La semana pasó y me mantuve ocupada con mis estudios. El fin de semana llegó y nos volvimos a reunir entre amigos. Las risas, las charlas y los juegos eran parte de la noche, pero había un cambio palpable en el aire. Anderson había comenzado a ser más atento conmigo, una atención que no pasó desapercibida para el resto del grupo.
A mitad de la tarde Melody se marchó; parecía haberse distanciado del grupo. Valeria y Sofía dijeron que era solo una fase pasajera.
—Todos tenemos días buenos y malos. —dijo Sofía zanjando la cuestión.
Pero yo sabía que algo más estaba sucediendo. Melody solía ser el alma de la fiesta, siempre riendo y bromeando con todos. Hoy, sin embargo, se mantuvo al margen, participando poco en las conversaciones y evitando miradas prolongadas entre nosotras. Hasta que se fue. Me sentí culpable porque sé que ella está lidiando con un dolor silencioso que nadie más podía ver.
Esa noche, mientras todos jugaban a un juego de mesa en el salón, decidí enviarle un mensaje.
"¿Estás bien? Te fuiste sin despedirte de mí."
"Lo siento, estabas en el baño y tenía prisa. Luego nos vemos."
"
Sabes que puedes hablar conmigo si hay algo mal".
"No hay nada de qué hablar. Solo estoy cansada".
U
n nudo se formó en mi estómago. No quiero presionarla, pero tampoco puedo ignorar lo que está sucediendo.
A medida que avanza la noche y las risas llenan el aire gracias a los chistes de nuestros amigos, me doy cuenta de que Anderson me lanza miradas cómplices desde el otro lado del salón. Cada vez que nuestros ojos se encuentran, él sonrie abiertamente como si estuviera orgulloso de estar a mi lado.
Sin embargo, esa felicidad se desvanecía rápidamente al pensar en Melody. ¿Cómo podría disfrutar plenamente de esta nueva etapa con Anderson sabiendo que mi amiga está sufriendo? La culpa comenzó a apoderarse de mí; no quiero ser la causa del dolor de nadie.
Cuando finalmente llegó el momento de despedirnos, llegué a mi casa. Decidí escribirle nuevamente.
"Melody, ¿te gustaría salir a tomar algo mañana en la tarde? Solo nosotras dos"
"No sé… Tengo cosas que hacer.
"
Por favor. Necesito hablarte de algo"
"Está bien… dime donde?"
E
l lunes siguiente llego más rápido de lo que esperaba. Pase la noche en vela, dando vueltas a cómo abordar el tema sin herir los sentimientos de mi amiga. Sé que es un asunto delicado, pero no puedo seguir ignorándolo.
Nos encontramos en una pequeña cafetería del barrio, un lugar donde solíamos ir juntas a charlar y reír. El aroma del café recién hecho y el suave murmullo de las conversaciones a mi alrededor deberían haberme reconfortado, pero hoy todo parece diferente.
—Gracias por venir —dije mientras nos sentabamos en una mesa apartada. Melody asintió débilmente, pero sus ojos reflejaban una tristeza que no podía ocultar.
—Claro, siempre es bueno vernos, - respondió, aunque su tono carecía de entusiasmo.
Tomé un sorbo de mi café antes de lanzarme al tema que tanto me preocupaba. Mientras ella mira su taza, jugando con el borde.
—Melody, lo siento. No sé como manejar esto.
—¿Manejar qué? —preguntó, mirándome atentamente.
- Ya sabes! Lo de Anderson —dijé con voz temblorosa.
- Me dijiste que no te gustaba nadie. Me mentiste.
—No te menti… No sabia que el me gustaba... Es complicado. No quise hacerte daño. Lo siento.
—No se trata solo de eso —interrumpió Melody con frustración contenida. - Es difícil ver cómo él te mira y cómo te trata cuando yo siento cosas por él también. - Su voz se quebró al final de la frase.
Puedo ver el dolor en sus ojos.
- Tal vez debo manejar esto de otra manera o rechazarlo.
- Que? ¿Vas a dejarlo pasar? ¿Vas a pretender que no sientes nada por él? —preguntó Melody con amargura.
- Esta bien. No quiero ignorar lo que siento —respondí rápidamente. - Pero tampoco quiero perderte como amiga.
Un silencio pesado se instaló entre nosotras mientras ambas procesabamos lo dicho. Finalmente, fue Melody quien rompió el silencio.
—El vino a verme hoy, temprano. - Sus palabras eran un susurro lleno de tristeza.
Eso no lo vi venir. Espere con cautela hasta que ella terminara de hablar.
—Me dejó claro que le gustas tú —confesó. —Me dijo que estaba interesado en ti y que quería intentar algo serio.
—¿Anderson te lo dijo directamente? —pregunté, tratando de procesar la información.
—Sí —respondió Melody con un suspiro. - Fue una conversación difícil. Pero le agradecí su honestidad.
Alivio y confusión se instalaron en mi pecho al escuchar eso. Por un lado, sabía que Anderson había sido sincero; por otro lado, me sentía culpable por lo que eso significaba para Melody.
—Lo siento mucho —murmuré, sintiendo cómo una ola de compasión me invadía. - No quería poner a nadie en esta situación.
Martha levantó la vista y asintió débilmente.
- Esta bien... Lo superaré —dijo finalmente con una sonrisa débil.
Una semana después me anunció emocionada que tenía una cita con un chico.
—¿A qué te refieres? —pregunte con preocupación.
—Hoy tengo una cita —dijo Melody con un brillo inesperado en los ojos.
Me quedé boquiabierta por un momento antes de poder articular una respuesta.
- ¿En serio? ¿Con quién?
—Se llama Fernando—explicó Melody, su tono ahora lleno de emoción contenida. - Lo conocí hace tiempo en una de las prácticas de los chicos; recientemente me escribió y hemos estado hablando desde entonces. Me parece diferente… Tal vez sea lo que necesito.
Una mezcla de sorpresa y alegría me llenó al ver a mi amiga sonriendo nuevamente.
—Eso suena genial, Melody —dijé sinceramente. - Estoy feliz por ti.
—Gracias —respondió ella con gratitud genuina en su voz. - Sé que esto ha sido difícil para ambas, pero creo que es hora de dejar ir lo pasado y abrirnos a nuevas oportunidades.
Mientras ella continuaba conversando sobre Fernando, el peso sobre mis hombros comenzó a levantarse lentamente. Ya era una cosa menos de la que preocuparme.
Esa noche, mientras íbamos de camino a encontrarnos con nuestros amigos, reflexioné sobre lo ocurrido entre nosotras y cómo habíamos logrado enfrentar nuestros difíciles sentimientos juntas. La vida sigue avanzando; aunque las cosas no son perfectas ni fáciles, hay esperanza en el aire.
Cuando llegó el momento de encontrarnos con Anderson y el resto del grupo, allí estaba Fernando esperando a Melody. Me alegré sinceramente por ella.
Mi corazón dio un vuelco al ver a Anderson esperandome; había algo reconfortante en su presencia.
—Hola —dijo él mientras se acercaba a mí.
—Hola —respondí con una sonrisa nerviosa.
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LIENZOS DEL SILENCIO
RomanceLienzos del silencio es una historia desgarradora sobre la lucha de Paula por encontrar la voz propia en medio del caos y el dolor. A través del arte y las conexiones humanas, Paula deberá enfrentarse a sus demonios y decidir si puede perdonar a aqu...