CAPÍTULO 10 - ¿AQUÍ? (HETERO)

5.2K 21 24
                                    

Estábamos en el sofá, sudando del calor que había en el ambiente. Hacía 36º al exterior a las 8 p.m. y eso era una tortura. La situación empezaba a agobiarme y mi pareja estaba igual. Se nos hizo insoportable hasta la voz del presentador del programa que estábamos viendo. No sabíamos qué hacer para que el intenso calor dejara de molestarnos. La piel del sofá se nos estaba pegando al cuerpo y eso hacía que mi estrés aumentase todavía más.

Los minutos pasaban y el calor parecía aumentar con el paso del tiempo. Así que nos miramos y cómplices de nuestros actos dijimos a la vez:

-¿Vamos a la playa?

Nos levantamos y fuimos a ponernos la ropa para marchar y darnos un baño fresquito. Yo me puse mi bañador azul marino y ella se puso su bikini blanco. Cogimos un par de toallas, la crema, las cosas de mi novia y nos pusimos rumbo a la playa.

Aunque no éramos ninguno de los dos muy fans de estar en la playa: la arena, los niños corriendo y gritando... Pero de alguna manera teníamos que saciar el calor que llevábamos encima y era la única forma disponible.

Nos montamos en el coche y en 10 minutos ya estábamos allí. Debido a las altas temperaturas, la playa estaba a rebosar y nos costó encontrar un sitio en condiciones. Finalmente, había un trozo un poco menos poblado y nos posamos allí.

Colocamos las cosas y nos metimos corriendo en el agua. Estuvimos refrescándonos un rato y pasados unos 30 minutos ya nos encontrábamos mucho más a gusto.

Me empecé a fijar en lo que el calor no me permitió hacer antes cuando estábamos en casa. Mi novia estaba tan jodidamente buena con ese bikini. Los pechos que tantas veces había visto estaban cubiertos por una fina tela blanca que me permitía casi poder ver a través de ellos. Y además, se le marcaba un culazo que no podía evitar mirar con descaro.

-Amor, acércate anda - le dije.

Ella fue hacia mí haciendo movimientos con los brazos y las piernas hasta que estuvimos a unos centímetros.

-Mira que bonito el atardecer, cariño - le dije, señalando al horizonte que nos observaba esa tarde-noche de verano.

-Es tan bonito como tú.

-No me seas ñoña, anda.

Y entre risas se acercó a mí para darme un piquito rápido, pero se juntaron las ganas de comer con el hambre y mi cuerpo reaccionó ante ese roce de nuestros labios.

Cogí su mano y la llevé hasta mi entrepierna que, igual que yo conocía su cuerpo, ella también conocía el mío, por lo que no le hice falta mucha investigación para saber que se me estaba empezando a poner dura. Me miró a los ojos incrédula.

-¿Y esto, cariño? - me preguntó.

-Una empalmada tonta.

Ella me miró un poco impresionada y entonces enredó sus piernas en mi cadera, sujetándose de ellas y obligándome a ponerme de cuclillas.

Sus labios encontraron los míos con facilidad y pudimos hundirnos en un beso que pareció eterno y precioso. La luz anaranjada del sol nos iluminaba a la vez que lo hacía con el mar, el cual también cubría nuestros cuerpos bajo esa fina manta.

El beso se fue volviendo poco a poco más apasionado y menos romántico. Mis manos aprovecharon la excusa de que se caía para agarrar el culo a mi pareja. La empujé hacia mí y nuestras entrepiernas se rozaron.

Ella terminó de besarme y dijo:

-Voy a salir, el agua ya me da frío.

La miré incrédulo y ella, que sabía cómo estaba, me devolvió una sonrisa vengativa.

101 Microrelatos EróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora