TN traiciona a su clan para salvar a Meliodas y Elizabeth, pero su acto heroico le cuesta caro. Maldecida por las deidades, vive con un vacío emocional que la separa de todos y una magia que destruye su memoria y vitalidad cada vez que la usa. Ahora...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Narra TN: Sentía la presión de la mano de Meliodas sobre mi brazo, su agarre firme e inamovible. Era como si toda la fuerza de mi cuerpo se estuviera desmoronando bajo su toque. Cada segundo que pasaba bajo su control se sentía como una eternidad de impotencia y furia reprimida.
Con un grito interno de desafío, reuní todas mis fuerzas restantes y le di una patada a Meliodas. Su agarre se relajó brevemente y, con un esfuerzo desesperado, me liberé de su sujeción. Mi siguiente movimiento fue directo: me dirigí hacia Diane, quien había lanzado a Gilthunder lejos. No podía permitir que continuara con su ataque.
Me lancé hacia la gigante con una patada precisa en su abdomen. Diane emitió un gruñido de sorpresa y dolor, su imponente figura tambaleándose hacia atrás. El impacto me dio una breve sensación de victoria, pero no me di cuenta de que no tenía mucho tiempo para aprovechar la ventaja.
Antes de que pudiera tomar una posición defensiva o preparar otro ataque, sentí un golpe brutal en la cabeza. El impacto me hizo volar por el aire, el mundo a mi alrededor girando en un torbellino de dolor. Mi visión se tornó borrosa mientras caía al suelo con un golpe seco, el impacto resonando en mi cuerpo.
El suelo frío y duro me recibió con una dureza implacable. Intenté moverme, pero el dolor me inmovilizó. Cada intento de levantarme solo amplificaba el dolor en mi cabeza, el cual se extendía por todo mi cuerpo. La niebla oscura comenzó a envolver mi visión, y el ruido de la batalla se desvanecía lentamente.
La oscuridad se apoderó de mí, y mi mente se sumergió en un vacío profundo. Antes de perder por completo la conciencia, me pregunté si alguna vez podría salir de esta pesadilla. Mi cuerpo yacía inmóvil en el suelo, y el mundo a mi alrededor se desvanecía mientras me desmayaba, llevándome a un lugar donde la batalla no podía alcanzarme.
El sol brillaba a través de los árboles, iluminando el claro donde entrenábamos. Meliodas y yo estábamos en plena actividad, sin armaduras, solo con nuestras formas demoníacas. Él estaba relajado, con su cabello desordenado, mientras tomábamos un respiro entre un ejercicio y otro.
—Meliodas —dije, rompiendo el silencio—, ¿alguna vez has sentido amor por alguien?
Meliodas levantó la vista, un poco sorprendido por la pregunta. Se quedó callado un momento, mirando al horizonte, antes de responder con una sonrisa ligera.
—El amor... es complicado. En nuestra vida, es difícil encontrar algo que sea verdadero y duradero. ¿Por qué lo preguntas?
Lo miré, intrigada y un poco triste. La guerra se acercaba y me preguntaba si había algo más allá de las batallas y el dolor.
—Solo quiero saber si alguna vez has sentido algo así —le dije—. Algo que no tenga que ver con nuestras responsabilidades o nuestras peleas.
Meliodas rió suavemente, con un toque de tristeza en su risa.
