CAPÍTULO 30 - YO NO SOY GAY, PERO... (GAY)

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Otro día más. Me sonó el despertador y a duras penas le fui dando al botón de "posponer" hasta que yo mismo me dije que ya no podía alargarlo más. Me levanté de malas maneras de la cama y me fui a desayunar. Terminé, me duché y me vestí para salir a la calle.

Tarde diez minutos en llegar al trabajo con el coche, pero luego había que sumar los otros diez minutos que tardé en encontrar aparcamiento. Llegué, justo, pero llegué.

Fiché al entrar y me puse a hacer el trabajo del día. No había mucha cosa, unos presupuestos que enviar, un cliente al que reclamar, unos contratos que cerrar y poco más.

Cuando llevaba un par de horas en mi sitio me levanté a por mi café matutino, con la mala suerte de encontrarme a mi jefe de cara.

-¡Dani! Que casualidad, justo el hombre que necesitaba - me dijo.

-¿Qué necesitas? - le respondí.

-Un favor, tenemos un nuevo trabajador, se llama Marcos - se giró, chasqueó los dedos y dijo - ¡Marcos! Ven, este será tu mentor.

¿Qué? ¿Yo, mentor? Ni de coña, bastante tenía ya con lo mío.

-Pedro - le dije a mi jefe - Ya sabes que yo estaría encantado pero no puedo ocuparme de tantas cosas.

-Perdone Sr. Dani, ¿pero me estás diciendo que no a algo? Creo que le he entendido mal.

Suspiré para mis adentros y dije:

-No, será un placer. Ven conmigo Marcos. Te enseñaré las instalaciones.

-Muchas gracias, Sr. Daniel - me dijo mi jefe.

El pobre chicuelo me hizo caso y vino conmigo para dar un recorrido a las oficinas.

-Señor... Dani? - me dijo, tímido.

-Me puedes llamar Daniel o Dani a secas, como prefieras.

-Dani, si no te apetece acompañarme no pasa nada, me las puedo arreglar, no quiero causarte ninguna molestia.

Me sorprendió un poco el comentario, pero aún así insistí en acompañarle, también me vendría bien despejarme un poco.

-No te preocupes, lo he dicho porque me tiene explotado, pero no me importa.

-De acuerdo, muchas gracias.

Estuvimos rondando por allí y le enseñé los diferentes departamentos, presentándole también a algunos compañeros con los que yo tenía afinidad por allí. Cuando llegamos a la zona de la cafetería, noté que me miraba mucho, incluso demasiado. Pero no dije nada.

Me hice el loco cuando le pregunté si quería tomar algo. Saqué dos cafés con leche de la máquina y al sentarme me preguntó.

-Oye, Dani. ¿Tú tienes pareja?

-Pues... no, estoy soltero y muy feliz, ¿y tú?

-Tampoco, era mera curiosidad.

-También te digo, viendo el panorama, últimamente cuesta encontrar una chica que te quiera y no solamente por la pasta.

-Es verdad - me dijo con la boca pequeña - A mí me gustan los hombres, pero es tres cuartos de lo mismo.

-Yo no soy gay, pero tampoco le cerraría las puertas a probarlo.

-Eso está bien.

Pude ver un reflejo de esperanza en sus ojos que no me gustó para nada, pero también lo omití.

-¿Y cerrarías las puertas a probarlo conmigo?

¿Qué coño acababa de decir?

-¿Perdona? ¿Puedes repetir?

101 Microrelatos EróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora