CAPÍTULO 19 - EL POST-POSTRE (HETERO)

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Me levanté de la cama a las 9 de la mañana y bajé para desayunar. Iba a ser un día movidito pero tenía bastantes ganas.

Era Nochebuena y tocaba preparar todas las cosas para que cuando viniesen los familiares estuviera todo a punto. Este año iba a tocar en mi casa, por lo tanto yo era la responsable junto a mi hermana y mis padres de preparar todo el percal para la velada.

La mañana fue avanzando tranquilamente mientras que mi madre fue a comprar unas cuantas cosas para la cena y yo preparaba algunos regalos que me quedaban por envolver y meter debajo del árbol.

Mi hermana estaba muy ilusionada porque por fin podría presentar a su novia al resto de la familia. Mi padre estaba como siempre, sin ganas de aguantar al típico pesado, pero bueno, yo confiaba en que la magia de la Navidad hiciera su efecto sobre él.

Pasó el día con normalidad y pudimos disfrutar de la mañana y la comida juntos. Me senté un ratito en el sofá para descansar y sobre las seis de la tarde me levanté para empezar a vestirme, ducharme, etc.

Iba a venir mi primo, pero claro, no era un primo cualquiera. Era "EL PRIMO". Ese que siempre metes en la frase "Porque es mi primo, sino...". Antes era muy feo, pero con el paso del tiempo creció muy a su favor y, por lo que me había contado mi madre, estaba siendo la sensación entre las personas de su entorno. Para mí siempre había sido mi bebé y el niño al que me tocaba cuidar cuando mis tíos no estaban en casa. Pero desde hacía un par de años las cosas habían cambiado. Ahora él era menos niño y yo cada vez me daba más cuenta. Tengo que admitir que alguna que otra conversación tonta habíamos tenido, pero no llevó a ninguna parte más que a las risas y la vergüenza.

Centrándome ahora en mí, me puse un vestido rojo de terciopelo que me compré hacía dos semanas a muy buen precio. La verdad es que me gustaba mucho como me quedaba y el cuerpo que me hacía, así que me decanté por ese y me lo puse. Me maquillé frente al espejo de mi habitación y me terminé de poner guapa para la ocasión.

Bajé al comedor y empezamos a preparar la mesa para cuando la gente empezase a entrar.

Al cabo de una hora empezaron a llegar algunos miembros de mi familia. Llegaron primero mis abuelos, más tarde llegaron algunos tíos y, tras largos abrazos y bienvenidas, volvió a sonar otra vez el timbre de la puerta.

-Verónica, abre tú, por favor - Me exclamó mi madre desde la cocina.

-¡Voy!

Me dirigí la puerta y al abrirla me encontré con... bueno, no tiene sentido que cree intriga si todos ya sabemos que la persona que me impresionó en ese instante fue: MI PRIMO.

-¡Verónica! - exclamó.

-¡Carlos! - respondí.

Y se lanzó a mis brazos para darnos un abrazo cariñoso. La verdad es que, dejando de lado los cambios físicos que había tenido, seguía siendo mi primo y le quería como a tal. Les ayudé a colocar las cosas y, una vez hechas las presentaciones de la novia de mi hermana (con alguna cara rara de por medio, tengo que decir) todos nos sentamos en la mesa para empezar la velada cenando. Nos sentamos los primos en una punta de la mesa, quedando así Carlos y yo cara a cara.

Las conversaciones fueron las típicas:

"¿Cómo van los estudios?"

"¡Qué guapa estás!"

"¿Ya tienes novio? Seguro que tienes al pueblo entero detrás de ti".

Entre preguntas y respuestas los platos que teníamos delante de nosotros se esfumaron así que ya sacaron el cava y los postres para quienes quisiéramos.

101 Microrelatos EróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora