En un vasto océano de leyendas y secretos, donde los ecos de antiguas batallas aún resuenan entre las olas, se despliega un mundo de piratas y aventuras que desafían la imaginación. Un reino donde los dioses observan desde lo alto, susurrando destin...
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La guerra había dado inicio.
Los piratas de Shirohige contra la marina.
Aliados de estos Piratas contra vicealmirantes.
Todo era un completo caos. Solo había muerte y guerra.
El hielo rodeaba toda la bahía, congelando el mar. El frío ni siquiera era notorio, pues el hedor de la guerra calentaba el alma de cada uno.
Ace no pudo evitar recordar cómo ella le contaba que, cuando había guerra, sufrimiento y dolor, significaba que Ares¹ estaba en presencia de ésta guerra. El pirata maldijo a aquel dios, si es que existía, pues estaba provocando que muchos de sus nakamas murieran.
Lo maldijo cuando Little Oars Jr, no siguió el consejo de «Padre» y terminó muriendo ante sus ojos sin poder salvarlo.
Y al igual que Ace maldecía a cualquier dios que producía aquello, Shirohige expresó su inmensa ira, desquitandose con un sucio marín gigante, el cual trató de atacar, pero fue derrotado de un golpe, pues la pérdida de Oars provocó que el demonio saliera.
Aquello, provocó un silencio sepulcral.
Nadie hablaba.
Nadie se movía.
Todos fueron nuevamente aturdidos por el gran poder de Shirohige.
Los marines no podían creer que, en un abrir y cerrar de ojos, aquel temido pirata, noqueó a aquel gigante.
De entre las sombras y el silencio se oyó el eco de los pasos de alguien. Mientras que detrás del temido pirata, se pudo ver cómo salía y se mostraba a la luz una mujer.
-No descargues tu ira y energías en sucios marines, Shirohige.
-¡No puede ser! -los marines alarmados gritaban.
-Llegas tarde -le recriminó Marco con tristeza.
-¿E-Ella...? ¡¿ella e-es?!
-No... -maldijo Ace
-¡E-es!
-Tiempo sin vernos... -la chica sonrió con malicia- "Puño de fuego" Ace.
-¡Kurayami Rusu!
Los marines no podían creer que el pirata se había aliado con aquel demonio. Ahora todos estaban expectantes a lo que la mujer iba a hacer, pero esta solo se limitó a cambiar su expresión divertida a una de tristeza y enojo, pues darse cuenta de la muerte de Oars no le agrado en lo absoluto.
-Tsk -frunció el ceño y susurró-: Oars...
-¡Todos! -gritó Shirohige- ¡Suban al cuerpo de Oars e invadan la bahía!
