Capítulo 9

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El primer día de clases llegó como un soplo de aire fresco, lleno de promesas y nuevas oportunidades. Me despierto temprano a preparar mi desayuno; no puedo salir de mi casa con el estómago vacío. Me vestí; me miró en el espejo sonriendo; ya no era la niña asustadiza que había sido años atrás. Tenía mucha más confianza. Este año, estaba decidida a ser valiente y abrirme a nuevas amistades.

Mi hermano me llevaba hasta el colegio y de allí seguía su trabajo. Al llegar, el bullicio de los estudiantes llenaba los pasillos. Sentí una mezcla de nervios y emoción mientras buscaba mi aula. A medida que entraba, noté que varias chicas me miraban y sonreían. Una de ellas, se acercó rápidamente.

- ¡Hola! ¿Eres nueva aquí? —preguntó con entusiasmo.

—Hola, sí, es mi primer año aquí. - Respondí sintiendo cómo la calidez del saludo me envolvía.

— Genial, ¿en qué aula quedaste? ¡Oh estamos en la misma, siéntate con nosotras! —dijo Valeria. Asentí sin dudarlo, sintiéndome aliviada y emocionada por la invitación.

Durante el almuerzo, las risas resonaban en la mesa mientras compartímos historias sobre nuestras vacaciones y las expectativas para el nuevo año escolar. Me di cuenta de que había encontrado un grupo de amigas que realmente me aceptaban. Las conversaciones fluían naturalmente entre nosotras y pronto me sentí como parte del grupo.

A pesar de estar rodeada de nuevas amigas, mi mente a menudo divagaba entre Mateo y Diego. Había hablado un par de veces con Mateo, pero la señal era realmente mala allá en el pueblo de la costa, así que no pudimos tener una conversación directa. Por otro lado estaba Diego; él me escribía todas las noches; se preocupaba por todo lo que hacía durante el día. 

Un día después de clases, mientras me despedía de mis amigas en la puerta del colegio, escuché una voz familiar detrás de mí.

- ¿Paulita? ¿Te gustaría que te acompañara a la parada? —preguntó Diego con esa sonrisa encantadora que siempre me hacía sentir mariposas en el estómago.

—Claro —respondí, sintiendo cómo mi corazón latía más rápido al caminar junto a él. Mientras avanzabamos por la acera, conversamos sobre mis clases y mis horas libres. 

—¿Son amigas tuyas? —me pregunta, señalando con la cabeza a un grupo de chicas que hablaban en susurro mientras nos miraban. 

—Sí, ellas piensan que eres muy guapo. —le digo tímidamente. 

—Bueno, eso es halagador —dijo él modestamente mientras miraba hacia adelante. —Pero me importa más lo que pienses tú.

Yo solo pude sonreír tímidamente, lo cual hizo que él también sonriera.

Termino acompañandome hasta mi casa, cuando llegamos, senti una punzada de tristeza al tener que despedirme.

—Gracias por acompañarme —digo sinceramente.

—¿No me invitas a pasar un rato? —me preguntó. 

—Lo siento. No puedo. Mi madre y mi hermano aún no han llegado y no tengo permitido dejar pasar a nadie si ellos no están. - No quería echarle más chispas a la discusión que había tenido con mi madre. 

- Claro, entiendo. Así debe ser —me dice él con una cálida sonrisa. —Espero verte muy pronto, Paulita —dice y me da un beso en la mejilla que me dejó sorprendida. 

Al entrar a casa, no podía evitar sonreír como tonta. Mis amigas tenían razón; él era guapo y encantador, pero lo que realmente me gustaba era cómo me hacía sentir: valorada y escuchada. 

Aun así no podía evitar pensar que estaba engañando a Mateo. Aunque nunca quedé de novia con él, en el fondo sentía que lo estaba traicionando. 

Desde mi llegada al colegio, había notado que algunos chicos me miraban de una manera diferente, y eso me generaba nerviosismo; no podía evitar recordar mi experiencia anterior. En mi antiguo colegio, las cosas no habían sido fáciles en ese aspecto; las miradas y los comentarios a menudo venían acompañados de celos y rivalidades.

Sin embargo, esta vez era diferente. Mis nuevas amigas, Valeria y Sofía, parecían genuinamente felices por mí.

- ¡Es increíble que te miren así! ¡Te lo mereces, eres muy hermosa! —exclamó Valeria un día durante el almuerzo mientras un grupo de chicos me miraban.

- Gracias, pero no me gusta mucho esa atención… Además, no quiero que cambie nuestra amistad por eso. - Les confesé con timidez. 

- ¿Por qué debería cambiar nuestra amistad? ¡Nos sentimos honradas de tenerte como amiga! —dijo Sofía con entusiasmo. —Además, si alguno de esos chicos se atreve a hacerte sentir incómoda, ¡te ayudaremos a patear sus traseros! - Eso nos hizo reír a todas. 

Fue una promesa que me reconfortó un poco. A medida que pasaban los días, los chicos continuaron mostrando interés en mí. Algunos me enviaban mensajes en clase o intentaban iniciar conversaciones durante la hora de descanso. 

Una tarde, mientras salía del colegio junto a Valeria y Sofía, uno de los chicos más populares del curso se acercó a nosotras. 

—Hola, Paula —dijo Héctor con una sonrisa encantadora. - ¿Te gustaría ir al cine este fin de semana?

—Lo siento, Héctor —dijé con firmeza pero amabilidad. —Pero ya tengo planes con mi novio —la respuesta salió de mis labios sin titubeos; sabía que era lo correcto.

Héctor pareció sorprendido por un momento antes de sonreír nuevamente. 

—Está bien, solo quería preguntar —respondió él antes de alejarse.

Cuando volví para unirme a mis amigas, noté a Diego observandome detrás de ellas, con una expresión en su rostro que no pude determinar ya que cambió rápidamente a una sonrisa deslumbrante.

—Hola. —Lo saludé con la mano mientras me acercó.

-¡Paulita! —me dijo cuando me acerqué—, qué agradable volver a verte. ¿Les importa si me la robo por un momento? —pregunto dirigiendome a mis amigas.

- No, claro que no. Ya nos íbamos —y se despidieron de mí.

—¿Qué haces por aquí? —le pregunté casualmente.

—Estaba visitando a un primo que tiene un apartamento en los edificios que están aquí a la vuelta y decidí venir a verte - Me dijo. - Así que ya tienes novio...

- Oh… No… ¡Solo les digo eso para que me dejen en paz! —le digo. 

—Qué buena estrategia. Puedes usarme como novio cuando lo necesites. — Me dijo en forma de secreto. 

—Gracias. Puede que lo haga —le dije sintiendo mis mejillas arder. 

- Sabes!? Allí, donde mi primo, estamos viendo películas de terror con unos amigos… ¿Te gustaría venir?

- Mmmm! ¡No me gustan las pelis de terror! —admití apenada.

—¡No te preocupes, yo te protegeré! —dice guiñandome el ojo.

—¡Bien, pero solo una que no debo llegar tarde a casa!

—¡Claro que sí! —me dijo—. ¡Yo mismo te llevaré hasta la puerta de tu casa!

El edificio donde vivía su primo quedaba realmente cerca del colegio. Subimos unos seis pisos en el ascensor y al salir pude ver que se veía todo el colegio desde allí. Mientras caminaba por el pasillo con él, tomó mi mano suavemente y eso hizo que mi corazón se acelerara por la emoción, lo que no sabía es que pasarían solo segundos antes de que esa emoción pasara a convertirse en otra cosa. 

🗣️ Gracias por llegar hasta aquí.... 😉

¿Qué piensas sobre la decisión que tomó Paula al final del capítulo? Hubieras hecho lo mismo? 🤔

LIENZOS DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora