TN traiciona a su clan para salvar a Meliodas y Elizabeth, pero su acto heroico le cuesta caro. Maldecida por las deidades, vive con un vacío emocional que la separa de todos y una magia que destruye su memoria y vitalidad cada vez que la usa. Ahora...
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Narra TN:
Después de la explosión, Gilthunder y yo permanecimos en silencio por unos momentos, procesando lo que acababa de suceder. El castillo había sufrido daños significativos, y el caos se extendía a nuestro alrededor. Los guardias corrían de un lado a otro, tratando de controlar la situación.
—Tenemos que encontrar a Meliodas —dijo Gilthunder con determinación—. Si está en Vanya, debemos ir allí de inmediato.
Asentí, compartiendo su urgencia.
—De acuerdo, pero tenemos que ser cautelosos. No sabemos qué esperar.
Al día siguiente, nos dirigimos a Vanya. El sol estaba alto en el cielo cuando llegamos al pueblo. Los aldeanos nos miraban con desconfianza y miedo. Gilthunder y yo, con una capa cubriendo mi apariencia, caminamos hacia el lugar donde la lanza de Gilthunder había caído.
Narra Gilthunder:
—¡Apartaos! —ordené, avanzando hacia el agujero—. Necesitamos ver qué ha sucedido aquí.
Los aldeanos retrocedieron, dándonos espacio. Me acerqué al agujero y vi que mi lanza ya no estaba. En su lugar, solo había un agujero en el suelo. Fruncí el ceño y me volví hacia los aldeanos.
—¿Dónde está el hombre que sacó la espada? —pregunté, mi voz firme.
Un guardia del pueblo se adelantó, nervioso.
—Se... se fueron al suroeste, señor. En dirección al Bosque del Sueño Albo.
TN y yo intercambiamos miradas. El Bosque del Sueño Albo era conocido por ser peligroso, un lugar al que nadie iba a menos que fuera absolutamente necesario.
—¿Estás seguro? —insistí, mirando al guardia a los ojos.
—Sí, señor. Lo vimos marcharse hacia esa dirección.
Narra TN:
Gilthunder asintió lentamente, su expresión decidida. Miré el agujero en el suelo donde antes había estado la espada y luego a Gilthunder.
—Debemos seguirlos —dije, ajustando mi capa para asegurarme de que mi apariencia permaneciera oculta.
—De acuerdo —respondió Gilthunder, moviendo su caballo en dirección al suroeste—. No tenemos tiempo que perder.
Montamos nuestros caballos y nos dirigimos al Bosque del Sueño Albo. Mientras cabalgábamos, no pude evitar sentir una mezcla de preocupación y curiosidad. Meliodas había regresado, y con él, una parte de mi pasado que había intentado olvidar.
Narra Gilthunder:
El camino al bosque estaba lleno de tensión. Sabíamos que nos dirigíamos a un lugar peligroso, pero no había vuelta atrás. Estaba decidido a encontrar a Meliodas y obtener respuestas.
