CAPÍTULO 16 - ¿TÚ QUÉ MIRAS? (HETERO)

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Otro día más que llegábamos a clase, aparqué junto a la puerta de la universidad. Nos bajamos mi hermana y yo del coche y nos dirigimos a nuestras respectivas clases. Ya llevábamos una semana de clase, así que ya más o menos creía conocer a todos mis compañeros.

Pero lo que no me cuadraba era la cara nueva que había ese lunes en clase. Cuando llegué a mi sitio al fondo del aula vi que entraba por la puerta un chico muy guapo. Tenía el pelo rubio y unos ojos azules que desprendían una mirada penetrante. Llevaba una camiseta negra de manga corta y unos pantalones vaqueros blancos con tonos grises que dejaban ver sus piernas ejercitadas a la vista de todos. Se puso a caminar recto hasta el último puesto de la fila, a tres sitios de mí.

Mis ojos no pudieron evitar quedarse mirando la preciosidad que acababa de entrar, pero necesitaba seguir atento a la clase.

Según iban pasando los minutos, mis ojos iban teniendo también algún que otro descuido mirando hacia su posición. Me le quedaba mirando unos segundos que parecían horas de adrenalina evitando que me pillase.

Terminó la primera hora de clase y nos tocó cambiar de aula. Cuando salimos a los pasillos él se puso delante de mí, así que pude ver como la camiseta se le pegaba al cuerpo debido a lo musculado que estaba. Entró a la siguiente aula y prosiguió los mismo pasos que antes, se avanzó al final del aula y se sentó en la esquina. Y yo procedí a hacer lo mismo que había hecho en la anterior clase, sentarme cerca de él e ir mirándolo de vez en cuando.

No sé qué tenía ese chico, pero llevaba una hora en mi clase, y prefería que fuese él quien me diese, y no precisamente materia. La clase de contabilidad iba avanzando y según él iba respondiendo, parecía un hombre inteligente, ¿se podía pedir algo más?

Lo malo fue que una de las veces que le miré, nuestras miradas se cruzaron. No os lo voy a negar, se me subieron los huevos a la garganta. Aparté a la velocidad de la luz mi mirada de encima de su cuerpo para que no se notase tanto, por suerte pensaría que había sido la única vez que le miraba. La clase siguió con normalidad y sin miradas innecesarias, obviamente. Pero lo peor vino después.

Estábamos en la hora de descanso y fui a hacer el cambio de libros a mi taquilla, abrí la puerta y dejé mi material en su interior. Cogí lo que me haría falta para las siguientes tres horas y cerré, lo que no me esperaba era que detrás de la puerta apareciese él, la persona a la que había estado observando durante toda la mañana.

-Hola - me dijo serio.

-Ho... Hola.

-¿Nos conocemos?

-Emm... no. Bueno... sí, te he visto antes en clase.

-Ya me he dado cuenta, pero si se puede saber, ¿tú qué miras? No me has quitado el ojo de encima a toda la hora.

Joder, pues sí que se había dado cuenta. Y ahora no tenía ni puta idea de cómo salir de esta.

-Emm... lo... lo siento si...

-Calla, que todavía la vas a liar más. ¿Qué pasa? ¿Te gusto o algo?

-Emm... no... solo...

Y mi cuerpo se estampó contra las taquillas. Sentí mi pectoral apretarse con fuerza ante la pared por culpa de su mano. Lo miré asustado, no sabía cómo podía reaccionar. Pero su boca se estampó contra la mía a la misma velocidad que yo antes lo había hecho contra las taquillas. Nuestros labios empezaron a bailar y nuestras lenguas a saborearse.

Se separó rápido de mí y me dijo:

-¿Sí o no?

-Sí, sí joder.

101 Microrelatos EróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora