CAPÍTULO 13 - NO SE VE (HETERO)

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Me puse una camisa gris y un pantalón negro, cogí mi bolsa y revisé que no me olvidase nada. Arranqué el coche para ir a buscarla. Habíamos quedado para pasar el día juntos y ponernos al día. Julia había sido mi amiga desde que tenía uso de razón y llevaba unos meses sin verla por temas de trabajo y viajes al extranjero, todo estaba siendo un disparate. Desde que se mudó a Florida, nuestras quedadas en el parque y nuestros encuentros empezaron a ser más esporádicos, MUCHO más esporádicos. Por ese mismo motivo decidí quedar con ella para pasar el día, tenía muchas ganas de verla.

Llegué a su portal, la llamé y no pasaron ni dos minutos cuando abrió la puerta y bajó con su bolsa, se montó en el coche y dos besos nos sirvieron de saludo. Estuvimos buscando aparcamiento durante una eternidad que parecía no terminar y entonces nos dirigimos al centro comercial y estuvimos dando unas cuantas vueltas de vueltas. Teníamos el día planeado:

Por la mañana iríamos al centro comercial, cosa que ya estábamos haciendo.

A comer iríamos a un sitio de comida rápida que nos encantaba a los dos.

Por la tarde al spa.

Y a cenar a un sitio por la playa.

Sin duda alguna, un día redondo. Estuvimos investigando entre las tiendas que habían nuevas en el centro comercial. Cuando pensaba que ya no podían haber más tiendas por visitar y siempre terminábamos en una nueva o en la misma para probarse algo que llevaba cogiendo y soltando desde que habíamos llegado allí. Al fin, con muchas bolsas en las manos y ropa nueva colgando de sus hombros, pusimos rumbo al sitio de comida rápida.

En cuanto entramos, los colores rojo y blanco nos transportaron directamente a los típicos restaurantes americanos que salen en las series. Yo pedí una hamburguesa que incluyese todos los complementos habidos y por haber, y ella se pidió lo mismo. Estuvimos una media hora comiendo y, después de que Julia dijera cientos de veces que era el mejor sitio de comida rápida al que había ido nunca, paseamos un poco para hacer la digestión y que en el spa no nos diese un corte digestivo.

Pasaron un par de horas y volvimos al coche para dirigirnos al pueblo donde estaba el centro de relajación. Entramos y pagamos la entrada, nos informaron que contábamos con tres horas para salir y que con nuestra entrada contábamos con acceso a todas las instalaciones del edificio.

Entramos a los vestuarios para cambiarnos y cuando salí para esperarla caí en una cosa. No me había traído calzoncillos de recambio. Me tocaría ir al aire libre bajo el bañador, cosa que no me benefició en absoluto cuando ella salió del vestuario.

Llevaba un bikini que le hacía un cuerpo mil veces mejor que el que ya tenía de por sí. Un amago de erección por poco me delata, menos mal que entramos al agua y se pasó de manera casi instantánea.

Estuvimos investigando un poco por las instalaciones que, para ser sinceros, estaban bastante bien. Tenía piscinas, jacuzzi, hidromasajes, sala de relajación... en resumen, que se estaba de puta madre.

Ella recorría con su vista cada esquina y cada rincón del sitio en el que nos metimos, yo a su vez no paraba de mirarla a ella. Entramos en la sauna y vimos a dos chicos que se miraban raro, dios sabe que iban a hacer. Así que decidimos irnos de allí.

Fuimos a una de las piscinas principales y pudimos ver que había un sitio de hidromasaje que estaba libre. Nos tumbamos y ella cerró los ojos, pero yo no pude. Desde esa posición podía ver su escote por dentro y, joder, mi mente perversa me estaba llevando por situaciones que no quería recorrer. Gracias a las burbujas que provocaba el funcionamiento del agua no se pudo ver, pero la empalmada que llevaba encima no era ni medio normal. Ella, que sabía que la estaba mirando, se puso boca abajo. Joder, la madre que la parió, ese bikini le hacía un culo que no era ni medio normal.

Y fueron sus curvas gritando que pasase mis manos entre ellas, sus labios pidiendo ser besados y mi entrepierna suplicando deseo los que hicieron que mis manos se colasen entre mi bañador entrando en contacto directo con mi miembro. Empecé a darme placer mientras observaba a mi mejor amiga, sin los ojos de un amigo, está claro.

De repente el masaje paró y no me dio tiempo a sacar mi mano de mi bañador. Las burbujas se disiparon y mi amiga, que previamente se había puesto boca arriba otra vez, abrió los ojos y pudo ver el cuadro entero de repente.

-¿Di... Di... Diego?

-No podía aguantarme lo siento, me vienes con ese bikini.

-Shh... - dijo colocando su dedo índice sobre mis labios.

Se giró y volvió a pulsar el botón para activar el masaje de nuevo. Las burbujas volvieron a invadirnos y esta vez la mano que se posicionó sobre mi polla no fue la mía.

-Si quieres correrte, hazlo bien - me dijo.

Su mano empezó a masturbarme con suavidad mientras las burbujas tapaban el espectáculo que estaba teniendo lugar bajo el agua.

Su otra mano recorría mi cuerpo y mi abdomen arriba y abajo. Notaba que ella también tenía ganas. Cogió mi mano y la puso sobre uno de sus pechos. No sabía donde meterme, esto estaba siendo tan surrealista...

-¿Te está gustando? - me preguntó.

Asentí rápidamente, estaba muy cachondo. Mis manos recorrieron sus pechos y sus curvas, tal y como momentos antes estaba deseando que sucediese. Entonces mi polla empezó a palpitar deprisa, mis nervios llegaron al máximo, el corazón se me aceleró y mis fuerzas bajaron de repente.

Ella sacó la mano de entre mi bañador y pude ver como tenía la mano manchada de corrida, el resto estaría flotando entre el agua por algún sitio. Su cara de lujuria lo decía todo sin necesidad de abrir la boca y soltar una palabra.

Posó sus labios sobre los míos. Todavía estaba asimilando lo que acababa de pasar, necesitaba devolverle el favor.

-Vamos al jacuzzi - le dije.

Ella se levantó a gran velocidad y nos fuimos corriendo a la piscina de agua caliente. Una vez dentro fue mi mano la que se coló entre sus prendas y buscaron su punto de placer.

Mis dedos empezaron a acariciar su entrepierna y ella me miró sorprendida.

-Parece que alguien sabe como tocar a una mujer.

-¿Acaso dudabas?

Y para tachar cualquier pensamiento que tuviese respecto a mi abnegación. Introduje un dedo en su interior, lo cual provocó que ella arqueara su espalda por causa del placer.

Mis manos empezaron a hacer maravillas bajo el agua y ella me dio señales de que lo estaba haciendo bien. Estaba sentado y ella hizo lo mismo encima de mí. Noté su vagina sobre mi otra vez resaltante erección y no tuve más remedio que decirle:

-Déjame que te la meta aquí mismo.

Fue ella la que me bajó el bañador y guió mi polla hasta su entrepierna, dejándola entrar muy poco a poco. Sentirme en su interior fue maravilloso y fue entonces cuando empezó la magia de verdad.

Ella empezó a moverse arriba y abajo, metiendo y sacando mi miembro de su interior constantemente. Yo, a su vez, gruñía cual perro y la miraba a los ojos mientras metía mi mano entre sus pechos, tan perfectos.

Verla botar encima de mí dentro de un jacuzzi estaba siendo el mejor panorama que podría estar disfrutando en ese mismo momento. Salí de su interior y después de unas cuantas caricias entre sus piernas, se arqueó de una manera que nunca antes había visto en una mujer y sus pechos rozaron mi cara, la cual no aprovechó para meterse entre ellos. Ahogó un gemido y puso los ojos en blanco. Sus piernas temblaron y sus nalgas empezaron a moverse nerviosas.

-Dios, necesito que quedemos más veces para ponernos al día - me dijo con una sonrisa lasciva en la cara.

-Tantas veces como usted desee, mi señora. 

101 Microrelatos EróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora