En un vasto océano de leyendas y secretos, donde los ecos de antiguas batallas aún resuenan entre las olas, se despliega un mundo de piratas y aventuras que desafían la imaginación. Un reino donde los dioses observan desde lo alto, susurrando destin...
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El moreno meditaba la situación. En su mente, la imagen de Rusu llorando y suplicando por ayuda se repetía como un eco en la oscuridad de la noche. Su cuerpo se había tensado al verla retroceder temerosamente ante su acercamiento. La noche anterior había sido intensa; tras la charla que habían compartido, ella le había permitido llamarla Kore y le había brindado el permiso de dormir en su habitación. Sin embargo, desde aquel momento, el silencio había reemplazado los lamentos de Rusu, y Law la había observado dormir plácidamente, en una paz que le parecía tan frágil como un cristal.
Law no podía dejar de preguntarse qué demonios le habían hecho a Rusu para que estuviera tan traumatizada. Él mismo enfrentaba sus propios demonios, compartiendo esas pesadillas que lo mantenían despierto, razón por la cual sus ojeras eran tan pronunciadas. Era un ciclo de dolor que parecía repetirse, y ahora esa angustia se manifestaba en su preocupación por la mujer que dormía en su cama.
Saliendo de lo sentimental, Law trataba de ignorar el hecho de que su nakama estaba durmiendo en su cama; por alguna razón ella lo ponía increíblemente nervioso –consciente e inconscientemente–, pero no en el sentido de incomodidad. Aunque de todas formas era extraño; los nervios no eran un sentimiento que rondara mucho por su cuerpo.
El moreno desvió la mirada hacia ella y sintió un gran alivio al notar que no parecía dispuesta a despertarse pronto.
Opto dejar de lado sus pensamientos y se centró en preparar su plan: lo primero sería conseguir un mecánico, y lo segundo, averiguar más sobre los Shichibukai, y de ser posible, convertirse en uno; de esa forma estaría más cerca del hombre de abrigo emplumado.
De forma involuntaria, aquellos ojos grises se posaron en el libro que anteriormente le había mostrado a Rusu. Su mano se movió sin pensarlo hacia el libro y ojeó las páginas con aburrimiento, lo hizo hasta llegar a la página que quería; en esta tenía escrito algo simple: Kore. Y al lado de aquel nombre, sus tres significados.
Law cerró el libro y negó con la cabeza mientras se decía internamente que debía seguir planeando su venganza. Sin distracciones.
(...)
Rusu se levantó algo desorientada, miró a los lados y recordó todo lo sucedido la noche anterior. Llevó sus manos a su cara, sintiendo el calor de un gran sonrojo extendiéndose por su cuerpo al recordar como su capitán la llamaba, y como de ahora en adelante la llamaría. Aun así eso no evitó que diera un gran bostezo, un claro indicio de que aquella noche había dormido como un bebé, y eso no hizo más que alegrar a la pelinegra.
El sonido de la puerta abriéndose interrumpió sus pensamientos, y al girar la cabeza, un abdomen delgado que comenzaba a definirse ocupaba "toda" su visión, decorado con una serie de tatuajes que capturaron su atención por completo. Esas manchas¹, que no podían causarle más que curiosidad, eran de diferentes formas y tonalidades de blanco, aportaban un contraste..., interesante a su piel morena; un detalle que, aunque la descolocó, le provocó una extraña sensación de familiaridad, pero se distrajo deslizando su mirada por el torso con curiosidad, hasta que, al bajar la vista hacia su marcada "V" cubierta por apenas un jean moteado que marcaba todos sus contornos, su rostro se encendió en un intenso rubor. En un reflejo casi involuntario, sus ojos regresaron al rostro de Law, quien le sonreía con burla; aquello provocó que Rusu desviará la mirada rápidamente.
