II

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—Oye, ¡Jazz! Ven a ver esto.

—No fastidies ahora, si es otro de tus cactus, te juro que voy a golpearte en la cara.

—¡No es justo! Pero no, ven, mira tú misma.

¿Qué es toda esta bulla? Recapitulando, hay mucha bulla y soy incapaz de abrir los ojos, no porque mi cuerpo me lo impida, siento los músculos y es extraño no sentir dolor. Tengo miedo, estoy aterrorizado porque por más infantil que parezca, no he llegado a separar lo inventado de la realidad, hasta que llego a la conclusión de que a lo mejor, no hay necesidad de separar estos conceptos. ¿Cierto? Quizás he estado soñando durante toda esta semana y con suerte volveré a la escuela como cualquier otro día, o tal vez esté en un coma y toda la tortura que estoy viviendo es causa de algo que mi imaginación fue ingeniando con el fin de hacerme sufrir.

Porque me negaba a creer que la muerte sonaba como la estaba escuchando. Quiero analizar, desde donde estoy solo puedo oír disturbios, me quiero hacerl el ciego y esperar a mi fin, pero si ya llegué al final, no hay nada más por esperar. Y es una confusión tan extraña, de repente tengo ganas de volver a casa. De a pocos, y dejando que me acostumbre a la luz, abro los ojos para toparme con dos siluetas, no sabría decir si son amigables o no, a mi cabeza no le ha dado el tiempo de examinar lo que tengo en mi delante y de hecho, es mejor mantenerme así antes de recuperar la lucidez. Un escalofrío me recorre, sacudiendo cada parte de mi cuerpo y haciendo que fuera demasiado notorio para las personas que había en frente.

Ellos notaron mis ojos abiertos, pero igual al resto de las personas, no fueron capaces de notar el miedo dentro de éstos. En un intento de levantarme, resbalé, mis manos me estaban fallando, ¿era por la caída? Y, hablando de ella, ¿estoy vivo? Sé que dije que ya no impoertaba, pero en realidad no pensé que llegaría a ser de este modo. Tantas peticiones que he elevado, junto con mi voz y esperanzas, solo para darme cuenta que al final me iba a sentir así de vacío. Y luego tener que aceptar que todo fue mi culpa, porque no fui lo suficientemente fuerte, que mi fe ha sido tan banal que no cuenta como tal.

¿Estoy en el cielo, o justo en la entrada del infierno? Es como una escalera, pero en lugar de subir lento, desciendo directo en ascensor. Es mi merecido.

Me estremezco al ver a uno de los sujetos acercarse más, ahora tiene su cabeza pegada a centímetros de la mía, abro los ojos a más no poder, ahora sí, dejando revelar mis sentimientos, no por decisión, sino por instinto.

—¡Crow, lo estás asustando! —suelta una voz femenina, sospecho que se trata de la tal mencionada 'Jazz'.

Ambos llevan máscaras puestas, aquellas que les cubren la cabeza completa, impidiento que pudiera saber cuáles eran sus rostros detrás y con ello, sus intenciones. Yo respiro agitado, porque por más que intente controlar mi instinto, recuerdo que soy humano, intento retroceder con las manos, pero una vez más, vuelvo a resbalar. Es como un bucle sin fin.

La mascara del hombre, Crow, es azul y se asemeja a la de un águila —si es que no es uno—. Luego de ello, su vestimenta es extravagante, al igual que el resto de cosas desde que "desperté". Claro, uso las comillas en todo caso, así me sirven como excusa si es que al final resulta que estoy en un manicomio encerrado, escuchando voces e imaginando cosas. Usa una camiseta rosa, junto a una camisa con mosaicos de varios colores, unos pantalones anchos, negros y... se está acercando a mí otra vez.

—¡Basta! —ríe la mujer, empujando a Crow.

Ella, en cambio, usa una mascara amarilla, que se asemeja a los rasgos de un cánido, pero sin ser un perro. Puedo ver cómo se acerca a mí procurando ser cautelosa, es ahora que me siento como un gato al que intentar llamar sin espantarlo, pero sin la gracia de tener tanta astucia. Se apoya en sus rodillas y habla:

Slowtown | JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora