¡Yo te ayudare todoidiota! [TodoBaku]

Obra de teatro II

Un bicolor atrapado entre un montón de cabello verde lleno de espinas. Un peliverde que se aferraba a un gato negro de peluche, corriendo y siendo perseguido por 20 alumnos de diferentes clases, que a la vez estaban siendo perseguidos por profesores y personal de seguridad. Un azabache que corría con un Pikachu en brazos huyendo del fuego que se propagaba por el escenario y una castaña siendo protegida por un chico de lentes que estaba delante de ella, obstruyendo el paso de 40 chicos y 20 chicas que la miraban a muerte al mismo tiempo que un pelirrojo y una chica rosada trataban inútilmente de bajar al cenizo que estaba siendo custodiado por 30 chicos y chicas que los veían amenazantes mientras coqueteaban con el mismo.

Después del supuesto beso de Cenicienta y el príncipe, todo el mundo corrió a atacar, principalmente a Uraraka y de paso, a todos los demás actores malvados de la obra de teatro.

El cenizo veía todo incrédulo y de piedra mientras le daba sonrisas tímidas—por más que quisiera matar a todo el mundo, la apuesta seguía en pie y Mineta, que seguía colgado del techo, lo veía fijamente sin distraerse—a los chicos y chicas que lo invitaban a comer y resaltaban su belleza.

Su vestido estaba totalmente limpio e intacto, perfectamente ordenado mientras ondeaba majestuosamente por el viento que veía desde abajo, dándole un toque increíblemente seductor, la peluca de cabello ahora estaba suelto y sus rulos seguían siendo circulares sin ningúna imperfección mientras ondeaban a la par de su vestido y flequillo que tampoco había perdido su volumen, sus zapatos, estaban totalmente pulcros y brillaban con el fuego que se expandía por el escenario al igual que se reflejaba en sus bellos ojos ahora azules y profundos como el mar.

Apretó elegantemente sus manos cubiertas por los guantes de seda, lo que provocó un sonido satisfactorio sobre su regazo y miro a las chicas y chicos que lo admiraban mientras ignoraban el caos que habían provocado abajo.

El tenía mucha dignidad, pero no paciencia, y sin embargo seguía cumpliendo la apuesta y no podía insultarlos, no podía ser grosero pero si podía gritar y mostrar su poder de mando.

Pero no quería que se enteraran de que era el, Bakugo Katsuki, quien había actuado tan bien de Cenicienta, pero tampoco iba a fingir que era una chica y perder la dignidad que le quedaba.

Observó, como Aisawa— quien ya había detenido el incendio y reprendido a los chicos que lo habían causado accidentalmente— observaba hacia donde el estaba con el seño fruncido.

—¡Bajen todos de ahí!, ¡Ahora!, ¡es una orden! —se escuchó su grito y los, y las alumnas lo miraron, se vieron entre si y después bajaron hacia el profesor, todos sin excepción.

Se escuchó como les grito y regañó para después decirles que esperarán afuera junto a los demás, se mostraron reacios a hacerlo pero terminaron cediendo, no sin antes verlo y gritarle un par de halagos, despedidas y peticiones más.

El maestro los vio con fastidio y después vio al cenizo—quien ya no estaba escerrado en la burbuja y en ves del trono, ahora estaba sentado sobre una viga de madera del techo, con las manos a los costados apoyado sobre ellos para no caer y mirándolo con el seño fruncido mientras su cabello y vestido seguían ondeando por el viento. Se veía hermoso y encantador, inocente desde algún punto—le dirigió una mirada de comprensión y de un salto, subió a la misma viga y se apoyo en una pierna mientras apoyaba su brazo en la otra flexionada.

—¿Estas bien Bakugo?, ¿Que fue lo que pasó? —le preguntó amablemente.

El cenizo quería gritarle y quemar todo, no quería actuar sumiso con un profesor—con casi nadie, de hecho—pero era para no perder la maldita apuesta.

—Ni idea, cuando acabo la obra, todos se lanzaron sobre nosotros como animales. A mi me sentaron sobre un trono y me hicieron flotar en una especie de burbuja que se reventó por el calor que produjo el fuego, caí aquí y me quedé en shock durante ese tiempo—explicó el cenizo calmadamente, como si no quisiera tener una cuerda y matarse en ese preciso momento.