14: Así que, ¿Esto es amor?

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Capítulo catorce
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So this is love?

La castaña de diecisiete años yacía dormida en el sofá, los brazos de un pequeño niño de cuatro años envueltos en la cintura de su madre, sus piernas en su regazo al igual que un cuento infantil de tapa amarilla, ambos dormían con tranquilidad, la cabeza de María estaba débilmente apoyada encima de la cabeza de su hijo, quien tenía la boca algo abierta.

Y el no pudo detener lo conmovido que se sintió al verlos.

Su figura se acercó a la de Thomas, sus brazos envolvieron al niño que se aferró a él instantáneamente sin abrir sus ojos, posando su pequeña cabeza sobre el hombro de William. Después de dejarlo en su cama —en la misma habitación donde dormían Lila y Cooper—, bajó nuevamente las escaleras para encontrarse con Liz, quien permanecía dormida.

Decidió encaminarse a ella segundos después e intentar levantarla colocando su mano en su hombro y moviéndolo levemente, pero era un caso perdido, la femenina había caído en brazos de Morfeo. Miró hacia los lados y suspiró, para levantarla y cargarla. Nuevamente, se encaminó a la habitación que Elizabeth tenía en la casa de los Barton y la recostó, le retiró sus zapatos y los lentes de leer sobre su nariz que había usado para leerle a Thomas.

Sonrió levemente y dejó los lentes en la mesa pegada al lado izquierdo de la cama, acarició suavemente el cabello de la chica, con ternura y calidez. Cuando una tinta roja se apoderó de las mejillas de María, lo supo de inmediato.

Estaba despierta.

—¿Sabes? Para tener esos problemitas de ira, eres adorable. —murmuró con una adorable voz ronca la femenina mientras frotaba levemente sus ojos con sus manos—.

—Me hiciste cargarte hasta aquí.

—Debo mantenerte en forma.

William soltó una suave carcajada y negó con la cabeza manteniendo su encantadora sonrisa. Elizabeth suspiró y se estiró velozmente, para abrir bien sus oscuros ojos. Parpadeo un par de veces. El mayor no sabía que decir, por lo que ambos mantuvieron la mirada unos segundos.

—Se parece a ti. —musitó—. Thomas.

—Si.. si se parece.

El asintió. Sabía que si el niño tenía cuatro años lo que indicaba que ella lo había dado a luz cuando tenía tan solo trece años, le hacía sentir un escalofrío en su columna. Sabía que si eso había ocurrido, había sido contra su voluntad y eso lo enfurecía, le daba asco. De todas formas, no quiso preguntar acerca del tema hasta que ella le de autorización.

—Debió ser difícil.

—Lo fue.

Murmuró.

Lo es. —corrigió—. El es la viva imagen de que lo mejor viene cuando menos lo esperas. Y.. mi yo de trece años no se esperaba ser mamá ni en sus más locos sueños, al menos.. no a esa edad, ¿Cierto? Pero, Dios, es lo mejor que me ha pasado y sin el estoy completamente segura de qué estaría destruida.

La mano de William se posó inmediatamente en su hombro como comfort, fue casi un reflejo. Ella ahora estaba sentada, de hecho, ambos, estaban sentados en la cama, enfrentados.

—Hace varios meses tuve una pelea con Tony. Una.. gran pelea, con Tony. Me.. uhm, bueno, tuve que mudarme. Decisión mía, ¿Eh? El quería que me quedara pero estaba muy enojada como para hacerlo. Lo sigo estando, de hecho, no es algo que hemos superado aún. Me alejé de todo, de Pep, de Happy, Rhodes.. no lo sé, Will, es malditamente doloroso pero creo que dolerá más si lo vuelvo a ver.

William apretujó un poco su hombro. Los ojos de Elizabeth desbordaron en par de lágrimas, que no secó en lo absoluto, estaba absorta en el dolor, en la incertidumbre de sus emociones y la densidad de la situación.

—Dios, William.. —sorbió su nariz, su voz entrecortada—. Tony no ve a su nieto desde que cumplió un año.

Estaba rota. Quebrada. Solo un pequeño niño de grandes ojos marrones y mirada inocente la había salvado de todo el dolor, que aún sentía, pero gracias a él, la hermosa sonrisa permanecía en su rostro, en la única parte de ella que no permanecía destruida. William jamás había experimentado tanto dolor desde ese momento.

Desde que escuchó an Elizabeth llorar.

El corazón del hombre se vació. Se sentía mareado, como si al ella romperse, una pieza de su corazón lo hacía también. Escuchar sus sollozos, como su cabeza se apoyó en su pecho y como su camiseta cada vez se empapaba más, le daba un sentimiento que jamás hubiese querido sentir o presenciar.

Quería arrancarle el dolor, quería tragarse ese sentimiento oscuro y sufrirlo el, no verla sufrir a ella. Quería romper mil veces peor a quien la había hecho sufrir lenta y dolorosamente. Quería protegerla de todos los males que la pudieses acechar, quería cuidarla y respetarla como nadie lo había hecho, como ella se merecía.

Porque en los ojos de él, ella se merecía todo.

Daría todo, arriesgaría todo. Le habían advertido, le habían dicho que ella era mala persona, que estaba podrida, que su apellido la condenaba a un trato soberbio y terco. El siempre había hecho oídos sordos. Sintió como sus propios ojos comenzaban a picar, como las lágrimas comenzaban a brotar.

Cerró sus ojos, pero una lágrima logró aterrizar sobre el cabello de la menor después de deslizarse por los temblorosos labios de William, quien dejó que María se aferrara a él.

Que llorara, que deshechara todo. Porque el le permitiría sentir, creer. Le permitiría equivocarse una y mil veces mientras no perdiera su escencia, su amor, todo ese amor que tenía para dar y para alegrar la vida de tantas personas.

Ya puedes descansar. —murmuró William cuando ella se quedó dormida en sus brazos—.

...

Una semana antes.

El apartamento de los Howlett estaba en llamas. No, no literalmente. Pero, cuando combinabas a tres Howlett discutiendo y dos de estos siendo adolescentes, era el resultado de la combinación. Los gritos, la tensión, el ambiente tóxico que amoldaba las paredes. Era demasiado, pero era lo que había.

—¡Si me odias tanto vete de nuevo! ¡Abandona la maldita familia y vete a trabajar con los imbeciles de la AVT! ¡VETE! —gritó Logan, su expresión enfurecida y el tono de su piel enrojecido, mientras escupía sus frases con odio—.

—¡LO HARÉ! ¡Si quieres que lo haga, te juro por mi madre que lo haré, Logan! —exclamó estallando en lágrimas impotentes su hija mayor, a quien su hermano empujó levemente para hablar—.

—¡No, no..! ¡No puedes echarla, ¡Es tu hija! ¡ES MI HERMANA!

—¡Ella decidió actuar como una estúpida! ¡Ella! ¡¿Sabes toda la mierda que hizo?! ¡Carajo, Samuel! ¡Vete a tu maldita habitación que esto es entre Tessa y yo!

Samuel resopló, decepcionado y molesto con las acciones de su padre. Si, Tessa había hecho cosas malas, y Logan era un hombre con poco temperamento, pero esto le parecía excesivo.

—Eres un animal.. no importa lo que Kayla haya dicho. —murmuró Sam caminando hacia atrás para retirarse—.

Las palabras dolieron, más de lo que sus hijos pudieron conocer.

SUS HEREDEROS¹ || 𝐌𝐀𝐑𝐕𝐄𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora