Capítulo 31

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El gran día llegó. El sol se alza radiante en el cielo, iluminando el hermoso jardín donde habíamos decidido realizar nuestra boda. Las flores están en plena floración, y el aroma dulce de las rosas y los jazmines llenan el aire. Todo está listo para el gran día. No puedo evitar sentir un torbellino de nervios en mi estómago.

Mientras me miro en el espejo del vestidor, ajustando mi velo y admirando el delicado encaje de mi vestido blanco, siento cómo la emoción me invade. Es un vestido que he elegido con mucho cuidado; cada detalle reflejaba mi personalidad y mi amor por Anderson. Pero más allá de la belleza del vestido, lo que realmente me emociona es lo que está a punto de suceder.

-¿Estás lista, Paula? -preguntan Valeria y Sofía, mis mejores amigas y damas de honor, mientras entraban en la habitación con una sonrisa radiante. - Es tu día

-Creo que sí... bueno, casi -respondo con una risa nerviosa. - Solo espero no desmayarme.

Las chicas se acercaron y me dieron un abrazo reconfortante.

-No te preocupes. Todos están aquí para celebrar su amor. Será perfecto.

En ese momento, mi hermano mayor, Tomás, apareció en la puerta con una expresión seria pero cariñosa.

-Es hora de irnos, -dijo él con voz firme pero suave.

Sentí un nudo en la garganta al ver a mi hermano vestido elegantemente. Había sido mi protector durante toda mi vida, y ahora iba a acompañarme al altar.

-¿Estás listo para esto? -le pregunté. - No me dejes caer.

-Siempre estaré listo para ti -respondió Tomás con una sonrisa cálida. - Vamos a hacer esto juntos.

Mientras caminabamos hacia el altar, sentí cómo mis nervios se transformaban en emoción pura. La música suave resuena a través del jardín mientras los invitados toman sus asientos, todos sonriendo y esperando ansiosos.

Al llegar al final del pasillo decorado con pétalos de flores blancas, levanté la vista y vi a Anderson esperándome bajo un arco adornado con flores frescas. Mi corazón se detuvo por un momento; él lucía increíblemente colocado en su traje oscuro; sus ojos brillaban con amor, alegría y lágrimas contenidas. Tomás me dio una última mirada antes de entregarle mi mano a Anderson.

-Cuídala bien -le susurró antes de tomar asiento entre los invitados.

Anderson tomó suavemente mi mano entre las suyas y me sonrió. En ese instante, todos los demás desaparecieron; solo existíamos nosotros dos. La ceremonia comenzó con palabras llenas de amor y promesas eternas. El oficiante habló sobre la importancia del compromiso y la unión que estábamos a punto de sellar ante nuestros seres queridos. Cada palabra resonaba profundamente en mi corazón.

Finalmente llegó el momento más esperado: las promesas matrimoniales. Anderson me miró a los ojos con una intensidad que hizo que mi corazón latiera aún más rápido.

-Paula -comenzó él con voz firme pero llena de emoción,- hoy me comprometo a amarte sin condiciones, a apoyarte en cada paso que des y a ser tu compañero en todas las aventuras que nos esperan. - Hizo una pausa para tomar aire antes de continuar. - Prometo reír contigo en los momentos felices y sostenerte en los momentos difíciles. Eres mi todo, y siempre lo serás.

Las lágrimas amenazan con brotar de mis ojos mientras escucho las palabras sinceras de Anderson; cada frase era un eco del profundo amor que compartíamos. Cuando llegó mi turno de hablar, sentí cómo las emociones inundaban mi ser.

-Anderson -dijé con voz temblorosa pero decidida, -te prometo mi amor eterno. - Me detuve brevemente para recomponerme antes de continuar. - Prometo ser tu apoyo incondicional y compartir contigo cada sueño que tengamos. - Mirándolo intensamente a los ojos, añadí: -Eres mi hogar y mi felicidad.

LIENZOS DEL SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora