OUTTAKE #3

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Había un grupo de niños reunidos en una gran casa, curiosamente en dónde sus prendas predominaban el color azul pero eso no evitaba que hubiera una mancha colorida roja y amarilla y una mancha grisasea. Sin importar de que color era su ropa, aquel pequeño grupo de niños era un soplo de aire fresco en dónde no habían prejuicios, críticas o juicios. Solo unos niños pasando el rato, jugando, charlando, compartiendo... Eran realmente unidos.

Aunque eran todos un grupo, eso no evitaba que los niños tuvieran más afinidad uno con otros. Muchas veces dividiéndose en parejas justo como en ese momento:

Cada niño estaba dispersado con su pareja en el crímen, realizando diversas actividades:

Edward y Jace que tenían un duelo en Ajedrez, llevaban cerca de 3 horas en la misma partida y cada tanto se lanzaban miradas intensas, siendo esa su conversación.

Por otro lado estaban Willow y Eric, los cuáles simplemente estaban tirados en el piso, mientras que el rubio peinaba con los dedos y trenzaba su cabello suavemente compartiendo en susurros una suave charla entre ellos.

O como Tobias y Arlette los cuáles simplemente estaban en silencio observando por el ventanal, recostados el uno en el otro apreciando el momento. Claro eso sin contar el hecho de que Arlette parecía un pulpo alrededor de Tobias, el cual a pesar de su rostro sonrojado no podía estar mas felíz.

Eran realmente jóvenes pero eso no evitaba que sus mentes fueran más allá de sus edades físicas, habían tenido que crecer de golpe, habían tenido que amoldarse a las situaciones que cada uno vivía. Por lo que sabía que aquellos instantes de paz y tranquilidad, los atesorarian siempre en sus corazones, no estaban muy seguros de guardarlos en sus mentes puesto que sabían que la mente humana era realmente delicada y con el tiempo o algo externo tal vez podrían olvidar aquello. Pero en sus corazones nada podría borrarlos, primero tendrían que morir.

Sin embargo, todos sabían que muy en el fondo aquello solo era la calma antes de la tormenta. Sabían que a pesar de que en aquella casa perteneciente a Gladys Colley era su lugar seguro, las cosas no serían para siempre así.

Aquellos jóvenes tenían un largo camino en dónde harían historia, pero no hay historia sin drama, lágrimas y confusión.

Y no se imaginaban que tan acertados estaban.



Pasaban los días y semanas, tal vez habían pasado un par de meses. Los niños seguían con sus actividades, sus reuniones, todos ellos siendo inseparables.
Los padres de ellos no tenían problema el hecho que después de la escuela pasarán tiempo en casa de Gladys.

Por el lado de los padres de Arlette, Gladys era su abuela, no había mucho que decir al respecto. Los padres de Edward pensaban que era buena influencia que su hijo estuviera rodeado de la familia Brangwen. Willow pensaba que hacía bien su papel de escape desde Cordialidad a Erudición todas las tardes, pero los padres de la chica y Johana, sabían de sus escapadas y se hacían los dementes. El padre de Tobias estaba feliz de no tener su presencia en casa, pensando que su hijo estaría haciendo sus tareas de abnegado y no en otra facción. Los padres de Eric estaban de acuerdo en que pasará tiempo rodeado de los Brangwen, después de todo esa familia era realmente importante en erudición y los padres de Eric creían que si veían a su hijo con ellos ayudaria a su estatus. A Jace al ser el medio hermano de Eric y el hijo bastardo producto de una infidelidad no era muy querido, por lo que entre menos pasará tiempo en la casa Coulter mejor.

¿Jeanine - quien en ese tiempo era la segunda al mando, sucesora del liderazgo y quien se creía ya la dueña de todo - estaba de acuerdo? Lo más probable era que no.

¿Jeanine sabía de aquello? Tampoco, pero no era como si se fuera a enterar.

¿A alguien le importaba la opinión de Jeanine? En lo absoluto.


Y cuando pensaron que todo iba bien, entonces ocurrió lo contrario.

Todos sabemos la historia de los adultos y del porque permitían estás reuniones de sus hijos, todos sabemos los planes que tenían para esta generación. Pero no éramos los únicos en saber eso, las personas fuera de Chicago, los encargados del experimento social descubrieron también las intenciones del grupo con indoles revolucionarios y harían cualquier cosa para detenerlos.

Incluso si eso significaba dañar a niños inocentes.

Corría una tarde de viento fresco, según los libros de historia aquel clima era típico de una de las estaciones: otoño. Hoy en día ya eran existintas, en dónde solo habían temporadas de verano e Invierno. Aquella guerra que había eliminado a un porcentaje significativo de todo lo que se conocía, había acabado también con la misma madre tierra.

Aunque mucha gente no tenía conocimiento de donde habían salido las tierras fértiles y las cosechas que habían en cordialidad, lo atribuían a los primeros pobladores del nuevo mundo y que tal vez en medio de la nada encontraron aquella pequeña bendición.

Ahora muchos sabíamos que aquello solo era un muy buen elaborado plan y que tal vez allá afuera existían más ciudades como Chicago en dónde sus habitantes pensaban que eran los únicos.

Aquella tarde de frío viento, marcaría el destino trágico y dramático de un grupo de niños. Sin embargo, en ocasiones ni la misma ciencia, la maldad y la codicia eran capaces de destruir lo que con lealtad, amor y voluntad se había creado.

Habían sido estudiados, monitoreados, una mañana tranquila y rutinaria cuando cada niño salía de su casa hacia la escuela fueron emboscados, fue silencioso, rápido, eficaz.

Los 6 niños habían desaparecido sin dejar rastro, pero había sido tan silencioso que no había llamado la atención de la comunidad. En aquella ciudad nada de eso era común, los robos, asesinatos, secuestros no era recibidos en aquel mundo, pero eso no quita que no ocurrieran de vez en cuando. No cuando los soldados de Osadía neutralizaban y mantenían la paz de los ciudadanos.

Y ese fue el error de los habitantes fuera de la valla, habían olvidado cubrir sus huellas del ojo vigilante de osadía.

Max quien para ese entonces era líder en la rama de seguridad y defensa, al ser notificado de la desaparición de los niños uso todo su poder para revisar cámara, por camara, sin dejar ningún cuadro o pixel por fuera y después de una exhaustiva búsqueda, la verdad salió a la luz pero ya era tarde.

Horas más tarde, los pequeños aparecieron por cordialidad sin saber cómo llegaron a ese lugar y sin algún recuerdo sobre el otro.

Los externos sabían que la mayor amenaza eran ellos, por lo que ¿Que mejor que borrarlos de las mentes de los otros? Sin recuerdos no sabrían por qué estaban juntos y sin estar juntos, sus planes en el futuro no serían una preocupación mayor.

Después de aquel golpe un hueco había quedado en la mente de cada joven. Pero en sus corazones quedaba el recuerdo de cada risa, cada broma, cada charla. No importaba cuánto tratarán de borrarlos de las memorias del otro, en sus corazones ellos estaban tatuados para la eternidad. Sin importar los años que pasarán, sin importar que no reconocieran sus caras, ellos se encontrarían y cuando lo hicieran.... Cuando lo hicieran, terminarían con aquello que empezaron.

Serían imparables.

¹ 𝐑𝐔𝐋𝐄𝐒 - 𝐓𝐨𝐛𝐢𝐚𝐬 𝐄𝐚𝐭𝐨𝐧/𝐅𝐨𝐮𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora