En un vasto océano de leyendas y secretos, donde los ecos de antiguas batallas aún resuenan entre las olas, se despliega un mundo de piratas y aventuras que desafían la imaginación. Un reino donde los dioses observan desde lo alto, susurrando destin...
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La pelinegra estaba en aquella cama mirando por la ventana. Había quedado muy débil de aquella pelea, o bueno: asalto. Pues en su opinión esos piratas le pasaron el trapo.
Y aquello le molestó a cántaros.
Tenía la mandíbula apretada de la ira. Los puños cerrados contra las sábanas, provocando que sus nudillos queden blancos.
En su mente pasaba una y otra vez como fue derrotada de una forma tan humillante.
Como esos piratas lograron hacerla sentir débil.
Y como esos infelices lograron revivir, por una milésima de segundo, su trauma.
El ruido de la puerta abriéndose la hizo salir de sus pensamientos, en el marco de la puerta se asomó una cara sonriente y con pecas en la cara.
El chico entró al cuarto con una bandeja de comida, era la segunda vez que éste le llevaba comida, y aquello provocó que Rusu se sintiera aún más humillada, pues ni siquiera podía caminar hacia la cocina.
-Perdón por entrar así como así -dejó la bandeja en la mesa de luz -, había tocado, pero no parecía que me escucharas
-... -la pelinegra no respondió, aquello provocó que el de sombrero naranja suspirara
-No se de medicina -se sentó en una silla quedando frente a la cama de la pelinegra -pero, mis nakamas van a venir a buscarnos, como se quemó mi barco no tengo cómo movernos...
-Aguarda, ¿pretendes que me vaya contigo? -le interrumpió incrédula
-¡Claro! Un nakama mío es un excelente médico, puede tratarte
-No -dijo apurada la chica-. No necesito su ayuda
Cuando la pelinegra trató de levantarse, sus piernas le fallaron provocando que cayera al piso. Maldijo por aquello. Y con ayuda del pecoso, se volvió a acostar en la cama.
-¿Segura que no necesitas ayuda? -le pregunto de forma burlona a la pelinegra
-... -Rusu desvió la mirada molesta -Sí, estoy segura
-Vaaamos -el chico la miró sonriente-. Por lo menos deja que nuestro médico te revise
-... -la chica lo pensó un tiempo. Soltó un suspiro -Tú ganas, Portgas D. Ace
-¿¡En serio!? -Ace sonrió
-¡Pero! -le cortó la pelinegra- No me moveré de aquí
-Bien, trato -le extendió la mano y la chica se la estrechó
Ace se retiró luego de lograr convencer a la chica para que su nakama la revise y se aseguren de que está bien.
Para Rusu, aquella actitud confianzuda le generó bastante curiosidad, pues en su vida (una forma de decir nadie), alguien completamente desconocido le salvó la vida porque sí.
