la camisa se hacía notar; sus piernas y, para qué mentir, lo que había entre ellas.

-S... sí... soy... yo...

-Perfecto - dijo mientras se acercó a darme dos besos y me quedé de piedra - ¡Perdón! Pensaba que aquí en España esa era la costumbre.

-Sí, sí, tranquilo, es que me ha pillado desprevenida, no te preocupes.

-Uff, perfecto entonces. Tenía un miedo de que me tocase una loca..

"Loca me acabas de volver, cabrón." Pensé. Pero simplemente solté una risa y dije:

-Bueno, no hagas afirmaciones precipitadas.

-¿Tengo que preocuparme? Mi madre no me deja andar con gente pirada.

-Tú por si acaso no te acerques mucho a mí.

Soltamos ambos un par de carcajadas y, a pesar de las dificultades, metimos la maleta en el coche y pusimos rumbo a mi casa.

-Dime Sofía, ¿cuantos años tienes?

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