7: Somos una boma de Tiempo

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Capítulo siete
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we are a time bomb



Adela se había ido con Fury a conversar algunos temas. No le comentó mucho de ello, de hecho, se vio bastante decidida cuando le dijo que eran temas suyos y de nadie más. Debbie, seguido a esto, se fue de la bóveda y caminó unos segundos por el Helicarrier, sin rumbo alguno. Por Dios, ¿Por qué tenía un padre tan.. tan..? Maldita sea, ni siquiera podía pensar con claridad, ni siquiera podía ordenar los pensamientos de impotencia que la acorralaban.

Mierda, ella era una chica buena.

Lo era.. ¿Verdad?

Ya no lo sabía. Se había alejado tanto de ella misma los últimos años que oír el "Rogers" en su apellido la hacía querer gritar de angustia. Solía ser tan amable, tan correcta y decidida. Parecía una réplica de todo lo que representaba su padre, que, era en ese entonces su ejemplo a seguir. Ella quería representar a su nación, a los Estados Unidos. Quería ser un símbolo de patria y victoria que acobijara la bandera de su patria.

Luego, creció. Por más de que tuviese quince años todos los que la conocen saben muy bien que maduró mas rápido de lo que debía, quizá no maduró lo suficiente aún. Era un tema a debatir. ¿Realmente ella era suficiente para llegar a rozar el legado que construían sus padres poco a poco? ¿Ladrillo a ladrillo? Desde que Steve engañó a Natasha con una rubia desconocida a manos del adictivo sabor ardiente del alcohol, Deborah tuvo otra meta. Una que la cegaba y consumía su vista, la nublaba de odio.

Borrarse el maldito apellido del Capitán América.

Todos esos sueños de representar con grandeza su lugar de nacimiento, sus metas a convertirse en lo que su padre ahora parecía ser habían sido atropelladas por un camión que decía 'Traición' como un logotipo inmenso. Se arrepintió de mucho. De haber llorado en los brazos de su padre, de haber reído y compartido momentos preciosos y puros con el. Natasha siempre le repetía que el había estado bajo el licor, que no era completamente su culpa. Pero, joder, una noche había consumido su cabeza.

La niña pelirroja y de grandes y resplandecientes ojos azules entraba al edificio con su padrino. El hombre tomaba su mano con delicadeza y la miraba de vez en cuando. Una pequeña pecosa con dos trenzas bien peinadas con lazos al final, un vestido floreado hasta las rodilla y pequeños zapatitos negros, con una sonrisa en su boca, repleta de felicidad.

-¡Vamos a ver a mis papis, vamos a ver a mis papis! -cantaba algo desafinada con su chillona pero adorable voz, Sam rio por lo bajo, mientras subían el ascensor-.

-¿Estás feliz de que terminó el fin de semana con tu tío, Debbie? -cuestionó Sam fingiendo ofensa, poniendo la mano que no sostenía la de la niña en su pecho, como si tocase su corazón-. Woah, me ofendes.

La ojiazul rió mostrando sus pequeños dientes.

-¡Ay tío, no digas eso! Pero ya extrañaba mucho a mami y papi. -dijo inocente, Sam se vio conmovido por la ternura-.

Después de algunas bromas de parte de ambos, el ascensor llegó al piso correspondiente y salieron de este a paso tranquilo. Se dirigieron al cuarto departamento del largo y estrecho pasillo del edificio. Las luces estaban apagadas, así que Debbie apretó un poco la mano de su padrino, algo asustada por la ausencia de luz en el lugar.

Mientras más se acercaban, pudieron escuchar gritos, como si alguien estuviese pelando. Cuando sus pasos cortaban la distancia de ellos a la puerta, Sam y Debbie reconocieron las voces de ambos. Natasha y Steve. La menor ladeó su cabeza confundida y el mayor insultó por lo bajo. Su dedo acercándose para presionar el timbre.

SUS HEREDEROS¹ || 𝐌𝐀𝐑𝐕𝐄𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora