¡No, no, no, no! ¡Ahora no podía pasarme esto!
Miré el sacaleches y mis pechos llenos y dolientes.
Estaba en un restaurante con mi jefe, en mitad de una reunión importantísima con unos clientes.
El lugar era encantador, a cuarenta kilómetros de la ciudad, en mitad de un bosque con unas vistas impresionantes y a mi puñetero sacaleches de daba por fallar.
Tenía los pechos llenísimos, me dolían un horror, y si no los vaciaba empezaría a manchar la blusa blanca que llevaba puesta sin remedio.
¿Cómo narices iba a vaciarlos?
Llevaba un buen rato en el baño sin salir, no podía hacerlo. Me había desabrochado la blusa y el sujetador de lactancia para no empaparlo.
Le pedí a mi jefe permiso, para retirarme unos instantes y ya llevaba allí más de veinte minutos sin encontrar una solución.
Alguien golpeó la puerta.
-¡Ocupado! -espeté.
-____, ¿te encuentras bien?
Era la voz de Enji, el hombre para el que llevaba un par de años trabajando como su asistente.
Nos conocíamos de la universidad, cuando fui a hacer la entrevista de trabajo no daba crédito que fuera él, iba un par de cursos por encima del mío, pero yo me había fijado muchas veces, aunque no hubiéramos coincidido.
Era guapo, se cuidaba, de los tíos que sabes que van al gimnasio todas las mañanas. Salía con una de esas pijas rematadas que su padre tiene un imperio y sabes que te colocará en cuanto termines la carrera y por lo visto así fue, director general con solo treinta años, de locos.
Yo pasé por muchos trabajos de mierda, conocí a mi marido una noche de fiesta y tres años después nos casamos. En mi último curro me echaron y me costó bastante encontrar otro. Tuve muchísima suerte de que Enji se apiadara de mí y para mi sorpresa que me reconociera.
Recuerdo cómo estrechó sus ojos azules al ver la universidad en la que estudié y después se le abrieron de la sorpresa.
-¿Tú no ibas dos cursos por debajo? -Me sonrojé ante el reconocimiento.
-Sí.
-Te recuerdo, eras la empollona de la clase, ¿verdad? Siempre en el cuadro de honor... ¿Qué haces pidiendo un curro de asistente? Eras brillante, los profes siempre te mencionaban como ejemplo.
Me sentí algo avergonzada.
-¿En serio?
-Ajá.
-Pues la verdad es que necesito el puesto, no he tenido mucha suerte y el mercado laboral está como está.
Enji me miró con interés renovado.
Sabía que no era su tipo, era imposible que lo fuera. Él estaba casado con una de esas mujeres que reciben masajes por la mañana, y solo comen ramas de apio y jugos verdes. Preciosa, delgada, operada y que rezumaba clase por los cuatro costados.
-Contratada.
-¿En serio?
-¡Claro fuimos compañeros de uni!
Llevaba trabajando un año con él cuando me quedé embarazada, le pedí mil millones de disculpas, no estaba en mis planes que ocurriera, pero Enji le restó importancia, sobre todo porque su mujer estaba del mismo tiempo que yo.
La diferencia era que ella no trabajaba y yo lo hice hasta el último día. Enji no dejaba de alabar el buen embarazo que llevaba, lo distinta que era a su mujer y lo bien que me sentaba.
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𝙾𝙽𝙴 𝚂𝙷𝙾𝚃𝚂 𝙼𝙷𝙰 𝚇 𝙾𝙲
Romance𝐹𝑎𝑙𝑡𝑎𝑠 𝑂𝑟𝑡𝑜𝑔𝑟𝑎𝑓𝑖𝑐𝑎𝑠 𝐸𝑠𝑐𝑒𝑛𝑎𝑠 +18 𝑆𝑒 𝑇𝑜𝑐𝑎𝑛 𝑡𝑒𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑆𝑒 𝑎𝑐𝑒𝑝𝑡𝑎𝑛 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑑𝑜𝑠 𝐷𝐼𝑆𝐹𝑅𝑈𝑇𝐸𝑁