Eric y Cuatro eran los dos chicos de oro en osadía, en dónde tenían en común lo que la sal y el azúcar compartían. Eran totalmente opuestos.
Sus personalidades tendían a chocar y más de una vez habían tenido altercados en dónde terminaban al borde de un par de huesos rotos.
Pero muchas veces era cierto eso de que a quien más odiabas o con quién tenías más conflicto, era con alguien con muchas semejanzas a tí.
Eric y Cuatro eran los niños dorados de su facción, con los máximos puntajes en la tabla de clasificación. Con puestos privilegiados y la aprobación de los líderes mayores.
Eran los mejores en lo que hacían, ganandose el respeto y la admiración de los demás Osados.
Con sus portes y carecteres llamaban la atención, tenían a media facción suspirando por los pasillos que pisaban. Siendo causantes de susurros y risitas tontas y traviesas de sus admiradores.
Pero eran más que solo unos galanes, imponían orden, destreza y seriedad. Se habían ganado una reputación y sus puestos a pulso y en más de una ocasión habían hecho alarde de sus habilidades para cerrar bocas.
Habían pasado solo dos años desde que llegaron trasladados a osadía, en dónde en medio de sudor, lágrimas, sangre y golpes habían borrado lo que tanto los había obligado a huir de sus antiguos hogares.
Hoy, dos años después desde que la sangre espesa y escarlata escurriera de sus manos y crepitara en las brasas ardientes en aquel ritual de cambio de facción, ya no existían aquellos niños con ropas grises y azules; colores distintivos de sus antiguas casas.
Ellos se habían encargado de eliminarlos de sus cuerpos y memorias.
No eran tan diferentes, cuando se trasladaron ambos eran dos muchachos delgados y largos, sin mucho músculo y siendo la viva representación de donde provenían.
Los primeros días fue un infierno, les dieron las palizas de sus vidas, con el rostro hinchado y ojos morados, eran sus usuales apariencias en sus inicios.
Sin embargo no se rindieron, tenía una meta más grande que los golpes recibidos. Las ansias de demostrarse a su mismos y a los fantasmas de su pasado que eran más que unos perdedores los catapultaron a no rendirse y seguir empujando para salir a la superficie.A pesar de sus ganas de subir, algunas cosas no estaban a su favor.
Y en ocasiones hacían que sus intentos de seguir a delante se vieran estancados. Los chicos eran observados por dos hombres, que no perdían ningún detalle de sus intentos. Viendo pasión, fiereza, ira y dolor, aspectos que combinados eran los mejores factores para comvertirte en tu mejor versión si sabías usarlos a tu favor.
Amar y Harrison, las estrellas de osadía en su época. Tan letales, inteligentes y hábiles. Los mejores soldados en sus filas.
Ese par de perdedores habían captado su atención, Amar, al ser su instructor y Harrison al ser un líder encargado de supervisar de cerca los entrenamientos, habían captado a dos diamantes en bruto, rodeados de moretones y caras rotas, pero diamantes al fin y al cabo.Silenciosamente los acogieron cada uno bajo sus alas, perfeccionando sus técnicas y mostrandoles en el campo de batalla para hacerlos los mejores.
Sin embargo, ambos chicos mantenían su distancia, a pesar de saber lo que ocurría con el otro. Ambos guardaban silencio, siguiendo con sus entrenamientos extracurriculares como si nada.
Y así poco a poco se fueron apoderando de la tabla de posiciones, silenciosamente pero firmes en su ascenso se ubicaron en la cima.
Ambos con secretos ocultos, un pasado lleno de demonios y una misión.
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¹ 𝐑𝐔𝐋𝐄𝐒 - 𝐓𝐨𝐛𝐢𝐚𝐬 𝐄𝐚𝐭𝐨𝐧/𝐅𝐨𝐮𝐫
Fanfiction"𝘠𝘰 𝘤𝘳𝘦𝘰 𝘮𝘪𝘴 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘨𝘭𝘢𝘴" - Eres alguien a quien solía conocer. - No me recrimines algo que también tú hiciste. "- 𝘘𝘶𝘦 𝘮𝘪𝘴𝘦𝘳𝘪𝘢, 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘮𝘪𝘴 𝘦𝘯𝘦𝘮𝘪𝘨𝘰𝘴" ~𝐓𝐨𝐛𝐢𝐚𝐬 𝐄𝐚𝐭𝐨𝐧/ 𝐅𝐨𝐮...